El decano de la Facultad de Derecho, Juan José Hinojosa, junto a Isabel Jiménez, Carolina Jiménez, Mar Joanpere y Fátima Cisneros, durante el encuentro en el aula judicial de la facultad. migue fernández

La Universidad de Málaga sigue marcando el camino para luchar contra el acoso sexual en las aulas

La Facultad de Derecho ha acogido el encuentro sobre el movimiento 'Me Too Universidad en ruta', que busca dar a conocer una problemática que ocurre en muchas instituciones educativas

ANABEL NIÑO

Miércoles, 28 de septiembre 2022, 18:51

«Denunciar un acoso sexual no es fácil, hablar de ello tampoco lo es». Esta ha sido una de las muchas frases que Mar Joanpere -primera víctima que ganó un caso de acoso sexual entre iguales en la universidad- ha dejado durante su intervención en el encuentro 'Me Too Universidad en ruta' que ha tenido lugar este miércoles en el aula judicial de la Facultad de Derecho y a la que han acudido cerca de un centenar de estudiantes. Se trata de un proyecto que tiene como objetivo dar a conocer una problemática existente en muchas universidades del país, además de exigir a las instituciones educativas que pongan en marcha mecanismos basados en evidencias científicas que logren acabar con esta pandemia silenciosa.

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Para ello, este movimiento se encuentra realizando este tipo de encuentros a través de una ruta por todo el territorio español que se está llevando a cabo de manera simultánea, una por la zona norte y otra por el sur, para terminar convergiendo en la capital. Allí presentarán su campaña «a los rectores y rectoras que asistan, e iniciaremos una recogida de firmas para pedir nuevas medidas, muy fáciles de implantar y que son fundamentales», explicaba Joanpere.

La Universidad de Málaga sigue marcando su camino para luchar contra el acoso sexual en las aulas, y ha sido una de las muchas universidades del país que han abierto sus puertas -otras no han sido tan receptivas- a esta iniciativa, con el objetivo de fomentar otro nuevo formato de información para la prevención y la forma de actuar ante un caso de acoso o violencia, ya sea de índole sexual, por identidad de género u orientación sexual. Para esta ocasión se ha contado con la presencia de Isabel Jiménez, vicerrectora de Igualdad, Diversidad y Participación Social de la UMA, la propia Mar Joanpere, además de las profesoras de la Facultad de Derecho, Carolina Jiménez y Fátima Cisneros, quienes también son las coordinadoras de la primera 'Guía de buenas prácticas docentes en género e igualdad'.

Algunos momentos del encuentro 'Me Too Universidad'. MIGUE FERNÁNDEZ

Durante cerca de dos horas, los estudiantes han sido informados de las herramientas que desde el Vicerrectorado de Igualdad se han ido facilitando, no solo al propio alumnado de la universidad sino también al profesorado, desde su creación hace ahora varios años, y entre las que se encuentra un protocolo de actuación para la violencia de género y los abusos o acosos de cualquier índole. Este documento, como bien explicaba la propia vicerrectora de Igualdad, tiene como objetivo abarcar dos cuestiones fundamentales, «la prevención para poner fin a este tipo de violencia, y también saber actuar en caso de que se produzcan esta clase de acosos, que pueden ser sexuales, por orientación sexual o identidad de género».

Asimismo, se ha destacado la existencia de puntos violetas en el hall de la universidad, para facilitar la comunicación de la víctima con la unidad de igualdad, y que de esta forma se pueda intervenir para prevenir o actuar si el acoso ya se ha producido. «Nosotros vamos más allá y no solamente queremos intervenir cuando se da el caso sino hacerlo cuando aún no existiendo acoso, hay actuaciones machistas que se normalizan y crean todo un espacio de discriminación por el simple hecho de ser mujer», destacaba Isabel Jiménez. Además, hacía hincapié en el propósito de la Universidad de Málaga de convertirse en un referente para la sociedad para revertir esta situación, incidiendo directamente en la raíz del problema: «La comunidad universitaria percibe de una manera más clara este tipo de problemas. Tenemos una oportunidad para partir de estas iniciativas y servir a la sociedad de referente para acabar con la violencia de género», continuaba añadiendo.

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Guía de buenas prácticas docentes

En este encuentro también tomó la palabra Fátima Cisneros, profesora y coordinadora, junto a Carolina Jiménez, de la 'Guía de buenas prácticas docentes en género de igualdad', publicada en el mes de julio y que ha sido fruto de un trabajo en equipo, conformado por profesores de la UMA y de otros centros, y que se inició en el año 2018. «Nosotros estuvimos evaluando y llegamos a la conclusión que existían acciones machistas, a veces minimizadas por el propio profesorado. Además nos dimos cuenta de un aspecto importante, y es que a pesar de la difusión, muchos profesores y profesoras no lo conocían o no sabían cómo trasladar esa perspectiva de género, cómo actuar si una alumna informaba sobre un caso de acoso. Por ello vimos necesario plasmar una guía destinada al profesorado que fuera extrapolable a cualquier titulación», detallaba Cisneros.

Esta guía se divide en tres grandes bloques, que buscan ayudar a que el docente conozca los elementos de los que dispone dentro de la universidad para poder ayudar al alumnado, y dentro de los cuales se abarcan aspectos como las buenas prácticas docentes en género e igualdad, los ámbitos de aplicación de esas buenas prácticas y finalmente las actuaciones para la detección de comportamientos discriminatorios por razones de género. «Queremos seguir trabajando más en profundidad porque el acoso sexual en las universidades es un problema que está sumergido, completamente invisibilizado, que solo deja ver la punta del iceberg pero que existe», subrayaba Carolina Jiménez.

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Testimonios reales

Uno de los momentos más significativos del encuentro ha sido el testimonio de Mar Joanpere, quien junto a dos compañeras, en 2012 comenzó a sufrir acoso por parte de otro alumno que cursaba el mismo máster en la Universidad de Barcelona. «El chico empezó a perseguirnos. Aparecía en cualquier parte de nuestra vida, en nuestra casa, en el metro, en los baños o en los pasillos. Era una persecución constante. Nunca habíamos hablado con él y no entendíamos cómo conocía tantos datos sobre nosotras», comenzaba narrando. La situación se agravó cuando a ese seguimiento se le unió otro tipo de acoso, que consistía en enseñarles dibujos que él mismo realizaba sobre las partes íntimas de Joanpere y sus amigas, además de las propias amenazas con un arma: «Un día, en medio de la clase, el chico abrió su mochila y sacó una navaja de unas medidas no reglamentarias y empezó a hacer ostentación delante de nosotras. La profesora siguió dando la clase como si no pasase nada y cuando acabó, se fue corriendo. Las otras compañeras del máster tampoco nos decían nada. Nadie se ofreció a ayudar o a preguntar si podían hacer algo, a pesar de que era una situación obvia», continuaba.

Su ayuda, sin embargo, llegaría de una manera inesperada varios meses después, cuando un profesor de una nueva asignatura preguntó si dentro del aula o en la facultad había algún caso de acoso sexual, mientras les informaba de los mecanismos disponibles para poner fin a una situación similar. «Las tres nos quedamos alucinadas porque era la primera vez que alguien se ofrecía a ayudarnos y a sacarnos de aquella situación. Fuimos a hablar con el profesor, Ramón Flecha, y le pedimos ayuda e información para superar aquello. Si no hubiésemos tenido esa interacción, seguramente yo no estaría hablando de esto porque habría abandonado mis estudios de máster porque la única solución era huir y no enfrentarse a la situación que estábamos sufriendo».

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Aquella interacción les llevó a conocer a otras 14 chicas que se encontraban en un proceso judicial por casos similares, lo que les impulsó a que ellas destapasen aquel caso, que también ocasionó un aluvión de testimonios, algunos incluso con pruebas gráficas, de nuevas personas que habían sufrido acoso sexual. Ellas ganaron el caso, y el acosador fue expulsado del máster con la prohibición de poder entrar a cualquier espacio de la Universidad de Barcelona, sin embargo no todos estos incidentes finalizan de una manera positiva, ya que los casos difieren mucho cuando se trata de un acoso entre iguales y cuando se encuentra involucrado un profesor. «Por el momento no tenemos constancia de victorias para las víctimas que son acosadas por profesores. Es importante ver cómo, a pesar de todo, estamos haciendo muchos esfuerzos para que nadie nos expulse de nuestras universidades. No queremos que nadie nos quite de ahí, de ahí la importancia de esta ruta del Me Too para intentar que nadie tenga que irse de las universidades y tengan referencia de personas que siguen dentro y que no tienen intención de marcharse», sentenciaba Joanpere.

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