«El tráfico del futuro será inteligente y autónomo»

Licenciado en 1997, doctor ingeniero industrial desde 2002 y especialista en robótica, automática y electrónica industrial, este malagueño de 47 años no sabe cuándo lo podremos ver, pero está convencido de que el tráfico del futuro será «inteligente y autónomo». Recientemente, un proyecto que él mismo ha dirigido a través del Departamento de Ingeniería de Sistemas y Automática ha profundizado en las ventajas de las últimas tecnologías a la hora de mejorar la movilidad urbana.

Se trata de un sistema de monitorización de tráfico que combina una red de sensores inalámbricos y el dispositivo Bluetooth de los coches, que aportan, en tiempo real, datos sobre el tráfico y factores ambientales para su posterior seguimiento y procesado en una unidad central, permitiendo, además, predecir la distribución de las rutas.

El trabajo, publicado por la revista internacional Sensors, supone un paso más ya que, hasta ahora, los datos del tráfico sólo indicaban cuántos vehículos van de un punto a otro, con dispositivos como las espiras soterradas en una calle, que detectan los elementos metálicos del coche y los cuentan, ofreciendo sólo una cifra. Jesús Fernández resalta varias ventajas de su dispositivo: su bajo coste respecto a las alternativas actuales, ya que no precisa de obra civil («puede desplegarse de un modo rápido y barato en una zona que nos interese») y el poder identificar tendencias y repartos.

Información en tiempo real

«Por ejemplo, podemos averiguar qué proporción de vehículos que entran a la ciudad por el este salen por el oeste, y cuánto tardan. Y prácticamente en tiempo real. Pero tiene otras ventajas adicionales. Por una parte, es escalable: puede desplegarse para zonas de muy diverso tamaño, con lo que es también una alternativa para ciudades pequeñas, que no pueden costear la inversión en una infraestructura tradicional, que requiere obra civil. Por otra parte, el mismo sistema incorpora sensores que no solamente recogen información sobre el tráfico, sino también sobre el medio ambiente urbano: ruido, luz, emisiones de gases, polvo», explica.

Frente a las estrategias clásicas que proponen que esa identificación se consiga mediante el reconocimiento de matrículas con grabaciones de cámaras de vídeo, su sistema utiliza el dispositivo Bluetooth de los propios vehículos como alternativa: «Esta tecnología emite entre distintos dispositivos mediante una radiofrecuencia segura. Además reconoce cada automóvil como único. Nos quedamos con una parte de la identificación individual de cada uno y la guardamos. Cada cierto tiempo la información se va transmitiendo a un servidor que va cazando dónde se encuentra un coche», señala este investigador, a quien desde pequeño le interesó cómo funcionaban las cosas.

Por eso, cuando le llegó el momento de entrar en la Universidad quiso probar en la recién abierta Escuela de Ingeniería Industrial, la misma que curiosamente hoy dirige. Desde allí, indaga en otros proyectos, entre ellos una adaptación de su dispositivo para convertir los coches en «sondas inteligentes» que recojan lo que pasa en la ciudad, o el uso de robots para situaciones de emergencia en terrenos difíciles.