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El cardiólogo Diego marcos álvarez
ENTREVISTA

Diego Montañés: «El deporte de alta competición no es sano»

Jubilado tras 40 años como médico del Unicaja, el cardiólogo asume que «la exigencia en la élite lleva a roturas fibrilares, problemas articulares y someter a un trabajo excesivo al corazón»

Domingo, 5 de septiembre 2021, 09:47

Malagueño de pro, Diego Montañés Tovar acaba de cerrar un largo ciclo (de cuatro décadas) como médico en el Unicaja. La edad le lleva a echarse a un lado. Llegó en la prehistoria de la entidad de Los Guindos, entonces Caja de Ronda y, como recuerda, ha conocido 36 entrenadores, una friolera en un club no dado a los volantazos. El reputado cardiólogo repasa en una animada charla con SUR esta larga etapa, la evolución del deporte de sus amores, habla de la temida muerte súbita y de la pandemia. «Lo primero, mis hijos; después, la medicina, y tercero el baloncesto», recita con orgullo para ordenar sus prioridades.

–¿Tenía algún tipo de vinculación con el baloncesto antes de llegar al Caja de Ronda?

–Pues paradójicamente tenía más relación con el fútbol. Jugué en Tercera División. Medía 1,88 metros y actuaba de delantero centro. Con 15 años era un 'tanque'. Del baloncesto decíamos entonces los del fútbol que era un deporte de niñas. Una jugada muy típica era cuando defendiendo al base, este avanzaba y se le ponía la mano en el trasero. Hoy día es un deporte en el que hay más contacto que en el fútbol y hay mucho más músculo. Para mí el deporte siempre ha sido muy importante. Impone una autodisciplina válida para cualquier faceta de la vida.

«Si quieres que se entrene cuatro días a la semana y machacarse tres horas... Nosotros tuvimos a Ralph Sampson: tenía una rodilla mal, pe ro nos podía ayudar»

spissu, no apto

–Entonces, ¿cómo fue su llegada al club?

–A través de Alfredo y Enrique Queipo de Llano, dos grandes traumatólogos, que estaban en el Hospital Civil mientras yo hacía la residencia en cardiología, hace más de 40 años. Cuando empezaron a llegar extranjeros y nacionales de otro lugar al club, los traumatólogos se centraban en lo suyo y la medicina interna quedaba sin cubrir. Confiaban en mí y me preguntaban. Estuve dos años colaborando con el Caja de Ronda, pero sin contrato. Hasta que Alfonso Queipo de Llano me lo hizo. Parece mentira lo que ha cambiado todo. Siempre compatibilicé esa labor con la de médico en el Civil y, luego, en el Clínico. También me saqué una plaza de profesor asociado en la Facultad de Medicina.

-¿Cuál es el padecimiento más habitual del jugador de baloncesto?

-Los problemas de ligamentos cruzados, triadas y meniscos, en la rodilla y algún esguince de tobillo. El jugador de baloncesto es muy grande y bota y da saltos en espacios muy reducidos, con lo que puede pisar al contrario y doblarse el tobillo o la rodilla.

-Cuando se han logrado títulos y éxitos, ¿las vivió como uno más del equipo?

-Por supuesto. Mucha gente me dice que estaba en el banquillo impávido, pero sufres las derrotas y te alegras de las victorias como el que más. Lo no veía muy lógico y ético era dar saltos, y es que además llevábamos a los pies un desfibrilador para cualquier emergencia...

-La muerte súbita está de rabiosa actualidad en el mundo del deporte de élite.

-Antes pasaba inadvertido. Pero hay otra cosa. Le pongo un ejemplo. Mi primer coche era de segunda mano y yendo despacito nunca se estropeaba y tenía kilómetros por un tubo. Un Fórmula 1 se estropea cada dos por tres, porque va muy revolucionado. Los deportistas llevan su motor a tope. Siempre digo, aunque no me gusta decirlo, que el deporte de competición, el deporte profesional, no es sano. Es sano el ejercicio, el deporte de mantenimiento. Todo lo que sea apretar al máximo es estar expuesto a roturas fibrilares, problemas articulares y someter al corazón a un trabajo excesivo. Por suerte los reconocimientos son cada vez mejores y los problemas cardíacos se pueden prevenir. Habría que evitar que hubiera una muerte súbita. Yo he tenido que decirle a muchos chicos que no les autorizo a un deporte competitivo por alguna patología, como el síndrome de Marfan o arritmias. Cuanto te pasa esto es duro.

Diego Montañés, durante la entrevista. MARCOS ÁLVAREZ

-¿Es totalmente evitable la muerte súbita?

-Sí y no. El caso de Eriksen (el futbolista danés) es una cardiopatía isquémica. Es lo típico del infarto de miocardio. Puede ocurrir en una persona que lo tiene silente. Si le preguntas, nunca ha tenido aviso de ello, y puede que a los diez metros se caiga desplomado. ¿Qué ocurre? Que en gente joven no es frecuente, y en un deportista con controles se puede tratar de evitar. En los congresos cuando hablo de muerte súbita, cito el caso del excelente deportista Diomedón, que hizo los 42 kilómetros extenuado para llegar a Atenas, dio el aviso para que no quemaran la ciudad y cayó exahusto y murió. Cuanto mejores controles se hagan se reducirá mucho. Mi temor está en el deporte aficionado. No tienen los medios de un club, en el que pueden diagnosticarte algo así.

«He tenido que decirle a muchos chicos que no les autorizo a un deporte competitivo por alguna patología, como el síndrome de Marfan o arritmias. Cuanto te pasa esto es duro»

trabajo de prevención

-¿Ha presenciado en la cancha una muerte súbita?

-Afortunadamente, no. Pero sí de gente que conocía y de otros equipos. Tiene que ser horroroso: que una persona joven y sana muera así, sin poderse diagnosticar... Gracias a Dios no se ha dado y es de las cosas de la que estoy más contento.

-¿Que incidentes médicos más graves ha podido tener?

-Casos de pericarditis. No te obliga a retirarte. Todo lo demás, pues las enfermedades de jóvenes entre 15 y 30 años, pero se han podido atender a tiempo. Hay cosas alarmantes, pero cuando llevas mucho tiempo en esto lo gestionas mejor. Uno mantiene la frialdad. Incluso con un problema inesperado en un partido con algún espectador.

-¿Cómo ha vivido esta jubilación del club?

-Lógicamente, te entristece, aunque te encuentres bien, pero uno lo entiende. Hay que aceptarlo de forma deportiva y saber dar un paso a un lado y que llegue gente más joven. Yo ya estoy jubilado también en el Clínico y la Universidad, pero seré médico hasta que me muera. Eso lo tengo claro. También he colaborado con motivo de la pandemia y quiero estar más activo en temas de ONG. Sigue esa voluntad de servicio. Mil veces que naciera, mil veces que sería médico. Es una profesión de entrega y es maravilloso cuando una persona te recuerda que le solucionaste un problema.

-¿Qué nombres le han marcado en estas cuatro décadas en el club?

-Hoy es una empresa enorme. Cuando yo entré la sede está estaba en el Camino de Antequera. Allí estaban Toñi (García), la única que aún sigue en el club; el fallecido Juan de Dios (García), el padre del Juande actual (responsable de material), y Juan Luis Moreno, que llevaba la administración. De ahí a la estructura actual... He tenido la suerte de, gracias al baloncesto, conocer a gente que no habría conocido de otra manera, y que conste que no soy nada mitómano. He llorado como si fueran hermanos por Paco Moreno (uno de los fundadores del Caja de Ronda), Paco Rengel (exjefe de Deportes de SUR) y Ettore Stecchini (que fue directivo del Caja de Ronda). Llevo diez años recopilando anécdotas de cuarenta años como médico en un equipo de baloncesto. He conocido 36 entrenadores, todos con sus particularidades. Guardo un recuerdo cariñosísimo de Ignacio Pinedo. Conecté mucho con él. Murió en la cancha, de un infarto. Lo vi, porque seguía el partido en televisión, y se cayó al suelo. Sabía que tenía ese problema.

«Seré médico hasta que me muera. Mil veces que naciera, mil veces que sería médico. Es maravilloso cuando una persona te recuerda que le solucionaste un problema»

vocación

-Todo un mal trago...

-Pero pensé luego: se ha muerto feliz, donde él quería. El ambiente del deporte es de gente sana. El 99 por ciento de los que he conocido en el baloncesto son así. El otro día borrando fotos vi una curiosa. A ver si sabe quién es...

-(Tras observar una imagen de hace más de veinte años). Michael Ansley, claro ...

-Si mete aquel triple... No sé cómo no me dio el infarto a mí en Ciudad Jardín si lanza un centímetro más para un lado aquel tiro. Es una bellísima persona, y asumió la responsabilidad...

-El Unicaja ha perdido un médico, pero no un aficionado, ¿verdad?

-Totalmente. Seguiré yendo a los partidos, como voy al fútbol con mi amigo Pepe Hernández desde hace muchos años. Soy muy 'malaguita'. Me considero muy malagueño. El baloncesto son mis raíces también.

-Hace pocos días hubo un reconocimiento médico no apto, el de Spissu. ¿Recuerda mas casos?

-Uno tiene que valorar lo que pide el entrenador de un jugador. Hemos podido ver jugadores con lesiones crónicas, pero a lo mejor el técnico dice que le interesa porque es una figura. Salvo un problema cardiológico, que pueda comprometer la vida, lo demás es relativo. Pero si quieres que se entrene cuatro días a la semana y machacarse tres horas... Nosotros tuvimos a Ralph Sampson, un 2,24, el jugador más alto en venir a Europa. El Caja de Ronda salió en toda Europa. Tengo una foto con él y Alfredo Queipo de Llano en mi consulta del Clínico y superaba el dintel de la puerta. Tenía una rodilla mal, pero nos podía ayudar.

-Tras cuatro décadas en el club, ¿cómo analiza el momento actual, tras años de declive?

-Soy optimista. Aquí hay afición. El otro día cuando Waczysnki se despedía, con todo el calor que hacía, había mucha gente que fue al Palacio... Lo que ocurre es que la pandemia ha sido un horror. Hay una ruina económica, menos fichajes... Pero con una afición fiel esto tiene que ir para arriba, aunque a los presupuestos impresionantes del Real Madrid y el Barcelona es difícil desbancarlos. Errores, lógicamente los ha habido. Hemos pagado más de lo que debíamos por algunos jugadores.

-¿Qué reflexión hace como ciudadano y médico acerca de la pandemia?

-En la etapa más dura, solo en el coche por la autovía, parecía todo de ciencia-ficción. Ha sido un bombazo, una locura que nadie se podía imaginar. Seguimos con la espada de Damocles encima, y hay que vacunarse. No entiendo las posturas negacionistas. Es el momento de reconocer lo importante que es la sanidad de un país. Siempre he trabajado en la pública y es maravillosa en España, pero hay que dotarla. Ver médicos con bolsas de plástico como protección ha sido lamentable. El trabajo que han hecho mis compañeros sanitarios ha sido extraordinario, sufriendo también un gran número de fallecidos. Y todavía hoy, que parece que estamos al final del túnel, hay unos 170 fallecidos al año en el país. Es muy duro.

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