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El selfie de Bendodo
EL MIRADOR

El selfie de Bendodo

De todo lo que podía haber retratado en el Caminito del Rey, la imagen que escogió fue la de sí mismo

TEODORO LEÓN GROSS

Viernes, 14 de marzo 2014, 02:29

La moda del selfie ha desbordado los coqueteos exhibicionistas de la adolescencia y ha penetrado en los manuales de la alta política. Desde que Obama se hizo el selfie en el entierro de Mandela poniendo a Michelle a ciento cuarenta con los ojos inyectados en sangre ante su tonteo con aquella gran danesa, no hay mandatario que se resista. Aquel selfie no subió al ciberespacio, pero ha servido para delatar la infantilización del poder. Y es más 'trendie' desde que Ellen DeGeneres ha batido el récord mundial de retuits, más de tres millones para su selfie de estrellas. Este fin de semana se vio un selfie de Susana Díaz rodeada de 'gruppies' en éxtasis -hoy en política, en lugar de militancia, hay clubes de fans- y ayer Elías Bendodo subió otro a su Twiter, a saber si también a Tuenti, en el Caminito del Rey rodeado de su claque. Rara vez oyen a la gente, pero les copian las modas más bobas.

El selfie, ya se ha escrito, es una socialización de lo banal. No se trata de fotografías para ilustrar la realidad, sino para exhibirse en cualquier circunstancia, estrenando lencería, presumiendo de abdominales o entre el público de un evento. Al principio parecía sólo una variante generacional del 'caza-autógrafos', una foto con un actor en la alfombra roja o con un futbolista en lugar de pedirle su firma, pero ha ido a más. Como la estupidez es ilimitada, la última moda en Tumblr ha sido 'selfies&homeless', retratarse con mendigos detrás, dormidos, borrachos, enajenados. Por demás el selfie -palabra del año para Oxford Dictionaries por su expansión- es de un narcisismo ridículo: 'El retrato soy yo', como un Luis XIV del smartphone. De todo lo que podía haber retratado Bendodo en el Caminito del Rey -desde la belleza imponente del Desfiladero de los Gaitanes a un vistoso roquero azul antes de remontar el vuelo- la imagen que escogió fue la de sí mismo. Sin duda debía de parecerle que allí no había nada mejor.

En ocho horas el tuit de Bendodo había acumulado 42 retuits. En fin, a ese ritmo sería de récord hacia 2077, ya con 103 años. Por demás, su selfie da para poco: si acaso para sospechar que debería cambiar de maquinilla de afeitar o al menos tirar el recambio más a menudo porque la foto a corta distancia delata una perilla descuidada tipo Scooby Doo; que el portavoz del juanmismo usa corbatas 'vintage' color cuaresma, y le urge una puesta al día; y que es un lince de gran instinto que caza al vuelo lo que está 'in' sin dejar pasar la oportunidad de un titular en el periódico. Un profesional. Eso sí, su selfie, como todo selfie, es un tributo a la trivialización de la política. El sociólogo Neil Postman expresaba hace veinte años, en 'Divertirse hasta morir', su temor a que la política acabaría funcionando como un programa más de televisión. Murió hace una década. Lo que se ha perdido.

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