El viaje de Ayla, la joven canadiense que vino a Málaga como auxiliar de conversación y ahora tiene su propia empresa
Con sólo 27 años se convirtió en la cofundadora de Technomatic, una academia de programación y robótica para niños y adolescentes
La ambición de los jóvenes que vienen a Málaga desde otros países para disfrutar de la beca Erasmus o seguir un curso de español no ... suele ir más allá de disfrutar del clima, la playa y la vida nocturna de la ciudad. Ayla Lupien es diferente: apenas un año después de aterrizar en Málaga con un trabajo de auxiliar de conversación en un colegio, esta joven canadiense ya había montado su propia empresa. Se trata de Technomatic Academy, un proyecto en el que ha unido sus dos pasiones: la enseñanza y la tecnología. Es un centro que imparte cursos de robótica, programación e impresión 3D a niños y adolescentes en Málaga y Ayla lo regenta al 50% con otro joven extranjero afincado en la ciudad, en este caso italiano: Danio Baù.
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Ayla -que se llama así por la protagonista de la saga de novelas 'El clan del oso cavernario'- ya atesoraba un buen currículum cuando llegó a España con 25 años. Venía de trabajar como profesora de primaria en un colegio de Florida que estaba muy enfocado en la ciencia, las matemáticas y la tecnología, donde además era monitora de robótica bajo el sistema VEX Robotics (una iniciativa educativa global donde alumnos desde la educación preescolar hasta la universidad diseñan, construyen y programan robots a través de kits adaptados a cada nivel y participan en competiciones).
«Me enamoré de Málaga», declara la joven al preguntarle por qué lanzó a la aventura emprendedora en un país que no es el suyo. «Decidí quedarme y quería aportar algo a la comunidad. Me había dado cuenta, en las escuelas donde trabajé, de que había un déficit en la enseñanza de las STEM a pesar de que ésta es una ciudad con mucho dinamismo del sector tecnológico. Soy educadora; mi trabajo es ayudar a cambiar el futuro para los niños. Y como estoy especializada en robótica, pensé: OK, voy a crear una empresa que tenga la misión de brindar esa educación en tecnología», explica. Encontró a su socio perfecto en Danio, otro joven extranjero con espíritu inquieto y emprendedor. Hace ya un año y medio que los dos crearon Technomatic Academy, que tiene cerca de cuarenta alumnos en su sede en la Alameda Principal y, además, trabaja con colegios impartiendo clases extraescolares de robótica y programación y con empresas organizando actividades de 'team building'.
Alumnos que participan en competiciones
Los alumnos de Technomatic aprenden a diseñar y construir un robot funcional, a programarlo utilizando Block Coding o Python y, finalmente, trabajarán en equipo y competirán en un torneo de robótica. «Nuestros cursos están encaminados a participar en los desafíos y competiciones de VEX Robotics. Estamos muy orgullosos porque en nuestra primera competición, la fase regional de VEX, nuestros equipos quedaron en primera y segunda posición y después, en la fase nacional, entre los diez primeros», explica Ayla. Los cursos de la academia están pensados para chavales de entre 8 y 15 años; aunque en los colegios tienen también algunos alumnos de menor edad. El centro también ofrece en este mes de julio un campamento de verano centrado en robótica.
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Hasta el momento, Technomatic Academy ha crecido con fondos propios. Y ahora que el crecimiento empieza a ser un desafío, Lupien confiesa que han hablado con inversores, aunque tiene claro que quiere que el crecimiento sea orgánico y sostenible. «Estamos creciendo de manera muy medida porque queremos poder asegurarnos de que la calidad que ofrecemos siempre es lo más importante. Algunos de los inversores con los que hemos hablado quieren un 'unicornio'. Pero nosotros queremos algo sostenible que pueda ser duradero y significativo para la comunidad malagueña», explica la joven emprendedora.
Así, sus próximos objetivos son encontrar un espacio propio para la academia -actualmente está alojada en un 'coworking'- y colaborar con más colegios, que es la vía para llegar a más niños y adolescentes y tener verdadero impacto en ese objetivo que se han marcado de mejorar la educación en tecnología de los niños malagueños. Además, quieren empezar a ofrecer tutoriales y talleres para profesores. «Al final del día, sé que el beneficio es importante para el negocio, pero para mí el impacto social es significativamente más importante», asegura Ayla, que opina que la ciudad «necesita poner más enfoque en el sistema educativo» para que las oportunidades laborales que generan las empresas tecnológicas las aprovechen los propios malagueños. «Si no, los malagueños pueden verse expulsados de su propia ciudad», afirma. «Espero que podamos preservar lo que hace a Málaga tan hermosa, que es su gente, pero también poder apreciar las nuevas industrias y las nuevas oportunidades que vienen», reflexiona.
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«El método de aprendizaje de 42 Málaga me inspiró»
La joven destaca una experiencia que la ha ayudado en este camino: su paso por 42 Málaga, la escuela de programación gratuita gestionada por Fundación Telefónica con apoyo del Ayuntamiento y la Junta. «Hice la Piscina [así llaman a sus cursos de iniciación al código] justo antes de crear la empresa y me quedé enamorada del método de aprendizaje basado en la colaboración entre pares. Estuve cuatro meses aprendiendo programación en 42 y, más que el contenido, es la metodología lo que me ha inspiró y me ayudó a la hora de montar la academia porque al final, nuestro propósito no es sólo enseñar programación o robótica, sino que aprendan a trabajar en equipo», reflexiona. De hecho, apunta que los profesores que están contratando para la academia vienen todos de 42.
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