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El tam-tam de la tribu
EL MIRADOR

El tam-tam de la tribu

Esta es una sociedad vertebrada por la lógica de la confrontación: izquierda vs derecha, católicos vs laicos...

TEODORO LEÓN GROSS

Lunes, 18 de noviembre 2013, 08:30

«Hay un ataque contra UGT, dicen que es por las facturas falsas, pero yo digo que no, que es contra UGT». Ya está ahí, una vez más, el argumento nacional por antonomasia: 'nos atacan no por lo que hacemos sino por lo que somos'. Ese ha sido el mantra catalán: «odian a Cataluña»; y con esa coartada han volteado allí la Constitución. También ha sido utilizado por la derecha con su teoría de la conspiración para el 'caso Gürtel', denunciando que policía y fiscalía actuaban al servicio de la izquierda para «destruirnos» (argumentario oficial, Cospedal, 2009). Es lo mismo, claro, que hizo el Partido Socialista en los noventa, cuando atribuían su desmoronamiento, bajo Filesa y el Gal, a «una campaña de destrucción de la derecha que siempre ha mandado en este país...». En esta nación cainita, ese argumento es recurrente para forzar la cohesión identitaria, como tam-tam de la tribu: convocan a los suyos a defenderse ante un ataque por ser lo que son. Y ese es ahora el discurso de UGT denunciando que no hay un problema de facturas falsas sino una campaña para destruir a los sindicatos blablablá utilizando el aparato policial y judicial blablablá porque ellos son la barricada de los trabajadores blablablá. Lo mismo de siempre.

Y el caso es que previsiblemente la táctica le funcionará. Suele tener éxito, ya sea en Cataluña, en el PSOE, en el PP, en la Iglesia... De hecho, el PP ha logrado que el electorado conservador no vea Gürtel como lo que es, un mayúsculo caso de corrupción que ya ha provocado once dimisiones de consejeros, alcaldes y senadores del partido con tramas en Madrid, Valencia y Galicia y ramificaciones vía Bárcenas al aparato mismo. El tam-tam victimista lo ha sabido transformar, ante sus simpatizantes, en una vendetta izquierdista ejecutada por Garzón. En Cataluña es asombroso cómo el tam-tam de la tribu está logrando metabolizar el descontento de la crisis en una olla a presión donde hierven los mensajes secesionistas, siempre como víctimas: 'nos roban', 'nos insultan', 'nos reprimen', 'nos odian'. Y ahora el discurso de UGT mimetiza el mismo argumento: ¡quieren destruir el sindicalismo! Así que el problema no son las facturas falsas o el escándalo de los cursos de formación; aunque por supuesto haya facturas falsas, con su sonrojante batería de mariscadas en las ferias y fiestas; y los cursos de formación constituyan un vaciadero sistemático con mordidas del 15%.

Por simplón que sea el argumento, falaz hasta el ridículo, sigue funcionando. Esa es la potencia del tribalismo hispánico: las malas costuras de una sociedad vertebrada por la lógica de la confrontación -izquierda vs derecha, católicos vs laicos, madridistas vs culés, y así todo- es suficiente para que el tam-tam victimista (¡nos atacan, nos quieren destruir!) pueda con todo, incluyendo la razón, la ley o la ética. Y, por supuesto, la verdad.

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