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Paul Bowles y Jane Auer, su esposa. :: REUTERS
CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Jane y Paul Bowles: entre dos orillas

La escritora mantuvo su inquietud creadora y paseó por la capital malagueña durante los años que estuvo ingresada en el sanatorio en el que murió Málaga y Tánger marcaron la vida y la obra de los autores norteamericanos

RAFAEL CORTÉS jrcortes@diariosur.es

Domingo, 11 de abril 2010, 03:56

La vida no fue nada fácil para la autora norteamericana Jane Auer ni tampoco para su marido, Paul Bowles. Ella vivió con obsesión su pasión por la literatura, como también su sexualidad. Mujer cosmopolita, su juventud estuvo marcada por los problemas de salud, que finalmente acabarían con su vida en 1973 después de varios años de entradas y salidas de distintas instituciones clínicas. Sus últimos años de vida los pasaría entre Tánger y Málaga, las dos orillas que marcaron la última etapa vital de esta pareja, que vivió en Nueva York hasta 1947, año en que se instalaron en la ciudad del norte de África.

Málaga, sin embargo, fue el destino que el escritor, compositor y viajero empedernido Paul Bowles escogió para que su mujer, Jane, fuera atendida lo mejor posible. Una ciudad en la que, a pesar de su delicado estado de salud, «no se agotó su creatividad literaria, incluso en muchas ocasiones la escritura vino, surgieron nuevas propuestas e ideas; hay cartas suyas de una rara belleza literaria, donde comenta sus impresiones y sensaciones a amistades muy queridas», tal y como recuerda Rodolfo Häsler, poeta cubano afincado en Barcelona y coordinador del libro 'Jane Bowles. Últimos años', un amplio volumen editado por el Instituto Municipal del Libro y presentado esta semana dentro del ciclo en homenaje a la escritora neoyorquina.

Häsler precisa que esos siete años que pasó en estas tierras, con sus idas y venidas, «no fueron sólo de enfermedad y sufrimiento, casi de enajenación como se ha querido hacer ver, y sí fueron años en los que además hubo alegrías, nuevos proyectos, ilusiones, amistad y vida intensa; esa vida vivida con tanta intensidad como queda patente en su escritura».

En este sentido se manifiesta también el poeta y profesor Francisco Chica, autor de uno de los capítulos del libro sobre los últimos años de Jane Bowles, concretamente el referido a su estancia en la capital de la Costa del Sol. Y es que el autor está convencido de que durante esos años «siguió escribiendo su diario y trabajaba en dos obras, 'Hacia Massachusetts', una narración sobre una mujer que elige vivir sola, y 'En el mundo exterior', una novela autobiográfica de gran empeño cuyo título era la respuesta al libro similar de Paul Bowles, titulado 'Up above the world'».

Así, Chica, que en 1986 viajó junto a Juan Zaro a Tánger al objeto de entrevistar a Paul Bowles para la revista 'Puerta Oscura', rememora que mientras estuvo en la clínica malagueña «Jane debió reflexionar largamente sobre su propia historia, revisándola en sus momentos lúcidos y haciendo un balance final con la religión y la espiritualidad de fondo». Una reflexión que la llevaría a abrazar el catolicismo (Auer nació en una familia judía), aunque su marido, de convicciones ateas, achacó esta conversión a las presiones de las monjas que la atendieron en sus últimos días y a su crítico estado de salud.

Fuente de inspiración

Paul Bowles conocía bien Málaga y sus alrededores, que a veces fueron fuente de inspiración para sus obras. El Hotel Victoria de Ronda, el Miramar y el Málaga Palacio en la capital lo acogieron siempre con hospitalidad. La enfermedad de Jane fue un motivo más para volver a esta ciudad, ya que aunque ambos mantuvieron relaciones homosexuales fuera del matrimonio, siempre se quisieron mucho. Él nunca dejó de interesarse por su estado de salud. Rodolfo Häsler explica que «pasearon juntos por calle Larios, el equivalente al Boulevard Pasteur de Tánger. Son dos ciudades que son la cara y la cruz de la misma moneda. Y desde luego aquí Jane no se sentiría demasiado alejada de un entorno que por diferente que parezca a primera vista, guarda una serie de semejanzas importantes. Siete años en Málaga hasta morir en 1973, no son pocos años, y es en todo caso una parte importante en la vida de una persona», señala.

Ambos conocieron bien la Costa y el escritor, que había visitado Churriana para conversar con Brenan en los años 30, aprovecha sus viajes por la provincia para captar sus diferentes ángulos. Entre Antequera y Málaga, por ejemplo, se sitúa parte de la acción de uno de sus libros de historias cortas, 'The Hours after Noon'. Paul Bowles resumía: «Era un sitio muy agradable. En realidad todo se reducía a la vida del puerto.... Las calles olían siempre a pescado».

A partir de 1967 la enfermedad de la escritora avanza de forma imparable, tal y como recuerda Francisco Chica. «Impotente ante la agitación que sufre tras sus frecuentes ataques epilépticos y aconsejado en Tánger por los médicos, Bowles decide trasladarse a Málaga para buscar aquí un centro hospitalario adecuado. La ciudad no era extraña para ninguno de ellos». Tras varias gestiones, en abril Jane ingresa en el Sanatorio del Sagrado Corazón, centro psiquiátrico de mujeres de carácter privado llevado por las Hermanas Hospitalarias.

Psicosis y depresión

Tenía entonces 40 años y fue atendida por los doctores Cotrina y Montsarrat, que establecen su diagnóstico, psicosis maníaco-depresiva, y establecen su tratamiento, que apuesta por el shock. De este sanatorio saldría y entraría en varias ocasiones, y allí recibiría numerosas visitas, como la de David Herbert e Isabelle Gerofi, una de sus grandes amigas y dueña de la Librairie des Colonnes en Tánger, indica Chica. Incluso el autor recuerda cómo a principios de junio Jane e Isabelle se desplazaron al centro de Málaga «para sentarse en una terraza y comer después en el restaurante que señaló la escritora. Su menú, bloody mary, cóctel de gambas y vino blanco».

Centro de reposo

Tras un breve ingreso en un centro de Granada, en junio del 68 Jane Bowles regresa a Málaga, a la Clínica de Reposo Los Ángeles, un centro privado dirigido por el doctor Ortiz Ramos, prestigioso psiquiatra al que auxilian un grupo de monjas. En este sanatorio, con algunas breves escapadas a Tánger, permanecerá hasta su muerte.

Chica aclara en el libro que sus relaciones aquí se desenvuelven entre tres grupos: las monjas, los residentes de habla inglesa que provenían del Hospital Colonial de Gibraltar, y los pocos españoles con los que llegó a trabar amistad. Entre ellos, hay que citar a Leonor Werner, «única paciente de Málaga que hablaba inglés y que había optado por quedarse en la clínica tras superar la enfermedad. Tomó verdadero afecto hacia ella, que le leía en voz alta».

Además, recién instalada en este sanatorio, recibe la visita de John Hopkins, novelista y director de la Escuela Norteamericana de Tánger, y la de una amiga de aquella ciudad, con la que almuerza en el Parador de Gibralfaro. «Estas breves salidas y algún paseo por Larios y Calle Nueva fueron los únicos contactos con la ciudad, aunque Chica rescata de la memoria algunas notas en sus cuadernos que dicen: «Tengo que ir a ese pueblo». En sus paseos por la principal arteria de la ciudad, a Jane le gustaba también sentarse en La Cosmopolita a escribir cartas a sus seres queridos

En el 69 vuelve a Tánger, pero a finales de octubre vuelve a ser internada y Paul Bowles pasará quince días con ella en Málaga. Una hipertensión arterial genética, la hemiplejia sufrida años antes, su afición al alcohol y el conflicto religioso en el que se encontraba, junto a la carencia afectiva y a la dificultad para escribir, provocaron una profunda merma de su salud, que se vio agravada en la primavera de 1970. Sufrió entonces una grave hemorragia cerebral que la mantendrá postrada hasta su fallecimiento, que tendría lugar en 1973 en la Clínica de reposo de Los Ángeles, tal y como constata el libro 'Jane Bowles. Últimos años'.

Una obra que analiza su vida y su obra y en la que estampan su firma, además de los ya citados, autores como Luis Antonio de Villena, Vicente Molina Foix, Gore Vidal, José Luis Cabrera, Alfredo Taján, John Giorno, Antonio Garrido, Marta Pessarrodona, Rodrigo Rey Rosa, Lutz Petry, Francisco Cumpián y José Hernández, entre otros.

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