
El laboratorio de I+D de Fujitsu: la «panda de indocumentados» que fue semilla de la Málaga tecnológica
70 de las 130 personas que integraron el departamento que hizo tecnología punta desde Málaga en los 80 celebran un emocionante reencuentro en la fábrica ahora perteneciente a Denso Ten España
Eran jóvenes, sin mucha experiencia pero talentosos y osados. Hasta 130 ingenieros, matemáticos y físicos traídos a Málaga desde diferentes lugares de España o incluso ... fuera –Felipe Romera, por ejemplo, se vino desde Suecia, donde trabajaba para Ericsson– para crear el laboratorio de I+D de Secoinsa, una empresa de capital mixto, fundada en 1973 entre el Estado franquista, Fujitsu, Telefónica y varios bancos con la misión de fabricar 'hardware' y reducir así la dependencia tecnológica del extranjero. Aquello fue como plantar un platillo volante lleno de marcianos en medio del campo. Y lo de campo es literal: lo que veían aquellos investigadores veinteañeros cuando llegaban cada mañana a su lugar de trabajo eran lagunas con patos y las vacas de Colema pastando.
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A aquella «panda de indocumentados» –en las cariñosas palabras del propio Romera, que fue su director– le dieron un laboratorio de primera clase, libertad y un presupuesto de ensueño. La carta a los Reyes que escribiría cualquier ingeniero. Ellos respondieron con creces, creando equipos de telecomunicaciones e informáticos dotados de tecnología punta. Secoinsa –después absorbida por Fujitsu– se convirtió en tiempo récord en un centro de excelencia internacional. «Parece difícil de creer, pero en Málaga se diseñaban y fabricaban equipos informáticos integralmente en cuanto a la mecánica y aspecto exterior y todos sus componentes electrónicos, incluyendo procesadores y chips. En España no había nada parecido en ningún sitio, este laboratorio era de primer nivel europeo», reivindica Carlos Bentabol, uno de sus antiguos integrantes. «Hasta el punto de que fabricantes como Intel mandaban aquí muestras de sus procesadores antes de salir al mercado para ser probados e integrados en los equipos en desarrollo», añade.
Emotivo reencuentro
Hoy, setenta de aquellos hombres y mujeres volvían al lugar donde sembraron la semilla de la Málaga tecnológica –ahora propiedad de Denso Ten España– para celebrar un emotivo reencuentro del laboratorio de I+D de Fujitsu casi treinta años después de su cierre. Llevaban consigo algunas de las placas, servidores y módems que allí crearon; se hicieron fotos, se pusieron al día, se emocionaron con un vídeo de recuerdo y culminaron la esperada cita con un almuerzo.
María Sánchez -'Mary' para sus compañeros- es una de las pocas mujeres que integraban aquel singular equipo: fue la única mujer de su promoción en Ingeniería Electrónica y cuando llegó a Fujitsu con 18 años, sólo había otra chica (llegó a haber una docena). «Fue estar en el sitio adecuado en el momento adecuado. Hicimos cosas que no se hacían en ningún sitio. Nos formaban en dos o tres meses y nos ponían a diseñar hardware. Era tecnología punta que no se estudiaba en la Universidad», recuerda.
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Felipe Romera confiesa ahora: «Mirando atrás, me sorprende lo que fuimos capaces de hacer en tan poco tiempo y con tan poca gente». Y es que el laboratorio se puso en vanguardia en el diseño de equipos de telecomunicaciones, especialmente alrededor del sistema Tesys, con las que se intercomunicaban los bancos, grandes empresas y la administración pública. «España funcionaba cada día con tecnología desarrollada en Málaga. También se desarrollaron módems, equipos de comunicaciones Netcom, miniordenadores y terminales», apunta Bentabol.
A la vez que creaba tecnología punta, aquel excepcional grupo humano disfrutaba de su juventud en Málaga: todos recordaban ayer las grandes amistades que allí se fraguaron y las paellas, fiestas, excursiones y partidos de fútbol que organizaban fuera del horario laboral. También los momentos de miedo que vivieron en las inundaciones de 1989, cuando quedaron atrapados en la fábrica.
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El principio del fin
Aquel suceso y, sobre todo, la compra en 1990 por parte de Fujitsu de la multinacional británica ICL, que tenía un departamento de I+D mucho más grande, fueron el principio del fin de este laboratorio, que languideció hasta su cierre definitivo a mediados de los 90. Fue el «final de un sueño» que se convirtió en el principio de otra historia: la del PTA. Porque fueron ingenieros salidos de Fujitsu quienes encabezaron la creación de la tecnópolis en 1993: otro sueño que parecía imposible, por cierto. Luis Fernando Martínez se puso al frente de Cetecom; Pepe Blanco, de Ingenia y el propio Felipe Romera se convirtió en director general de sociedad gestora del Parque. Otros ingenieros -como José Tomás Entrambasaguas a Eduardo Medina- nutrieron las escuelas de Ingeniería Informática y Telecomunicación de la UMA de un profesorado con un conocimiento y experiencia reales en el diseño y desarrollo de hardware, software o protocolos de comunicaciones. «No es exagerado decir que si hoy en día Málaga es considerada un polo relevante en el mundo de las TIC es gracias a que hace más de treinta años, hubo un laboratorio de I+D en Málaga que competía con los mejores de España y el mundo», dice orgulloso Bentabol.
Fujitsu, ya sin el departamento de I+D, continuó fabricando en Málaga y después de varios movimientos societarios, es ahora Denso Ten España la heredera de ese enorme conocimiento industrial en la fabricación de equipos electrónicos. Su CEO, Blanca Hermana, hacía ayer de anfitriona de sus antiguos compañeros.
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