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POSIDONIA OCEÁNICA. Crea ricos bosques de vegetación marina, en la que se cobijan decenas de especies, se aparean y desovan.
Los guardabosques del mar
FONDOS MARINOS. MOVIMIENTO CIUDADANO PARA PRESERVARLOS

Los guardabosques del mar

Las praderas marinas son el germen de la vida. Por eso, un grupo de amantes de la naturaleza se ha erigido en plataforma para defenderlas. Su primer objetivo: que la ampliación del puerto de la Caleta no esquilme este hábitat

TEXTO: PILAR R. QUIRÓS

Domingo, 29 de julio 2007, 04:38

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LOS bosques de la Tierra se ven. Pero los de los mares están ocultos. Vedados para aquellos que son incapaces de bucear a pulmón o de colgarse una botella a la espalda para poder respirar. Pero, aunque no se vean, están ahí. Y son piezas esenciales de la biodiversidad del planeta. La profusión de asociaciones que defienden los bosques convencionales de encinas, quejigos y pinos en el sur es digna de alabanza, pero en todo este movimiento por preservar la naturaleza faltaba un fleco: la defensa ciudadana de los bosques marinos.

La idea surgió de una mente joven e inquieta. Comprometida con su mundo más cercano. Una profesora de la Universidad de Málaga, María Jesús García, de la Facultad de Ciencias la puso sobre la pista. Le pedía a un buceador, profesor de la Universidad de Córdoba, que le cogiera muestras de 'Zostera marina'. Y entonces, Silvia Maldonado, veterinaria y submarinista de Vélez-Málaga, empezó a buscar en la Axarquía hasta que se dio cuenta de que la única pradera de zostera que quedaba estaba en el puerto de Caleta de Vélez, en Torre del Mar. La de Maro había sido arrasada en el invierno de 2006, tal y como denunció este periódico tras los datos facilitados por los biólogos y submarinistas Winston Vilató y José Antonio Rodríguez.

Pues bien, Silvia se apercibió de que la pradera de zostera en Caleta de Vélez podría acabar también extinguiéndose a causa del proyecto de ampliación del puerto pesquero. Y como dicen que la unión hace la fuerza, se dio cuenta de que para preservar este impresionante bosque marino necesitaba algo más que chillar en voz alta. Así conoció a Agustín Barrajón, naturalista y submarinista nacionalmente reconocido que ha citado varias especies para la ciencia; a Winston y a Antonio Rodríguez y a otros enamorados de este peculiar hábitat marino como son José Luis Padilla, buceador profesional de la Armada; Carlos Moreno, fotógrafo subacuático y a Alberto Sarmentero, ingeniero geólogo y coordinador del Proyecto de cartografiado de las praderas, entre otros.

Grupo multidisciplinar

Y todos ellos se unieron para crear la Plataforma Praderas Marinas de la Axarquía. «Un grupo de gente de varias disciplinas que no tiene ni el más mínimo interés político; no estamos suscritos a ninguna asociación ecologista y lo único que queremos es preservar las pocas praderas que les quedan a la Axarquía», dice Silvia con el corazón en la mano y con el asentimiento de Agustín.

Antaño, estas plantas tapizaban casi todo el litoral andaluz. Eran grandes bosques bajo el mar. Pero, como casi siempre, la acción del hombre ha ido acabando paulatinamente con ellas. Una muerte lenta. El paraje de Maro es de los pocos lugares de la costa malagueña (junto con Torre del Mar, la bahía de Estepona y la Punta de Calaburras) en los que se pueden avistar estos bosques marinos, según se indica en el ejemplar 'Praderas y bosques marinos de Andalucía', un volumen que se editó en 2004 y que, desgraciadamente ya se ha quedado obsoleto en Málaga. Agustín Barrajón, uno de sus autores, es tajante en sus críticas y en señalar a los culpables: la pesca de arrastre en fondos prohibidos (muy por debajo de los 50 metros permitidos), las ha ido arrancando. La erosión de las anclas de las embarcaciones, la contaminación por la falta de saneamiento integral (una de las grandes asignaturas pendientes de la Costa oriental) y los propios procesos de erosión y sedimentación del mar las amenazan.

Por eso, la gran esperanza de estos bosques marinos, que tienen la misma función que los terrestres ya que generan vida y oxígeno a su alrededor, está en que alguien levante la voz para defenderlos y haga comprender a las autoridades que merece la pena que sigan ahí.

Por eso, esta plataforma ya ha empezado a actuar: Consiguió que el grupo independiente de Torre del Mar presentase una moción en el pleno del Ayuntamiento de Vélez-Málaga en la que pedían su señalización a través de boyas y su protección por medio de arrecifes artificiales para evitar las corridas ilegales de los barcos arrastreros, algo que reconoce la propia Consejería en el volumen 'Praderas y bosques marinos de Andalucía', y un hecho que también constató la Delegación de Medio Ambiente en Maro. Desgraciadamente, esta moción que pedía la protección de los bosques marinos de Chilches, Benajarafe, Torre del Mar, Caleta de Vélez (donde se quiere ampliar el puerto) y Mezquitilla tuvo que ser retirada ante las protestas de unos pescadores de arrastre, cuyos fondos permitidos para faenar son 50 metros de profundidad -una zona sumamente alejada de las praderas, que no suelen pasar de los 30 metros de profundidad-. Es decir, una protesta sin sentido si cumplen escrupulosamente la ley.

Muchos no la han cumplido en Maro, donde la pradera de zostera murió en el invierno de 2006, y donde gracias a las rocas que la protegen todavía pervive una pradera de 'Posidonia oceánica', una especie climácica, es decir uno de los sistemas más evolucionados del Mediterráneo. Por poner un ejemplo, en tierra podría asemejarse en importancia a los bosques de alcornocal, según puntualizan los biólogos. Las praderas marinas, al igual que las plantas terrestres, realizan la fotosíntesis, así convierten la luz en materia orgánica y oxígeno. Tanto que se ha calculado que una pequeña superficie de un metro cuadrado genera aproximadamente 10 litros de oxígeno diario. Al generar oxígeno tienen una capacidad innata de depuración del agua, por lo que es normal que se asienten en lugares donde las aguas están cristalinas. «Además, y por si fuera poco, estas formaciones son utilizadas por numerosas especies en distintas fases de su ciclo vital, así son muchos los microorganismos animales y vegetales que aprovechan la superficie de sus hojas para asentarse y servir a su vez de alimento para otros animales de mayor tamaño formándose cadenas tróficas completas», según se indica en el volumen 'Itinerarios del paraje natural Acantilados de Maro-Cerro Gordo', del Aula del Mar.

Riqueza biológica

El geólogo Alberto Sarmentero subraya en un informe que «las praderas marinas, llamadas aquí sebas por los pescadores (seibadales en diversos países americanos) por su compleja estructura y la riqueza biológica que albergan son semejantes a un bosque terrestre: tienen la capacidad de florecer e intercambiar su polen bajo el agua, se fijan con sus raíces, son capaces de resistir el oleaje y constituyen el recurso natural más importante del litoral mediterráneo andaluz».

Por eso, y para evitar que la destrucción de la pradera de zostera de Maro-Cerro Gordo se repita en otros enclaves ante la pasividad de las administraciones, esta plataforma, que ya ha iniciado su lucha ciudadana, no parará hasta que no se modifique la ampliación del puerto de Caleta de Vélez, «que provocará otro desastre ecológico marino», como subrayan Silvia y Agustín.

Es más, en el estudio de impacto ambiental realizado por la Consejería de Medio Ambiente ya indica que esta obra afectará a la zostera marina «especie considerada vulnerable (categoría UICN ) en la lista roja de la flora vascular de Andalucía, que requiere de medidas que favorezcan su persistencia en la zona y que mejore la situación de sus poblaciones». El informe también asegura que «en la mayor parte de los transectos realizados está la zostera, en profundidades entre 7 y 11 metros con manchas de 265 metros de longitud».

Pues bien, la Consejería de Medio Ambiente propone realizar un trasplante de la pradera, «un disparate tan grande como si dijeran que van a trasplantar un bosque entero de encinas y alcornoques centenarios», subrayan los biólogos de la plataforma. Por su parte, el delegado de Medio Ambiente, Juan Ignacio Trillo, subraya que existe un programa de vigilancia, seguimiento y compensación ambiental para que las afecciones sean mínimas, y en el caso de que ocurran que al menos se triplique trasplantando la superficie que sea afectada». A este respecto, el geólogo Alberto Sarmentero y el naturalista Agustín Barrajón aseguran que hay estudios internacionales que indican la escasa viabilidad de este trasplante algo que, por otra parte, los técnicos están viendo en el propio paraje de Maro, donde la pervivencia de los rizomas plantados es escasa.

Los miembros de la plataforma piden a la Consejería de Medio Ambiente que deje de proponer imposibles y vea una realidad sencilla: la pradera marina de Torre del Mar está en peligro.

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