Dani Maldonado

Teo López Navarrete - Rector

«La UMA podría tener hasta 59 millones más si la Junta corrigiese su modelo de financiación»

El rector denuncia «la desigualdad» del reparto de fondos andaluces y asegura no temer la llegada de nuevas universidades privadas

Domingo, 28 de septiembre 2025, 00:27

Apenas quedan dos horas para el acto de apertura del curso y Teodomiro López (Badajoz, 1960), lejos de atrincherarse para ultimar su discurso o calmar ... los nervios, concede una entrevista. Como si sobre la inauguración no planease la amenaza de una protesta (durante la charla comienzan a escucharse, tímidas, algunas bocinas), como si no tuviera el reto titánico de sacar adelante una institución histórica que hace unos meses rozó la quiebra y como si la toga enfundada con mimo pero dejada descuidadamente sobre una silla no pareciera avisarle de que es hora de cambiarse. Porque Teo, como se hace llamar, ha demostrado que a sangre fría, al menos en apariencia, no le gana nadie. A malagueño, dice, tampoco.

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–Cerca de 40.000 alumnos a los que atender, una situación económica delicada, muchas deudas, tensiones con la Junta por un lado y con los sindicatos por otro, nuevas universidades privadas… Viniendo hacia aquí me preguntaba si es lo que imaginaba hace dos años y si se ha arrepentido de haberse presentado a las elecciones.

–Empezaré con una enorme sinceridad: no, no es lo que esperaba. Ni muchísimo menos. Ya sabía que la situación de la Universidad era delicada, pero nunca imaginé que tanto como para llegar al momento que vivimos el año pasado, con la judicialización de las deudas con las constructoras. Fue una situación muy dura, cercana a la bancarrota. Recuerdo perfectamente la apertura del curso del año pasado, en medio de ese escenario.

–¿Y cómo duerme uno la noche antes de inaugurar el curso de una Universidad a punto de declararse en bancarrota?

–Pues mal, se duerme muy mal. Soy consciente de que estoy al frente de una institución que ha sido y sigue siendo el motor de buena parte de la realidad socioeconómica de Málaga, una universidad que ahora cumple 53 años, y por la que tengo la obligación de darlo todo. Y una situación tan comprometida como la que teníamos hace unos meses hace que uno no piense en otra cosa.

–La semana pasada publicamos en SUR que la UMA se encuentra a la cola del sistema andaluz de financiación universitaria, solo por delante de Almería y con casi 700 euros por estudiante por debajo de la media. ¿Por qué?

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–Es la gran pregunta. El modelo de financiación sirvió para resolver muchos problemas y fue pactado precisamente en Málaga, pero se ligó a la muy mala situación que atravesaban algunas universidades y a la muy buena situación que vivía la UMA. Lo cierto es que no refleja la realidad del tamaño de las universidades. Porque la de Málaga es la tercera en ese sentido, por detrás de Granada y Sevilla, que tienen 55.000 estudiantes aproximadamente. No tiene sentido que haya una diferencia tan grande de financiación. Eso lastra enormemente la situación de la Universidad. Porque la UMA podría tener 24 millones más de presupuesto si llegásemos a la media y hasta 59 millones si llegamos a las cifras de la mejor financiada. Y eso resolvería muchos de los problemas que tenemos ahora.

«Sabía que la situación era delicada, pero nunca imaginé que tanto como para haber estado cerca de la bancarrota»

–¿Pero qué ha pasado? ¿La UMA no ha pedido más dinero o la Junta ha hecho caso omiso a esa petición?

–La Universidad lleva reclamando más dinero al menos desde que yo llegué como rector. En la noticia de que recibimos casi 700 euros menos por estudiante, que publicó vuestro periódico, los datos eran de la Consejería de Universidades de la Junta de Andalucía. Quiero decir que son datos oficiales. Es evidente que, a la hora de financiar, no se utilizan indicadores objetivos.

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–¿Y cuál es la respuesta de la Consejería cuando ha reclamado un reparto más justo?

–Creo que tienen la voluntad firme de solventar el problema. Es de justicia. Estamos pidiendo lo que Málaga y su Universidad merecen. Que un estudiante que haya nacido en Alhaurín de la Torre, por ponerle un ejemplo, y haya decidido ir a la Universidad de su provincia no reciba 700 euros menos que cualquier otro estudiante del resto de Andalucía. Y eso si hablamos de alcanzar la media; si nos fijamos en las universidades mejor financiadas, la diferencia sube hasta los 1.700 euros por estudiante. Está claro que es un problema que la Junta tiene encima de la mesa y que tiene que solucionar.

–¿Y en qué se traduce esa infrafinanciación? Porque a veces nos perdemos en los conceptos pero todo esto supone escasez de plazas, mermas en la investigación, sobrecarga de trabajo, menos ayudas y becas…

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–Influye en todo eso que comenta. La UMA, al haber sido beneficiaria de un préstamo de cerca de 49 millones de euros, está sometida a un plan de ajuste en los próximos tres años que supone, por ejemplo, que cada vez que convoquemos una plaza tenemos que pedir permiso a la Consejería y garantizar que no vamos a aumentar el déficit. Con más presupuesto tendríamos proyectos mucho más dinámicos, está claro.

–¿Cuál es la situación actual?

–Va mejorando. Tengo mejor cara que hace un año, creo. (Sonríe). Estamos teniendo una enorme capacidad de sacrificio, y creo que la Junta lo ha percibido. Cumplimos el plan de ajuste, pero a costa de sacrificios enormes. Pero se lo he dicho al consejero y quiero que quede claro: no estamos pidiendo más ayudas, sencillamente queremos que a la Universidad de Málaga reciba lo que debe recibir.

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Dani Maldonado

–¿Conocía la situación de la Universidad antes de acceder al cargo? Porque usted estaba en el anterior equipo de gobierno. ¿Sabía que había deudas enormes con constructoras, impagos en materia de limpieza y hasta de cuotas patronales?

–No con ese nivel de detalle. El Consejo Social es el que aprueba los presupuestos y fue consciente, año a año, del deterioro económico que estaba sufriendo la institución, pero estoy seguro de que tampoco eran conscientes del agujero en el que se estaba metiendo la Universidad.

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–Y una vez sabido, ¿no le ha pedido explicaciones a su antecesor, José Ángel Narváez?

–Un rector debe tomar las riendas de su Universidad desde el minuto cero. Estoy convencido de que la gestión anterior, desde el punto de vista legal, no tiene ningún tipo de implicación como para que hubiese que tomar medidas. Hay veces que las cosas no salen como tienen que salir, hay veces que se tienen descuidos en la gestión, que no se tiene la frescura necesaria para hacer un balance de lo que sucede… y me quedaría ahí. Que el anterior rector me diga qué ha pasado o qué no ha pasado no va a condonar la deuda de treinta millones con Acciona.

–¿Ni siquiera por curiosidad?

–Más que curiosidad, había que hacer un estudio profundo de la situación y la gerencia lo hizo. La Universidad de Málaga contaba con unos remanentes importantes que fueron retenidos por la Junta de Andalucía para el fondo habilitado para el covid; hablamos de cuarenta millones de euros que la UMA cedió, aunque ceder no es la palabra porque los remanentes siempre están al servicio de las instituciones. Pero ese dinero desapareció y se echó mano más de los que se debía porque hubo que afrontar acciones importantes…

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«¿Narváez? Hay veces que se tienen descuidos, que no se tiene la frescura necesaria...»

–¿Comparte el modelo de la Facultad de Psicología?

–¿En qué sentido?

–Ese modelo faraónico.

–Más faraónico me parece el nuevo pabellón de gobierno. A ver, la Facultad de Psicología es probablemente el edificio más bonito que tiene nuestra Universidad. Si de alguna manera me está preguntando que, si supiese las condiciones en las que iba a acabar la UMA, yo hubiese hecho esa facultad, la respuesta es que no. Sería insensato responder otra cosa, aunque ahora me alegre de tener esa facultad y de que sus estudiantes y sus grupos de investigación disfruten de esas instalaciones. Por lo menos este edificio quedó bonito.

–Pero entiendo que no es un modelo que comparta.

–La Universidad no se lo puede permitir. Tenemos necesidades enormes, por ejemplo en la Facultad de Ciencias. Hace falta un plan de infraestructuras por parte de las instituciones para seguir dando respuesta a las necesidades de la Universidad.

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–El capítulo de personal es otro caballo de batalla. Por un lado está el presupuesto, con un coste que casi se come toda la financiación de la Junta, y por otro las reivindicaciones sindicales, que denuncian precariedad y reclaman mejores condiciones laborales.

–Es un equilibrio complicado no sólo porque las universidades estamos sujetas a una cota de gasto que establece la Consejería de Economía y Hacienda, sino porque como comentaba antes estamos sometidos a un plan de ajuste. Hay colectivos cuyas reivindicaciones son muy justas, por ejemplo los catedráticos. Yo estaría encantado de que tuviesen su promoción de manera inmediata, como sucedió en algún tiempo, pero si la Junta no me lo autoriza, me meto más en el agujero del que estoy intentando salir.

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–¿De qué situación estaríamos hablando sin el préstamo de la Junta?

–Al déficit estructural se sumaría el déficit coyuntural por los impagos a las constructoras. Ahora esas deudas están pagadas pero tenemos un préstamo que abonar por delante. La única forma de hacerle frente es con mayor financiación. Creo que es importante que todo el mundo tome conciencia de que la Universidad de Málaga está infrafinanciada. De eso y de que la Junta debe corregir su modelo de financiación para nivelarlo y acabar con las desigualdades.

–Y en este escenario, ¿cómo se mantiene la competitividad?

–Con sacrificio, con ajustes importantes. Tenemos líneas rojas que tienen que ver con la excelencia en la docencia y con la labor de investigación. Nuestros profesores son excelentes y ahora tienen que dar más horas que el año pasado. Estamos en una situación de contención del gasto que hace que desgraciadamente haya cosas que tengan que esperar. Pero déjeme decirle con una enorme sonrisa que, en relación con el presupuesto, esta Universidad es la que más fondos ha captado del Plan Nacional de Investigación este año.

«Se lo he dicho al consejero: no estamos pidiendo más ayudas, solo que la UMA reciba lo que debe recibir»

–Una de las mayores preocupaciones del alumnado es la vivienda. ¿La UMA está haciendo algo en ese sentido?

–Las instituciones tienen que ir de la mano. Nosotros hemos abordado la construcción de una segunda residencia, que está en proceso de licitación y que tendrá mil plazas a través de una iniciativa público-privada. Tenemos otros planes innovadores como el fomento de la convivencia de estudiantes con personas mayores que se benefician de esa compañía. Nosotros subvencionamos ese alquiler y es un programa que está teniendo mucho éxito. Pero insisto: debemos ir de la mano. Porque es un problema que aún no repercute de manera directa en la Universidad pero que se ve venir.

–¿Cómo?

–Por ejemplo en los programas de movilidad. Porque esta ciudad es un encanto pero si no puedes pagar un alquiler terminas yendo a cualquier otra universidad.

–¿Es partidario de limitar las viviendas turísticas?

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–Creo que han tocado techo. Me da la sensación de que Málaga ya no necesita más viviendas turísticas, aunque es un tema complicado y no estoy en la política local porque ya tengo suficientes problemas en la Universidad.

–¿Cree que la UMA está preparada para la revolución que ya está suponiendo la inteligencia artificial?, ¿no teme que muchos planes de estudio e incluso parte del profesorado se queden obsoletos?

–En absoluto. Las capacidades son inmensas. Tenemos unas magníficas escuelas informáticas y hay grupos que están trabajando en inteligencia artificial. No creo que vayamos a tener ningún problema en ese sentido.

–¿Le preocupa la llegada de nuevas universidades privadas?

–Me preocupa la calidad de esas nuevas universidades. La UMA, ayer, tenía matriculados 8.500 estudiantes de nuevo ingreso y cerca de 1.800 de posgrado. Son los mismos números que el año pasado, incluso terminarán siendo algo más altos. Y eso con tres nuevas universidades privadas. Así que, de momento, no me voy a preocupar. Lo que me preocupa es que los criterios y estándares de calidad que se nos exigen a las universidades públicas se los exijan también a las privadas. Pero no me preocupa nada más. Málaga es una de las ciudades más importantes de Europa, una ciudad que está de moda como dice el alcalde, y si nos damos una vuelta por las grandes ciudades europeas nos daremos cuenta de que en todas hay no una sino varias universidades privadas. Y no solo no pasa nada sino que la convivencia es magnífica y la calidad de algunas, enorme.

–¿Es un estímulo, entonces?

–Lo es. La competencia siempre es interesante, pero que sea una competencia leal: jugando con las mismas cartas y teniendo la financiación que le corresponde a una universidad pública que sea capaz de garantizar el acceso a la educación a cualquiera de sus estudiantes y que tiene la obligación no solo de transmitir conocimientos sino de crearlo.

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«En todas las grandes ciudades europeas hay no una sino varias universidades privadas»

–Después de tantos años, ¿siente que tiene ya el carné de malagueño?

–(Sonríe). ¡Por supuesto! A malagueño no me gana nadie. Además, soy del Málaga. Lo digo de corazón: Málaga siempre me ha parecido una ciudad abierta, hospitalaria y cosmopolita, cosa que no sucede en otras ciudades. Siempre me he sentido en casa y tengo tres hijos malagueños. Me siento extremeño porque lo soy, y allí tengo a mi familia, pero me siento muy de Málaga también.

–¿Se pueden querer dos lugares a la vez y no estar loco?

–Por supuesto. Lo contrario es nacionalismo.

–He leído que es un amante del románico. En eso coincide con el nuevo obispo.

–Sí, ya hemos intercambiado algunos whatsapps. Cuando mis hijos eran más pequeños solía irme de casas rurales por el norte, hacía unas u otras rutas del Camino de Santiago… Siempre me ha conmovido el románico.

–¿Cómo se hace para conciliar siendo rector?

–Teniendo un niño de siete años. Cuando me preguntan cómo soy capaz de desconectar, siempre respondo lo mismo: no me queda otra. Un niño ayuda mucho a desconectar.

–Pero sospecho que se lleva el trabajo a casa.

–Sí, pero no es una medalla que quiera ponerme porque además le pasa a cualquier profesor de universidad. Vivimos nuestro trabajo con pasión.

–¿Cómo se imagina con la edad del alcalde?

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–¡Uf! No lo sé. Pero lo del alcalde es un fenómeno irrepetible. Imagino que como un ciudadano más que disfruta de su tiempo libre como jubilado.

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