Pepa Caballero

Recuerdo las jugosas charlas que mantuvimos en su amplio y luminoso estudio de la barriada de El Palo, al que se dirigía todos los días y donde pasaba gran parte de la jornada. Hablamos de su temprana fascinación por el color y la geometría, en cuyo conocimiento profundizaría años más tarde gracias a sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Granada y la de Bellas Artes de Sevilla; el primer viaje a Madrid y su visita al Museo del Prado donde descubrirá la 'Anunciación' de Fra Angélico, quedando cautivada por los luminosos colores y el brillo dorado del autor florentino, al que dedicará una serie de homenajes posteriores; el traslado a Málaga, en 1969, para trabajar como profesora de dibujo en el Instituto de Enseñanza Media de Estepona, tarea a la que dedicará diez años de su vida; su participación en la fundación del Colectivo Palmo, en 1978, con obras pertenecientes a la abstracción geométrica.

En las décadas siguientes, Caballero seguirá abundando en sus preocupaciones formales y lumínicas que se verán acrecentadas tras su viaje a Grecia donde visita la Acrópolis ateniense y contempla el más famoso de los templos griegos, el Partenón, causándole una honda impresión que trasladará a sus lienzos de los años noventa.

Hace apenas un mes y medio se inauguraba en las salas temporales de La Coracha una exposición colectiva con sus últimos trabajos en los que la artista alcanza el máximo efecto visual con los mínimos medios. Nada mejor que rendirle homenaje visitando esta muestra que permanecerá abierta hasta el próximo 16 de septiembre. Pero luego, ¿qué pasará con su obra?