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IGNACIO LILLO ilillo@diariosur.es
Domingo, 7 de noviembre 2010, 13:19
Motor General Electric, modelo 'Jenbacher'; veinte cilindros en 'V'; potencia máxima de 2,7 megavatios. El propulsor que está llamado a mover la Diputación de Málaga -al menos en lo que se refiere a la energía necesaria para su mantenimiento- se guarda en un búnker en el aparcamiento subterráneo de la sede, en la calle Pacífico.
La máquina funciona con gas natural y cuando por fin arranque, previsiblemente a principios del próximo año, producirá toda la electricidad, el aire acondicionado y la calefacción del edificio, incluso le sobrará para vender una parte a Endesa. Sin embargo, el invento no debe su fama a sus cualidades técnicas, sino al hecho de ser el objeto de una polémica política, con reiteradas críticas de la oposición en el ente supramunicipal, tanto por su elevado coste -más de dos millones de euros- como por el hecho de que todavía no se ha puesto en marcha, a pesar de que se instaló hace ya casi cuatro años.
Lo cierto es que, tras ríos de tinta, muy pocos la han visto y no son muchos más los que saben realmente cómo funciona ni para qué sirve. SUR ha acompañado a los técnicos responsables del proyecto en una visita a estas instalaciones, en la que, lo primero que llama la atención son las dimensiones del motor. Solo el propulsor ocupa casi doce metros de largo, dos de ancho y 2,5 de alto. A pesar de ello, funciona de una forma similar a la de un coche de gasóleo. El combustible de partida, el gas natural, produce tres efectos, de ahí su nombre: central térmica de trigeneración.
En primer lugar, genera movimiento, que se transforma en electricidad mediante una turbina. Si la producción completa se inyectara a la red, los 2.740 kilovatios de potencia máxima serían suficientes para abastecer a unos 1.200 hogares. Sin embargo, esta se aprovechará en una proporción de 60-40; esto es, la porción mayor se destinará al consumo propio de los edificios de la sede de la Diputación; y el 40% restante se suministrará a Endesa para abastecer a los hogares de su entorno.
Aunque los expertos aclaran que la proporción variará cuando el centro administrativo no está en uso y toda la potencia se podrá inyectar a la red. También puede producir a carga total o parcial (al 50%), en función de la climatología, e incluso desconectarse por completo cuando no sea necesaria, y así ahorrar combustible.
El segundo ciclo tiene como base el agua caliente resultante de la refrigeración de las turbinas, que se recicla para la climatización, tanto de frío como de calor. El proceso más complejo es el que se refiere a la capacidad de enfriar. Mediante un proceso químico de absorción, el calor se transforma en frío al contacto con sales de bromuro de litio, que hacen las veces de un compresor de aire acondicionado, aunque sin necesidad de consumir energía eléctrica.
A su vez, para la calefacción se aprovechan los gases del tubo de escape, derivados de la combustión del motor, y que van a una caldera que produce vapor. Pero además los dos canales están interconectados, de manera que en verano ambos pueden servir para producir frío y en invierno, al contrario. «el objetivo era climatizar y calefactar las instalaciones con rentabilidad medioambiental y económica», explican los responsables del proyecto.
El enigma del coste
Uno de los elementos que ha suscitado mayor controversia es el coste de la instalación. Pues bien, según los técnicos, su precio total ha sido de 2,2 millones de euros. «Si no se hubiera puesto se habría montado una instalación de climatización convencional, que habría sido más barata aunque no tendría rendimientos económicos ni medioambientales», manifiestan.
Junto a la posibilidad de ahorrar energía, la institución se decantó por este sistema porque genera ingresos, mediante la venta de la electricidad sobrante a Endesa. Según el estudio de mercado, se estima que en el plazo de entre ocho y nueve años será rentable.
La venta de la electricidad reportará a las arcas de la Diputación unos ingresos de 1,2 millones al año, mientras que la compra de gas natural se estima levemente por encima del millón de euros, por lo que el beneficio neto previsto será de unos 150.000 euros anuales. A lo que hay que sumar los fuertes ahorros previstos por no tener que consumir electricidad ni climatización en la sede del organismo supramunicipal.
Se espera que la maquinaria pueda arrancar por fin a principios del próximo año, tras cuatro años de trámites burocráticos tanto con la Junta de Andalucía como con la compañía eléctrica, Endesa, y que aún tienen flecos pendientes, puesto que no cuenta con todos los permisos necesarios para poder evacuar la energía producida hacia la cercana subestación San Sebastián, para lo que deberá instalar previamente dos sistemas de control telemático de la bomba.
La iniciativa impulsada por la Diputación de Málaga es pionera tanto por su situación, en el seno de un edificio administrativo situado en pleno casco urbano de la capital. Como por la posibilidad que brinda a este organismo de autoabastecerse de energía, con el consumo de un combustible primario, como es el gas, y por tanto más económico.
El precedente de Emasa
Sin embargo, no es la primera de estas características que una institución malagueña pone en marcha. La instalación es, a una escala menor, muy similar al que emplea desde hace más de dos años la empresa de aguas de la capital, Emasa, en la depuradora (EDAR) del Guadalhorce, con el cometido principal de secar los lodos derivados de la limpieza de las aguas residuales, y que supuso en su día una inversión de 22 millones de euros.
La central consta de cuatro motores de 2.500 kilovatios cada uno, cuya energía se suministra a Endesa. Del aporte inicial de gas natural del que se alimenta, un 40% se transforma en electricidad, y otro 40% sirve para calentar el agua que posteriormente secará los desechos. Produce diez megavatios de electricidad anuales, suficientes para abastecer a unos cinco mil hogares. Y, a la vez, se secan los residuos sólidos derivados del tratamiento primario y secundario de las aguas residuales, a los que se les extrae el 85 por ciento de la humedad.
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