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J. C.
Miércoles, 22 de agosto 2007, 04:00
Tradicionalmente, el origen de las prendas de imitación se encontraba en talleres de confección clandestino, la mayoría artesanales, situados en Córdoba, Granada, Madrid, Portugal, Marruecos o la costa levantina.
Pero esa producción localizada ha cambiado. En la actualidad, las falsificaciones suelen salir de la misma cocina que las prendas originales. Las imitaciones se confeccionan en los principales países productores -China, Tailandia, Marruecos o Portugal-, donde las principales marcas han trasladado sus fábricas para abaratar costes. Y en esas mismas instalaciones donde se producen los originales, se fabrican las réplicas. Los empresarios pícaros aprovechan que tienen los fotolitos, los textiles y el 'know-how' de los artículos auténticos.
Según fuentes policiales, estos fabricantes producen un excedente de artículos en la misma camada, lo que se denomina 'sobretirada', que se exporta paralelamente en contenedores y se cuelan por las fronteras de los países importadores. Imagínense la calidad de la falsificación.
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