Francisco Guzmán: «La crisis energética nos ha hecho comprender que no podemos consumir sin control»
Con 32 patentes, este centro reúne a 47 investigadores que ofrecen sus servicios a empresas y administraciones
Por iniciativa de un grupo de profesores e investigadores de la Universidad de Málaga, en 2017 se crea el Instituto de Domótica y Eficiencia Energética. ... Desde el primer momento ha contado con el apoyo de empresas e instituciones públicas y privadas, hacia las que va dirigida en buena medida la investigación y transferencia que se impulsa desde el instituto, un centro dedicado fundamentalmente a la investigación, formación y asesoramiento de organismos e instituciones con el objetivo de promocionar, potenciar y difundir el uso de la domótica y la eficiencia energética en la industria en general y en lo referente al sector energético en particular, tanto a nivel empresarial como social.
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–El Instituto de Domótica y Eficiencia Energética se creó en 2017, y fueron acreditados por la Junta de Andalucía en 2019, junto con el de Software. ¿Cómo ha evolucionado en estos años el instituto?
–Desde su creación el instituto ha apostado por la colaboración y transferencia de conocimiento a las empresas y administraciones públicas. La evolución que ha experimentado desde entonces, tanto en líneas de trabajo como en profesionales expertos en las diferentes materias, nos ha permitido afrontar proyectos cada vez más ambiciosos y complejos. Actualmente contamos con 12 personas contratadas, trabajando en los diferentes proyectos que se están desarrollando y próximamente se incorporarán seis más (tanto universitarios como técnicos de Formación Profesional de grado Superior). Esta infraestructura de personal, además de contribuir a generar más empleo y formar a profesionales especializados, nos permite ampliar los servicios que ofrecemos y, fruto de ello, acometer proyectos que pueden parecer imposibles para instituciones como la nuestra.
–¿Con cuántos investigadores cuentan en la actualidad? ¿De qué áreas de conocimiento?
–Actualmente, el Instituto de Domótica cuenta con 47 investigadores constituyentes y 12 investigadores y colaboradores contratados que trabajan en los diferentes proyectos que se llevan en el mismo.
–Esta transversalidad (especialistas de diferentes materias en el IDEE), ¿qué beneficios aporta al instituto?
–Evidentemente, disponer de profesionales en diferentes especialidades nos permite poder afrontar proyectos que, a priori, podrían parecer difícilmente abordables desde un instituto convencional o cualquier grupo de investigación especializado en una o dos materias concretas.
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–¿Cuáles son sus principales líneas de investigación?
–Tal y como se recoge en nuestra denominación, la especialidad principal de nuestro instituto es la domótica y la eficiencia energética pero, precisamente debido a la amplitud que hoy en día se agrupa bajo esta denominación, estamos abordando proyectos que comprenden también las energías renovables, la eSalud, la asistencia social a las personas con necesidades de atención especiales y, en general, el poder abordar los problemas más acuciantes que afectan hoy en día a nuestra sociedad (incluyendo el problema de la sequía y la falta de energía actuales).
«Podemos tener todo automatizado en nuestra vivienda, controlado incluso desde nuestro móvil, y eso no significa que se tenga domótica»
–¿En qué proyectos están ahora embarcados?
–Actualmente estamos trabajando tanto en proyectos de investigación y desarrollo como en la realización de auditorías energéticas a las principales Administraciones públicas (Universidad de Málaga, Agencia Andaluza de Educación, Parcemasa, etcétera), posibilitando que las mismas reduzcan su consumo energético y sus instalaciones sean más sostenibles.
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–¿Con cuántas patentes cuentan?
–A día de hoy, el Instituto cuenta con 32 patentes y modelos de utilidad, muchos de los cuales han sido tramitados con la titularidad de la Universidad de Málaga. La mayoría de ellas están siendo explotadas por empresas y Administraciones públicas ya que nuestro principal objetivo es la transferencia a la sociedad de las soluciones que encontramos.
–Ustedes son organismo certificador de instalaciones de domótica. ¿Tienen un cálculo del número de viviendas en Málaga con sistemas automatizados?
–El gran problema que este sector ha encontrado en la sociedad es la falta de conocimiento sobre qué es, realmente, la domótica. Como decimos a nuestros alumnos y se recoge en la reglamentación técnica oficial, la domótica es la integración de sistemas de gestión y control. La cuestión es que durante mucho tiempo, e incluso hoy en día, el que una vivienda cuente con un simple sistema de aire acondicionado controlable o de electrodomésticos que se puedan programar ya se considera 'domótica' y, por consiguiente, los promotores suben el precio de las mismas. Podemos tener todo automatizado en nuestra vivienda, controlado incluso desde nuestro móvil, y eso no significa que se tenga domótica.
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–¿A qué nos referimos entonces cuando hablamos de domótica?
–Para hacerse una idea exacta sobre a qué nos referimos podríamos poner el ejemplo de tener un sistema de alarma en nuestra vivienda, un sistema de control de iluminación (para evitar que se queden las luces encendidas cuando no sean necesarias y que se aproveche la iluminación natural aportada), y un sistema de aire acondicionado 'inteligente' que solo esté encendido cuando haya alguien en la habitación. Todos precisarían de detectores de movimiento para su correcto funcionamiento, tendríamos tres en cada habitación, y tres sistemas 'inteligentes' independientes entre sí. Tendríamos domótica si 'integramos' los tres sistemas y dispusiésemos de uno solo que facilitaría información a los tres. Por ello, podemos decir que el parque de viviendas que se denominan 'domóticas' es bastante menor del que se presume si bien, desde diciembre de 2020 y por normativa europea, todos los edificios que se hayan diseñado con posterioridad a dicha fecha deben cumplir los requisitos de energía cero.
«Nos hemos acostumbrado a vivir en una sociedad donde nuestro poder adquisitivo era el único límite en cuanto a lo que podíamos o no permitirnos»
–¿Cumplen todos los requisitos de la certificación? ¿Hay en ese sentido intrusismo? ¿Qué problemas puede suponer utilizar sistemas no certificados?
–Realmente en este sector no puede hablarse de intrusismo ya que no existe una obligación oficial a que pasen ningún tipo de certificación este tipo de instalaciones (si bien están incluidas en el Reglamento de Baja Tensión y poseen una normativa específica). Lo que sí se puede es hablar de sistemas propietarios, provenientes de un solo fabricante o creador, con los que el usuario corre el riesgo de quedarse sin soporte técnico o sin recambios debido a que dicho fabricante desaparezca o cambie la tecnología. Precisamente, entes como el Instituto de Domótica son los que pueden certificar este tipo de instalaciones y su adecuación para las viviendas y edificios. También, evidentemente, debemos hablar de otros 'profesionales' que se atreven a trabajar en este tipo de tecnologías sin tener la formación adecuada para ello, pero en cualquier caso es potestad del usuario exigir que el profesional que le diseñe y monte su instalación tenga la formación reglada y acreditada que le asegure su 'profesionalidad' en las mismas.
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–Si ha visto 'Tiempos modernos', Chaplin ya presenta aquí, nada menos que en 1936, un sistema que permite que una persona coma y beba mientras trabaja, incluso le limpia la boca. El invento, como era de esperar, resulta un desastre... ¿Es imaginable un mundo así?
–Realmente sí sería posible. Me explico: sería totalmente deseable algo así, evidentemente bien diseñado y operativo, para ayudar a personas que tengan algún tipo de problema fisiológico que le impida desarrollar, adecuadamente, estas operaciones. Hay que entender que la tecnología está con nosotros para facilitarnos la vida pero el cómo la utilicemos siempre va a depender de nosotros.
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–El internet de las cosas, ¿en qué medida se está integrando en la domótica?
–Ese es uno de nuestros principales objetivos hoy en día en el Instituto. La idea es que dispongamos de sensores con diferentes funcionalidades repartidos por nuestra vivienda e, incluso, ubicados sobre nuestro cuerpo que permitan monitorizar determinados parámetros que ayuden a nuestra vivienda a determinar y avisar de cualquier posible problema que pueda presentarse con nuestra salud. La particularidad es que nuestra vivienda podría disponer, mediante una calculadora biométrica virtual, de los parámetros vitales particulares de cada uno de los habitantes de la misma de manera que la posible advertencia o alarma surja a partir de variaciones de sus propias constantes y no por los estándares de las personas de su edad y condición física.
–La inteligencia artificial, ¿se integrará de alguna manera en este control de nuestros hogares? ¿de qué manera?
–Precisamente, tal y como comentábamos anteriormente, sería la 'inteligencia artificial' la que se utilizara para realizar la calculadora biométrica, para adelantarse a los deseos de los usuarios en las tareas de su vida cotidiana y, en definitiva, para facilitar la vida de los habitantes de las viviendas (temperatura de las habitaciones, nivel de iluminación, etcétera).
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«La domótica puede hacer más fácil la vida de nuestros mayores»
–Ustedes trabajan ahora en el plan 'Más cerca', con el que se trata de favorecer que las personas mayores estén el mayor tiempo posible en sus propios hogares. ¿En qué dispositivos están trabajando?
–Básicamente en todos aquellos que permitan mejorar la calidad de vida de las personas que precisen de una supervisión o ayuda especializada en su vida cotidiana. Concretamente estamos centrándonos en conseguir dispositivos que permitan, mediante protocolos de libre uso y sin depender de ninguna marca en concreto, el conocer si una persona se ha caído, se encuentra perdida, sus constantes vitales (tensión arterial, nivel de glucosa y de oxígeno en sangre, etcétera), constatar que han comido, tomado su medicación o se combata la soledad e inactividad en la que, muchas veces, caen las personas que viven solas. No se trata de hacer diagnósticos a distancia, sino de avisar en caso de que haya problemas o conductas no habituales.
–La domótica está cada día más presente, ¿cómo cree que puede cambiar la vida de las personas?
–De todo lo que estamos hablando pensamos que muy favorablemente. Está claro que todo tiene que ser utilizado con mesura y no crear una dependencia insalvable de las tecnologías, pero en su conjunto creemos que supondrán un avance muy significativo en la calidad de vida de sus usuarios y una mejora, que es imprescindible, para nuestro entorno en particular y la naturaleza en general.
–Toda esta tecnología, ¿puede hacer más fácil y segura la vida de los mayores?
–La respuesta es totalmente afirmativa. Lo principal que necesita una persona mayor es sentirse comunicada y segura, pero siempre en el entorno y el contexto en el que se encuentre más cómoda y ese no es otro que su vivienda de toda la vida.
–La crisis provocada por la guerra de Rusia ha puesto de actualidad conceptos como la eficiencia energética. Los países desarrollados, ¿estamos derrochando la energía?
–En lo referente a la energía, nos hemos acostumbrado a vivir en una sociedad donde nuestro poder adquisitivo era el único límite en cuanto a lo que podíamos o no permitirnos. Hoy en día, bien porque nos hemos, finalmente, concienciado por las limitaciones de las fuentes energéticas y el daño que hacemos a nuestro entorno, o bien por el precio que debido a la crisis energética alcanzan las mismas, somos más proclives a limitar el derroche que hacemos en este sentido. Lo ideal sería que, aunque cesaran estos condicionantes, siguiésemos siendo conscientes de que aunque nosotros podamos permitírnoslo, el mundo no puede aportarnos todo lo que deseemos.
«La tecnología está con nosotros para facilitarnos la vida pero el cómo la utilicemos siempre va a depender de nosotros»
–Las energías renovables sí nos permitirían una energía ilimitada...
–Evidentemente, sería deseable tener fuentes energéticas renovables y sin límite de uso, pero no hay que olvidar el efecto que todo este uso desmesurado podría tener sobre nuestro entorno y seguir manteniendo los principios de ahorro energético que tenemos hoy.
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–La electrificación ¿Es una utopía? Es decir, tenemos suficientes recursos para llegar a una electrificación total (viviendas, industrias, vehículos)?
–Para contestar esta pregunta basta con mirar al sol que nos alumbra o al viento que nos rodea para ser conscientes que no hay límite en cuanto a la energía que nos aportan. El poder aprovechar adecuadamente estar energías nos permitiría disponer de toda la electrificación que precisemos para nuestras actividades cotidianas e industriales sin problema.
–¿Cuál es su opinión sobre el proyecto de parque eólico en el mar de Alborán?
–Los parques eólicos marinos presentan dos problemas fundamentales: la evacuación de la energía producida a la zona costera (estos parques deben estar situados a una distancia de más de 8 kilómetros de la costa según normativa europea), y los problemas y costes de mantenimiento de la instalación. Por otra parte tienen la ventaja de situarse en emplazamientos donde la vena de viento es constante (no hay alteraciones topográficas que dificulten la llegada de viento) y, por lo tanto, se puede contar con una producción que asegure su rentabilidad.
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–¿Considera que este proyecto es realizable?
–Siempre y cuando se considere todo lo anterior y no afecte a las vías de comunicación marítimas ni tenga impacto visual, puede asegurarse que es una muy buena alternativa para producir energía. Que sea realizable dependerá de que se encuentre la financiación necesaria para llevarlo a cabo y se obtengan los permisos para su implantación. Otra de las cuestiones que podrían esgrimir los ecologistas es el que afecte a las rutas de migración de las aves en su cruce del estrecho, pero creo que no será así debido, precisamente, a la distancia a la que deben ubicarse este tipo de instalaciones de la costa.
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