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FRANCISCO GRIÑÁN
Lunes, 30 de agosto 2010, 03:43
A Landa y compañía se les iban los ojos -y las manos- detrás de esculturales pioneras del destape como Nadiuska o la Cantudo, que perdían vestuario con la misma rapidez que se llenaban las butacas de aquel cine español de los 70. Películas en pelotas y por pelotas que acabaron contagiando a las actrices 'serias' -caso de Carmen Sevilla- que hicieron suya la socorrida frase de las «exigencias del guión» para perder la ropa y conservar los títulos de crédito. El argumento solía ser básico: ellas se desnudaban y ellos entraban en trance. Y el origen de aquel destape hay que buscarlo en el cine turístico de los 60 y en el mito de la sueca. Un sueño colectivo que nació a pie de playa.
Si hay un escenario reconocible en aquel empacho carnal es precisamente la Costa del Sol. Películas fundacionales como 'Amor a la española' (1966) o 'El turismo es un gran invento' (1968) infectaron de glamourosas rubias de acento guiri un cine que jugaba con la reprimida educación tardofranquista. «Los que convirtieron lo de las suecas en una especie de obsesión nacional fueron Alfonso Paso y José Luis Dibildos con 'Amor a la española'», recuerda Alfredo Landa en sus memorias, donde añade que deja a los «historiadores la tarea de contar las veces que repetí el personaje de perseguidor de suecas».
«Todos turulatos»
Aquellos rodajes en la cosmopolita Costa del Sol no eran una casualidad, ya que el mito de las nórdicas nació precisamente en Playamar y alrededores. Eso sostiene el historiador y autor de la web www.aqueltorremolinos.com, Antonio C. Blanco Cabrera, que explica que la creación del Colegio Sueco de Vacaciones en España, una institución para chicas que se instaló en Torremolinos en 1954, fue el origen de este mito. «¿Se imaginan a decenas de muchachas suecas, jóvenes, altas, rubias, alegres, paseando su palmito y sus liberales costumbres, renovándose en turnos de quince días, de julio a septiembre por las calles del Torremolinos cerrado y mojigato de los 50?», se pregunta Blanco Cabrera, que añade que muchos lugareños y visitantes «espabilaron con los encantos de aquellas adorables muchachas» y dieron pie a un mito que no tardó en saltar al cine.
Como parodiaba el filme 'Torremolinos 73' (2002), aquel cine turístico fue quitándose poco a poco el biquini en los 70. De ello tuvo buena culpa Mariano Ozores, que con la complicidad de Landa orquestó cintas de éxito como 'Manolo la Nuit' (1973) -«donde despuntó una chica rusa que nos dejó a todos turulatos», recuerda el actor en referencia a Nadiuska-, 'Fin de semana al desnudo' (1974) o la más picante 'Mayordomo para todo' (1976), con Puerto Banús como fondo.
Fernando Esteso también se apunto al fenómeno con la versión hotelera del machito ibérico playero, 'Pepito Piscinas' (1977), pero su destape fue definitivo en asociación con Andrés Pajares, con el que perpetró en la Costa del Sol 'Los liantes' (1981) y 'Agítese antes de usarla' (1983), a las órdenes de ese voyeur surrealista que es Mariano Ozores. Películas con desnudez en varios sentidos, pero de éxito formidable. El tiempo las arrinconó como cine de barrio, aunque hoy día comienzan a reivindicarse como testimonios sociales de una época. Eso sí, «después de trabajar con los Ozores, cualquier guión era 'El Quijote'», apostilla Landa.
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