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Antonio Domecq deja el rejoneo «tras haber aprendido del toro y del caballo»
CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Antonio Domecq deja el rejoneo «tras haber aprendido del toro y del caballo»

JAVIER LÓPEZ. EFE

Domingo, 8 de mayo 2011, 03:42

El rejoneador Antonio Domecq dice adiós a los ruedos hoy en Sevilla después de veintitrés años en activo en los que ha disfrutado y aprendido mucho de lo que más quiere: el toro y el caballo, según explicó ayer. A menos de veinticuatro horas del festejo matinal en la Maestranza, Domecq afirmó: «Según se acerca el momento me vienen a la cabeza más y más recuerdos, y me voy emocionando y dando cuenta del paso que voy a tomar».

No obstante, es una retirada «meditada» y para la que no hay «marcha atrás», porque «después de tantos años luchando y toreando es el momento de dar paso a los jóvenes que llegan», a los que tratará de ayudar desde fuera, donde considera que puede ser más útil ahora.

Otra de las razones de su marcha, más personal que profesional es el poder dedicarse de pleno a su gente, a su familia, a su mujer e hijos y también a sus amigos. «Pasar con ellos todo el tiempo que no he podido durante tanto tiempo», apostilló el jerezano.

Para la efeméride, Domecq eligió Sevilla como la plaza en la que hará por última vez el paseíllo. «La plaza en la que toreé por primera vez en un festival hace muchos años y la que me ha forjado como rejoneador. Ese marco, esa afición, lo son todo para mí», reconoció. Y con un cartel «muy bonito» formado por Rui Fernandes, Andy Cartagena, Leonardo Hernández Joao Moura, hijo y Franciso Palha.

Sin embargo, los más importantes jinetes de la actualidad, Hermoso de Mendoza, Diego Ventura o su primo, Fermín Bohórquez, no estarán presentes, algo que el propio Domecq ha argumentado al señalar que «no hay que abusar de los amigos ni poner en ningún compromiso a nadie».

Además de Sevilla, otras plazas señeras en su trayectoria han sido Jerez, su tierra, Madrid, Granada, Bilbao, Zaragoza o Chiclana. «Sitios de donde he salido catapultado a lo largo de mi carrera», recordó.

Veintitrés años de profesión es mucho tiempo para poder resumir en pocas palabras cuáles han sido los instantes más felices, pero para Domecq los momentos más emotivos han tenido lugar fuera de las ruedos. «Mis mayores satisfacciones han nacido siempre del trabajo en los inviernos preparando mis caballos. Echar tantas horas entrenándolos y ver en los meses posteriores los resultados tan buenos en la plaza, sin duda, los momentos más felices para cualquier rejoneador», reconoció.

Y, al preguntarle por los más complicados, Domecq lo tiene muy claro. «Cuando incendiaron nuestro camión con los caballos dentro en el año 2001. Un año muy duro y muy triste. Aún hay días que cuando estoy en la cama recuerdo aquellos momentos», sentenció.

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