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Los amantes de la pesca pasan a menudo más de seis horas a la espera de una presa. /A. SALAZAR
MÁLAGA

Un espigón con mucho cebo

Lo construyeron para proteger la playa, pero se ha convertido en el nuevo paraíso de los amantes de la caña. La Caleta se llena cada día de aficionados a la pesca

AMANDA SALAZAR

Lunes, 27 de julio 2009, 03:49

Sombrillas de rayas, toallas de colores, niños jugando en la orilla que corretean entre los amantes del sol que se broncean en la arena, bañistas chapoteando en el agua, barcos en el horizonte... Hasta ahora, ésta era la estampa veraniega de la playa de La Caleta. Pero en los últimos meses se han unido unos nuevos habituales: los pescadores.

Desde que el pasado mes de mayo finalizasen las obras del nuevo espigón en este tramo del litoral, los aficionados de la caña de pescar lo han convertido en su nuevo paraíso. Decenas de personas preparan cada día sus anzuelos sentados entre las rocas esperando con paciencia que pique algún pez. Y, según dicen, pican. Caballas, bogas, sargos... Algunos de estos aficionados cuentan, caña en mano, por qué les apasiona tanto este deporte.

«Lo mejor es que disfrutas del aire libre y te olvidas del estrés», señala Antonio Ruiz, que aprendió a pescar de niño. Ahora ha inculcado su amor por la pesca a su mujer y ambos van al espigón al menos tres veces por semana. «Aquí se te pasan las horas, a veces nos da la madrugada», indica Encarnación Fernández, bibliotecaria, quien añade que al menos se quedan cinco horas pendientes de la caña cuando vienen a pescar.

Deporte para todos

Unos metros más lejos, encontramos a Saray Molina. Esta joven de 20 años es un ejemplo de que la pesca no tiene edad ni es cuestión de género. «Hay muchas chicas pescando y es una forma muy sana de divertirte con los tuyos», dice. Su afición le viene por su padre.

En el espigón, hay muchas familias que se dividen en varias zonas para multiplicar sus posibilidades. Para Antonio Ruiz, la pesca es la mejor terapia para evitar la depresión. Parado desde hace meses, estar frente al mar le hace encontrar el equilibrio.

En el espigón de La Caleta se pesca menos que en el puerto, donde la mayoría pescaba antes. Las numerosas obras que se realizan en el recinto portuario impiden desarrollar esta práctica desde hace ya varios años. «Dicen que generamos mucha suciedad, pero somos a los que más les conviene que el mar esté limpio», argumenta Encarnación Fernández. «Yo pagaría una tasa si con eso nos pusiesen aseos y limpieza y nos dejasen volver al puerto», asegura.

Mientras, el espigón es una de las pocas zonas de pesca de la capital junto a las playas de El Palo o Huelin. Otra opción es la arena, pero allí no pueden pescar de 10.00 a 21.00 horas en época veraniega, según la ordenanza de playas del Ayuntamiento. En los espigones, sin embargo, hay libertad siguiendo unas normas. Para empezar, es necesaria una licencia de pesca deportiva que debe expedirse, previo pago de las tasas correspondientes, en la Delegación de Agricultura y Pesca. Además, cada pescador tiene un límite de dos cañas.

Pero no todos están contentos con que los pescadores hayan tomado La Caleta. «Antes había unos pocos pescadores que se ponían por la noche en la orilla, pero ahora son muchos más en la roca y no tienen cuidado, tiran los anzuelos, plásticos y bolsas en cualquier sitio. No se puede pasear por el espigón por lo sucio que está y lo peor es que el mar lo limpia y todo termina en la orilla», indica una bañista. Pero parece que playeros y pescadores están condenados a convivir.

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