Padre e hijo compiten por un puesto en el campus de programación 42... y los dos ganan
Entre los 172 seleccionados para arrancar esta innovadora escuela en Málaga hay gran diversidad de perfiles: desde una madre de tres hijos que viene del sector hotelero hasta un trabajador de un 'call center' o jóvenes decepcionados con la Universidad
El sistema de aprendizaje (que no enseñanza) de 42 se parece tan poco a lo que todos hemos vivido en nuestro paso por el sistema ... educativo que sus responsables tienen que hacer un decidido esfuerzo para explicar cómo funciona. No, no hay profesores. No, no hay horarios ni asignaturas ni libros, aunque sí exámenes (aunque, por supuesto, no son no como los que nos ponían en el colegio). Tampoco te dan un título al terminar. Y sí, aun así, o precisamente por ser así, en 42 se aprende a programar. Si no, las empresas no se rifarían a sus alumnos antes incluso de terminar el programa formativo. Dicen los responsables de este campus que cada alumno recibe una media de ocho ofertas de empleo durante su estancia. Lo raro, reconocen, es que un estudiante termine el itinerario sin empezar a compatibilizarlo con un trabajo. No es para todo el mundo; advierten: muchos candidatos abandonan al poco de empezar el proceso de selección porque no les convence la metodología.
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Un total de 172 personas arrancan hoy el programa formativo de 42 (lo que denominan 'cursus') en Málaga. Son los seleccionados entre los 400 candidatos que se han enfrentado a las dos 'piscinas' celebradas en febrero y marzo (inicialmente se recibieron aproximadamente 4.500 solicitudes). Las 'piscinas' son el proceso de selección, que dura 26 días, durante los cuales los candidatos tienen que resolver una serie de retos individuales y en equipo. Entre los elegidos, el 17,5% son mujeres, el 88% son de Andalucía, la mayoría de Málaga y la media de edad es de 30,5 años. Detrás de estas cifras hay perfiles muy diversos: gente con y sin conocimientos de informática; jóvenes en edad universitaria y personas de mediana edad que quieren reorientar su carrera profesional; desempleados y candidatos que han pedido una excedencia para darse una oportunidad de aprender lo que en su día no pudieron.
Teresa Ruiz, 45 años
«He conseguido trabajo en tecnología antes de terminar el proceso selectivo de 42»
«Cuando yo entré en la Universidad, Informática era para mi hermano o mi primo, no para mí». A Teresa Ruiz le encantaba la tecnología pero los estereotipos de género la alejaron de estudiar lo que realmente le habría gustado. En vez de eso, se licenció en Turismo y ha trabajado en hoteles y restaurantes durante muchos años, llegando a ser 'duty manager' en un hotel en Inglaterra. Pero los horarios desquiciados de este sector la empujaron a buscar un cambio. «Tengo tres hijos y necesitaba pasar más tiempo con la familia». Hace dos años, con la pandemia, viviendo en Madrid y estando ella sin trabajo, su marido, que es consultor informático, empezó a trabajar en remoto, circunstancia que aprovecharon para mudarse a Málaga. Teresa decidió que era la oportunidad para reorientar su carrera hacia la tecnología. Había hecho un par de cursos privados de programación cuando se enteró que 42 iba a abrir en Málaga. «No me lo pensé y me lancé a la piscina, nunca mejor dicho. No me he arrepentido», afirma. Ruiz está hoy doblemente feliz: empieza su 'cursus' en 42 y está a punto de firmar un contrato de trabajo con una importante consultora informática. «Hice la entrevista cuando todavía estaba haciendo la 'piscina' y estoy segura de que eso pesó en su decisión de contratarme», apunta.
Tomás y Jaime Nevado, padre e hijo, 51 y 19 años
«Esto es una gran familia»
La historia de Tomás y Jaime Nevado es una de las más singulares de 42 Málaga. Padre e hijo compitieron por un puesto en el campus de programación de la Fundación Telefónica... y ambos lo han conseguido tras superar la exigente 'piscina' de 26 días. «Echaba 12 ó 13 horas al día aquí, ha sido agotador, pero también emocionante, sobre todo, poder hacerlo con mi hijo», confiesa Tomás, el padre, que conocía 42 porque es 'de la casa': trabaja en Telefónica, aunque no en nada relacionado con tecnología, sino en Operaciones. Para él, ésta es «una oportunidad única de 'reskilling' (recualificación)». Su hijo Jaime sí tenía experiencia en programación; de hecho, está estudiando Ingeniería del Software y ha realizado varios proyectos por su cuenta. «Esto no tiene nada que ver con la Universidad; es otra forma de aprender, mucho más práctica y ágil», apunta. Tomás recalca: «He pasado por universidades, escuelas de idiomas, escuelas de negocios y este es el formato de aprendizaje más increíble que he visto nunca. El hecho de estar en este entorno, con 200 personas más, todas brillantes, y compartir con ellas durante tantas horas al día inquietudes, conocimientos y experiencias hace que se consiga un aprendizaje exponencial». Ambos valoran especialmente el hecho de que sea gratuito y puramente meritocrático, sin barreras de acceso: «Es una oportunidad que va a cambiar la vida a muchas personas que en su día no pudieron tomar este camino», reflexiona Tomás.
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Laura García, 33 años
«La cooperación es la clave para aprender: no puedes conseguirlo tú solo»
Laura García no tenía ningún conocimiento previo de informática: estudió Periodismo y después encarriló su carrera como diseñadora gráfica en el sector de la publicidad. Pero le rondaba la cabeza una pregunta: «¿Seré capaz?». La tecnología le tentaba y sabe que si consigue abrirse la puerta del sector, accederá a condiciones laborales mucho mejores de las que ha disfrutado hasta ahora. Así que decidió intentarlo. Una vez superada la confusión de los dos primeros días («Llegas, das tu DNI, te dan una tarjeta y nadie te dice lo que tienes que hacer»), se enamoró de la metodología 42, basada en el 'peer to peer' y en la autogestión. «Te cambia la manera de pensar», asegura.
«La cooperación es una de las claves para aprender aquí: no puedes conseguirlo tú solo y te equivocas si vienes a competir a la manera tradicional, en plan individualista», explica. La otra clave es la disciplina. «Tú eres responsable de tu aprendizaje y tú decides cuánto das de ti mismo. Y cuando decae la motivación, que lo hace en algún momento, lo que queda es la disciplina», argumenta. García hace un llamamiento a las mujeres para que venzan la brecha de género: «Tenemos que conseguir entrar en este sector masculinizado y revolver un poco las cosas», apunta.
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Félix de Federico, 19 años
«No encajaba en la Universidad y aquí he recuperado la confianza»
Félix siempre tuvo claro que quería dedicarse a la informática. El camino natural para ello parecía ser estudiar Ingeniería del Software, pero no consiguió plaza y se apuntó a Ingeniería de la Energía. «Empecé muy motivado, pero vino la pandemia y con las clases y los exámenes 'online' perdí totalmente la motivación. Me fue mal, pero lo intenté de nuevo al siguiente curso y, aunque la vida universitaria me gustó, descubrí que yo no encajaba con el sistema de enseñanza», confiesa. Decidir dejar la Universidad fue «un golpe muy duro», pero Félix asegura que ha recuperado la confianza en sí mismo tras superar la 'piscina' de 42. «He descubierto en mí capacidades que no sabía que tenía», asegura. «Cuando ves que alguien que sabe de programación te felicita por cómo has enfocado un problema y te dice que a él no se le había ocurrido, te da mucha motivación», afirma. Junto a la interacción con los compañeros, lo que más valora es la autogestión y la flexibilidad. «Puedes venir un día 12 horas porque te sientes súper inspirado y otro tres porque tienes otra cosa que hacer; nadie se va a fijar en eso, tú te organizas», apunta.
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