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A CORTA DISTANCIA

Rafael del Pino: «En la vida hay que parar de vez en cuando»

Psiquiatra, coordinador autonómico de salud mental (Madrid, 1955). Tenía todas las papeletas para ser cirujano. Al final estudió la especialidad de Psiquiatría en Santiago de Compostela. Desde hace diez años trabaja en Andalucía, la tierra de sus padres. No duda que el saberse amado es lo que da sentido a la vida

UNA ENTREVISTA DE M. EUGENIA MERELO ,

Domingo, 19 de diciembre 2010, 10:36

En el Hospital Marítimo tiene un despacho. Un espacio casi de paso entre sus continuos saltos entre Sevilla, Granada y Málaga. Su abuelo era médico de Almáchar. Su padre lo fue en Vélez, pero emigró muy pronto a Madrid. Allí nació y vivió hasta los 17 años. Luego, a Salamanca, a estudiar Medicina. Y a Santiago de Compostela, a cursar la especialidad de Psiquiatría. Pasea su imponente estatura y su voz y gestos pausados por los pasillos de un centro hospitalario que gana espacio en la especialización en enfermedades mentales. Sobre la salud mental, lanza una reflexión: «Hasta qué punto la sociedad en la que estamos -se pregunta- no está potenciando cada vez más los desajustes emocionales en las personas y en los grupos. Y además de eso, también potencia cada vez más el consumo de atención sanitaria, no solo en salud mental, sino en otro tipo de patologías».

-Empiece con un diagnóstico. ¿Cómo estamos de salud mental?

-Ni mejor ni peor que en otros momentos o en otros sitios. Los datos de prevalencia y de incidencia de trastornos mentales son bastantes parecidos a los del resto de Europa.

-Pero las consultas por ansiedad y estrés suben como la espuma.

-No hay más estrés o ansiedad que en épocas pasadas. Lo que hay es más demanda de atención, más servicios, se identifican más los problemas y tenemos más herramientas para abordarlos. Y son distintas la situaciones de estrés y de ansiedad que hace muchos años tenían nuestros abuelos y las que tenemos nosotros. Es cierto que la vida que llevamos ahora, después de 40 o 50 años, competitiva, de no tener tiempo para las cosas, de todo rápido, ahora y ya, nos hace tener comportamientos que muchas veces no son saludables.

-Someter la mente a una reforma. ¿Nos ahorraría algunos problemas?

- Sí, si lo que me está planteando es que hay que parar de vez en cuando. Uno de los problemas que tenemos es no dejar de pensar. Nuestra cabeza es como una lavadora que está continuamente con pensamientos de todo tipo. Lo malo es cuando esos pensamientos se hacen negativos y se convierten en una pescadilla que se muerde la cola. Es muy difícil parar la mente. Eso, los orientales lo saben hacer mejor. Pero tampoco hace falta parar la mente, sino sentarse y decir: a dónde voy con esto o qué es lo que esto me reporta. Nos metemos en dinámicas que son auténticos torbellinos. En la vida hay que parar de vez en cuando. Si no paras, no hay manera de enderezar tu vida.

-Desarrollar la inteligencia emocional, ¿ayuda a nuestras cabezas a estar mejor?

-Claro, porque nos da un papel activo en el manejo de nuestras propias emociones, que es algo fundamental. Y que, por cierto, los sistemas sanitarios en general no estimulan demasiado, no solamente respecto a emociones, sino respecto a problemas de salud que nos afectan. En el momento en que una persona entiende que tener un ánimo triste, el sentirse irritable o tener una contractura muscular tiene un origen ajeno, que depende de cosas externas y no de ella, de su estado emocional, tiene pocas papeletas para poder manejar lo que le pasa. Con inteligencia emocional puedes manejar las situaciones. Sabes lo que depende de ti.

-¿Sabemos demasiado poco del poder y de las capacidades mentales?

-Sí, la inmensa mayoría de las veces. Se dice que utilizamos una parte de nuestro cerebro mínima, y es cierto. Pero es muy cierto también que aprovechamos muy poco las posibilidades que tenemos de hacer frente a las demandas que la vida nos hace. Por ejemplo, cuando nos manejamos con pensamientos negativos de manera continuada, tenemos todas las papeletas de la tómbola compradas para sentirnos tristes, irritables o muy ansiosos. No caemos en la cuenta de que, si esos pensamientos negativos que tenemos, pudiésemos modificarlos, esas emociones de tristeza, de irritabilidad o de ansiedad podrían disminuir también. Dicho de otra manera, nos empeñamos a veces en buscar las mismas soluciones para los problemas que tenemos y nos metemos en círculos viciosos cotidianos que nos crean un escenario de mucha infelicidad.

-Como siempre, el refranero acierta. Todo depende del cristal con que se mire.

-Totalmente. Si tuviésemos distintos cristales que utilizásemos de vez en cuando, incluso bajo nuestro propio interés, sería estupendo. El problema es que muchas veces es como si llevásemos unas orejeras de caballerías, que nos hacen mirar siempre en una dirección, y nos creemos que el mundo es sólo eso.

-¿Y no es eso?

-La realidad no es lo que nosotros nos empeñamos en pensar que es. La realidad son muchas otras cosas, que tenemos que descubrir. El descubrimiento lo hacemos a través de cristales que utilizamos porque nos interesa utilizar. Pero podemos tener una visión de la realidad fuera de esos cristales que nos distorsionan la óptica.

-El miedo, ¿es el peor enemigo de nuestra mente?

-El miedo nos hace infelices, nos hace insolidarios y nos puede volver agresivos. El miedo, que es parte importante de nuestra propia defensa respecto a agresiones externas, se puede convertir en una ayuda. O en nuestro peor enemigo y hacernos absolutamente infelices. Y a veces crueles.

-Nos han enseñado a ser buenos, obedientes, generosos, fuertes... La educación, ¿una trampa para la mente?

-Totalmente. Es una cuestión absolutamente cultural. Y no es que la haya habido y ya no la haya, la sigue habiendo, disfrazada de otras maneras. Todo lo que significa no sacar, no buscar las posibilidades reales que tenemos todas las personas es quedarse atrapado en la obediencia, de la culpa y de la baja autoestima. La cultura juedeo cristiana tiene que ver mucho con eso.

-Sentirse querido, aceptado, ¿es una buena aspirina para la salud mental?

-Sí, porque el ser humano no es tan ser humano si no se entiende en el contexto de su relación con los demás. Ahí es donde cobramos nuestra idiosincrasia. El sentirnos amados, aceptados, tenidos en cuenta es lo que realmente da sentido a nuestra vida.

-La salud del cuerpo, ¿espejo de la de la mente?

-Es que es la misma salud. Hay un concepto de salud integral. La OMS lo dijo hace ya mucho tiempo, es una cuestión biopsicosocial, que tiene que ver con lo puramente biológico, con lo psicológico y con lo social. Están absolutamente imbricados, nadie puede tener una salud física aceptable si no tiene una salud mental aceptable. Y viceversa. Es imposible separarlo. Cuando lo separamos es fundamentalmente por definir ámbitos de intervención, pero la visión es holística, en esos tres ámbitos.

-¿Nos dopamos demasiado para calmar la mente?

-Pero no sólo con drogas o alcohol, sino con televisión, telenovelas y trabajos insoportables. Eric Fromm escribió un libro muy bonito, 'El miedo a la libertad', que tiene que ver con eso. El miedo ancestral del ser humano a tomar decisiones por él mismo y a asumir las consecuencias de esas decisiones y a disfrutar con esas decisiones. En el momento que tenemos dificultad para eso, lo que hacemos es escondernos. Y nos escondemos en esas cosas que al final lo que están limitando es nuestra libertad. El alcohol, otras drogas o la televisión, en el fondo, limitan nuestra libertad.

-Empecé pidiéndole un diagnóstico. Ahora le pido una receta para mantener la cabeza saludable.

-Cuidemos nuestro cuerpo, por lo que tiene que ver con nuestra vida psíquica. Y cuidemos nuestra psique, por lo que tiene que ver con nuestra vida somática. Cuidar nuestro cuerpo significa no abusar de tóxicos, hacer ejercicio físico, alimentarse adecuadamente y disfrutar con la alimentación, tener más contacto con la naturaleza. Y mejorar nuestra psique tiene que ver fundamentalmente con manejar toda esta serie de pensamientos negativos que a veces nos inundan y que nos hacen ser infelices, sentirnos tristes, irritables o ansiosos.

-Lo que dijo antes, cambiar los cristales.

-Eso es. La vida son muchas cosas. Podemos tener pensamientos negativos repetidos una y otra vez respecto a nuestra vida y no nos paramos a pensar que, a lo mejor, eso no es la realidad realmente, es una parte de la realidad. Si me pide un consejo, que no suelo dar, diría, cuando tenga un pensamiento negativo, identifíquelo, escríbalo. A continuación ponga una coma y después un pero... Y a ver que se le ocurre. En la vida hay otras cosas.

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