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EL MIRADOR

Aparicio, para siempre

Artículos inteligentes, amables y cultos, con su europeísmo melancólico y su patriotismo azañista

TEODORO LEÓN GROSS En twitter: @teoleongross

Viernes, 4 de enero 2013, 02:25

Por primera vez, tras muchos años, este viernes la columna de Pedro Aparicio no llegará al periódico; mañana faltará a la cita con sus lectores en la op-ed del sábado. Los periódicos son bosques de hoja caduca, y los articulistas vienen y se van de sus páginas sin que se detengan las rotativas. Después de que Larra se descerrajara un tiro, 'El Español' continuó publicándose. O 'El Sol' tras el adiós de Julio Camba a 'ABC'. Y 'El Mundo' después de 'Eugenio d'Ors', la última columna de Umbral allí. O el 'Ya' sin Alcántara. Pla. Cavia. Nadie es imprescindible; pero hay lecturas más prescindibles que otras. Y a Pedro Aparicio se le va a echar de menos; sus artículos inteligentes, amables y cultos, con su europeísmo melancólico y su patriotismo azañista tan de la Tercera España, con la casta liberal de Gregorio Marañón, también médico humanista no apto para dogmáticos llenos de prejuicios.

La lectura de Aparicio ha sido luminosa. Aquí ha dejado piezas para no olvidar. Como aquel 'Promontory, cinco minutos' de 2007 en el que contaba un viaje de tres días en el Zephyr haciendo la mítica línea 'coast to coast' de San Francisco a Nueva York, donde le regalaron una parada de cinco minutos en la legendaria estación de Salt Lake; o 'París era una fiesta' en la primavera de 2011, donde hablaba de la ciudad como «una obra maestra de la especie humana sólo comparable al Derecho Romano, la Compañía de Jesús y la Marina británica»; o sus maravillosos artículos musicales, como 'Milagro en do menor' de la Navidad de 2008, rememorando el estreno de la Quinta de Beethoven, «los treinta y cinco minutos más bellos creados por el hombre»; o 'Llueve sobre Picasso', en la frontera por ferrocarril entre Polonia y la URSS, detenido por llevar material pornográfico, que era un número de 'Litoral' sobre Picasso... siempre trenes, conciertos, libros, amigos, recuerdos, París, Málaga, Messi, su padre o el frío. Semana a semana, ha ensanchado el horizonte del periódico con sus artículos.

La columna es el género de mayor intensidad del 'ethos'; porque el lector se familiariza con el escritor pieza a pieza y va conociendo sus gustos, sus debilidades, sus creencias, sus anhelos, incluso algunos de sus secretos, hasta que la lectura acaba por ser un encuentro muy personal. Aparicio se ha hecho familiar en estos ocho años, compartiendo viajes, lecturas, confidencias, anécdotas hilarantes y su versión particular de los momentos estelares de la humanidad de Stefan Zweig. Ha hecho mejor el periódico en el que escribía. Y aunque los artículos tienden a perderse traspapelados en los calendarios sin respiro del día a día, muchos de los suyos ya han quedado, para siempre, en la memoria de sus lectores.

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