El Unicaja se aferra a la superstición que rodea la Copa del Rey

Dejando atrás cambios de formato, con el nuevo modelo de la Copa del Rey, exceptuando esporádicas incursiones en el torneo (1988, 1994 y 1996 en Murcia ya con el sistema que conocemos actualmente), todo comenzó en 1999 en Valencia, cuando inició la senda de la regularidad disputando diez veces el torneo en once años, en los que logró su único título hasta el momento, llegó a otra final y alcanzó otras tres semifinales. En esos estertores del pasado siglo fue donde nació también su tormentosa relación de enfrentamientos con el Barcelona que llega hasta la actualidad, hasta el punto de que es el club al que más veces se ha enfrentado en este medio siglo.

Después de la recordada final de 2009 en Madrid frente al Tau comienza el declive del Unicaja en general y en la Copa en particular, ya que no logra clasificarse para la misma en 5 de las siguientes 13 ediciones, que le dan para jugar una final, la de Málaga 2020 ante su afición, y solo una semifinal más.

Los datos fríos se analizan por sí mismos, pero hay guarismos cuyo sortilegio anima al optimismo a los amantes de la magia, a la combinación de los astros que a veces produce el destello en el cielo de una estrella fugaz que origina el mayor esplendor. Aquellos que tengan la superstición presente en sus vidas pensarán que este jueves en Badalona puede cambiar la historia del Unicaja a tenor de los hechos. A saber: además de Málaga, Andalucía ha sido anfitriona en dos ocasiones, en Sevilla 2004 y en Granada el pasado año, y casualmente el Unicaja no estuvo en ninguna de las dos. Resulta que se perdió la cita hispalense tras completar la peor primera vuelta en una década, pero al siguiente año se alzó con el título en Zaragoza 2005.

Desde ese decimotercer puesto que no le dio para entrar en la Copa en 2004, resulta que su peor posición en los siguientes 18 años fue la pasada temporada, justo cuando Granada tomaba el testigo de Sevilla. Entonces quedó duodécimo... ¿Simples casualidades? Pero hay más: en las dos ediciones anteriores de las citas de las dos ciudades andaluzas el rival fue el mismo, el Barcelona, como no podía ser otro, el contrincante al que nunca ha eliminado en competición nacional, después de 7 enfrentamientos en la Copa del Rey (1994, 1999, 2003, 2007, 2015, 2017 y 2021), 2 en la Supercopa (2004 y 2015) y 9 play-off (1995, 1997, 2000, 2001, 2004, 2009, 2010, 2011 y 2015), más la fase final de la Liga disputada en Valencia en 2020 por la pandemia.

La pregunta es sencilla: ¿se han aliado por fin los astros para propiciar el fin de la leyenda negra? En Galicia dirían que meigas haberlas, haylas, aquí pensamos que todo ocurre por algo, y la Copa, caprichosa por sí misma, ha deparado una oportunidad pintiparada para albergar la carambola mucho tiempo esperada, pese a que ambos rivales lleguen con trayectorias diametralmente opuestas: el Barcelona tiene su plantilla al completo y ha ganado los diez últimos partidos de Liga Endesa, la mejor racha de la competición; el Unicaja afronta la cita de Badalona tras perder los dos últimos partidos, en Las Palmas y frente al Baskonia en casa, y sufre la baja de Sima, el pívot que se fichó para sustituir a Lima, lesionado de gravedad. En fin, cosas peores se han visto en el mundo del deporte...

Un dato final: Ibon Navarro solo ha disputado una Copa del Rey en su trayectoria, curiosamente, la de Málaga 2020, donde ahora entrena y donde entonces rompió todos los pronósticos al derrotar su Andorra a un Tenerife favorito que llegaba crecido dispuesto a todo.

En fin, la RAE define superstición como «creencia extraña a la fe religiosa y contraria a la razón», y es que solo desde ese punto de vista se puede entender la pésima racha que atraviesa el Unicaja frente al Barcelona cuando en sus partidos el triunfo vale una eliminatoria... Llamadlos malabarismos dialécticos, prestidigitación numérica o funambulismo ilusorio, pero alguna vez tendrá que ser la primera vez que Málaga sonría frente al cuadro azulgrana.