El Unicaja firmó en Karditsa una victoria sin alardes, de esas que refuerzan la solidez del campeón, más por oficio que por lucidez. El encuentro, ... histórico por ser el primer partido internacional en la prefectura griega, arrancó con la sensación esperada de desigualdad: los malagueños impusieron desde el inicio un ritmo inalcanzable para el debutante A.S. Karditsa. Con Perry al timón, los de Ibon Navarro marcaron un 2-10 inicial sustentado en el dominio del rebote y la velocidad en transición. El acierto exterior —triples de Perry, Kalinoski y Tillie— rompió el partido pronto, obligando al técnico griego a detener la sangría.
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El primer cuarto (11-23) mostró el guion clásico del Unicaja: defensa, ritmo y ejecución. En el segundo, el conjunto malagueño amplió la renta (20-40 al descanso), con un Tyson Pérez imperial en el rebote y hasta 13 puntos de su equipo de segundas oportunidades. La defensa cajista y los malos porcentajes del rival los dejó en solo 20 puntos en toda la primera parte, muestra de una superioridad técnica y física evidente.
Pero el relato cambió tras el descanso. El Karditsa endureció su defensa, frenó el contraataque verde con faltas tácticas y llevó el partido mucho al cinco contra cinco, donde el Unicaja perdió fluidez y precisión. Los griegos igualaron la intensidad, dominaron fases del rebote ofensivo y lograron incluso reducir la diferencia en el último cuarto. Perry sostuvo el ataque con algún tiro tras bote, Castañeda demostró su versatilidad jugando de escolta, pero el Unicaja no lograba imponer su ritmo desde la defensa ni jugar con la energía y rapidez acostumbrada. A pesar de esto, la ventaja no menguó en exceso y el partido estaba controlado.
Fue una victoria funcional, sin brillo, que deja dos lecturas: el Unicaja mantiene su jerarquía continental, pero necesita constancia en la ejecución ofensiva y más claridad ante defensas agresivas que no le dejan correr. En Europa, ganar fuera siempre vale mucho; hacerlo sin jugar bien es, además, una muestra de madurez competitiva.
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En Karditsa no hubo brillantez, pero sí oficio. Y eso, en el largo viaje europeo, también cuenta como talento.
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