Un tesoro desconocido: Los azulejos del Quijote del Gaona

A la sombra de la historia ·

Víctor heredia

Sábado, 8 de agosto 2020, 00:11

Durante las dos últimas décadas en Málaga se ha producido una toma de conciencia del patrimonio histórico y artístico de la ciudad. La suma de ... varios factores –restauraciones de edificios y monumentos, hallazgos arqueológicos, apertura de museos de diversa índole, trabajos de investigación y difusión– ha ido conformando una nueva forma de ver la ciudad que va dejando atrás el autodesprecio característico de tiempos no tan pasados. Málaga tiene un patrimonio cultural innegable, poco conocido y con unas posibilidades aún por explorar en muchos casos. Y todo ello sin olvidar que los atentados contra el patrimonio se siguen produciendo y que cada pérdida es irrecuperable.

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Valga esta reflexión para introducir el tema que quiero ofrecerles en esta ocasión. Uno de los inmuebles patrimoniales que tradicionalmente ha pasado desapercibido –de hecho, no apareció en las guías hasta la década de los noventa– ha sido el conjunto arquitectónico de la Congregación de San Felipe Neri. Situado entre las calles Gaona, Parras y Cabello, el palacete de Baltasar Guerrero, construido en 1706, es el núcleo primigenio en torno al cual fue creciendo una interesante agregación de edificios: la capilla octogonal levantada por el segundo conde de Buenavista en 1730, el patio de la Casa de Estudios hecho por los filipenses en 1752, la ampliación de la iglesia terminada en 1785 y, finalmente, la sacristía y el comedor culminados diez años más tarde. En este complejo dieciochesco intervinieron sucesivamente los tres mejores arquitectos que trabajaron en la ciudad en aquel siglo: Felipe de Unzurrunzaga, Antonio Ramos y José Martín de Aldehuela.

La desamortización de 1836 liquidó la existencia de la comunidad de sacerdotes filipenses que estaba en este lugar desde 1739 y puso el edificio en manos del Estado. La creación del primer Instituto de Segunda Enseñanza de la provincia en 1846 sirvió para darle un nuevo uso al caserón de San Felipe Neri. Desde entonces ha sido sede de manera ininterrumpida de un centro público de enseñanza media con diferentes denominaciones, recibiendo en 1956 el nombre de 'Vicente Espinel', aunque casi nadie lo menciona así, sino por la calle en la que se encuentra. El 'Gaona' va a cumplir, por tanto, 175 años de actividad docente en el próximo curso.

Para las personas que visitan el actual instituto por primera vez una de las cosas que más les llama la atención es, sin duda, la galería de la primera planta, con un zócalo cubierto en toda su extensión por paneles cerámicos adornados con azulejos. Estos azulejos presentan la particularidad de recoger escenas de 'Don Quijote de la Mancha', obra cumbre de Miguel de Cervantes y referencia máxima de las letras hispánicas.

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La presencia de estas cerámicas quijotescas en un centro educativo puede parecer algo que no reviste especial trascendencia. De hecho, azulejos similares están en zócalos de portales, patios y escaleras de muchas casas de hace un siglo. Pero el estudio de los paneles del Gaona ha desvelado que nos encontramos ante una colección de características muy especiales.

Las figuras de Cervantes y de Don Quijote fueron elevadas a la categoría de símbolos de la cultura española en los primeros años del siglo XX. De forma paralela se estaba produciendo en Sevilla la recuperación de la tradición cerámica trianera. En la ciudad hispalense se instaló un espacio en el Parque de María Luisa formado por cuatro bancos recubiertos de azulejos que narraban las aventuras del Hidalgo de la Mancha.

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A partir del éxito de esos bancos los talleres cerámicos empezaron a comercializar sus propias series de temas cervantinos, que gozaron de una gran difusión, incluso como objetos de recuerdo para turistas.

¿Cuál es la peculiaridad, pues, de la colección del 'Gaona'? En primer lugar, la cantidad de piezas colocadas, 801. Y, sobre todo, el hecho de que están puestas de manera ordenada, siguiendo el relato de los once primeros capítulos de la obra, hecho excepcional cuando se compara con las otras colecciones conocidas en España y en el extranjero. Es decir, la del 'Gaona' es la única que se puede leer como si fuera un cómic.

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Solo por disfrutar de esta versión del Quijote llena de color (se ha dicho que nunca ha habido una Mancha más verde que la de estos azulejos) merece la pena acercarse al venerable caserón de los filipenses. En la calle Gaona.

La inspiración de Jiménez Aranda

Los zócalos de la galería del 'Gaona', instalados hacia el año 1935, proceden del fabricante trianero Mensaque, Rodríguez y Compañía. En su elaboración se combinaban etapas industriales y artesanales, utilizando planchas que se imprimían sobre el barro para después colorear las escenas de forma manual. Rafael Maldonado, que ha estudiado detenidamente la serie gaonera, destaca que por esta circunstancia cada azulejo posee un carácter único. Los motivos son versiones simplificadas de las láminas del denominado 'Quijote del Centenario', una lujosa edición ilustrada por el pintor sevillano José Jiménez Aranda, de quien el Museo de Málaga expone su cuadro 'Una esclava en venta'.

En España hay otras colecciones similares, aunque ninguna tan amplia ni ordenada para su lectura. Una de las más grandes está en la casa de Blas Infante en Coria del Río y otras menores en la escuela de Sama de Grado (Asturias) y en el Castillo de las Arguijuelas, en Cáceres. El conjunto de la estación de ferrocarril de Alcázar de San Juan, formado por 380 piezas, fue declarado BIC en el año 2016.

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