Si se trata de buscar una justificación a una derrota fea, el cansancio hizo mella en el Unicaja después de jugar cuatro partidos en seis ... días. Al estilo de la NBA, pero sin las plantillas ni las comodidades en los viajes de las franquicias estadounidenses. El miércoles 28 de octubre jugó en Alemania, el viernes 30 en Zaragoza, el domingo 1 de noviembre en Málaga y este martes 3 en Francia. Hablo de derrota fea por la diferencia en el resultado, por la pérdida del 'basket average' frente al Metropolitans y por el juego desplegado en los últimos 25 minutos.
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El halo de magia que perseguía a este Unicaja en el último mes se evaporó a las afueras de París extenuado por un calendario infernal que cada día despierta más polémica hasta el punto de que va surgen voces de un nuevo planteamiento de las diferentes competiciones para una temporada marcada por las cancelaciones de los partidos a causa del coronavirus.
El Unicaja comenzó muy enganchado al partido, en racha, pero poco a poco se fue diluyendo sin encontrar Luis Casimiro ese jugador o ese quinteto que tirara del carro e impusiera el ritmo que precisaba el equipo malagueño. Carlos Suárez, el héroe del domingo frente al Obradoiro, no jugó, y Mekel se quedó fuera de la convocatoria que, visto lo visto, tendría que tener otro inquilino. Esas son las notas que dejó un encuentro que se fue apagando para alegría de los locales que terminaron brindando por un triunfo con valor doble.
Sin rebote, en ocasiones abusando del triple, a veces con un individualismo que perjudica al equipo, este Unicaja al que le seduce la montaña rusa en la que se mueve en los partidos (fue ganando por 11 puntos y terminó perdiendo por 10) ve cortada su reacción esta campaña con una derrota que puede tener consecuencias en la clasificación de la Eurocup.
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