Del Teatro del Absurdo a la zarina milagrosa: 'Esperando a Godot' e Isabel I de Rusia
Albas y ocasos ·
Tal día como hoy nacía en el parisino Théâtre de Babylone 'Esperando a Godot', de Samuel Beckett, una de las obras cumbre del Teatro del Absurdo, y moría Isabel Imaría teresa lezcano
Domingo, 5 de enero 2020, 00:19
Tal día como hoy nacía en el parisino Théâtre de Babylone 'Esperando a Godot', de Samuel Beckett, una de las obras cumbre del Teatro del ... Absurdo, y moría Isabel I, Emperatriz y Autócrata de Todas las Rusias, cuyo finamiento sería bautizado como «el milagro de la casa de Brandenburgo».
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'Esperando a Godot', 5-1-1952
Cinco de enero de 1952. Nace en el parisino Théâtre de Babylone una de las obras cumbres del denominado Teatro del Absurdo, cuyos dos actos resumió un crítico con un lapidario «Nada ocurre. Dos veces», y otro mediante un «¡Nada ocurre. Nadie viene, nadie va. Es terrible!». Tal análisis no sorprende si tenemos en cuenta que entre el comienzo de la obra «Camino en un descampado, con árboles. Atardecer.» y su final «Vladimir: ¡Qué! ¿Nos vamos? Estragon: Sí vámonos. No se mueven».
Lo que ocurre es lo siguiente: en el primer acto Vladimir y Estragon esperan a Godot, personaje que más de uno quiso asociar con God, es decir con Dios, deísmo negado una y otra vez por Beckett que aseguraba que, de haber querido hablar de Dios le habría llamado simplemente God y no Godot. En fin, que a Estragon los zapatos le quedan pequeños y Vladimir tiene las piernas agarrotadas por un problema de vejiga, y a todo esto quien llega no es Godot, que no lo hace ahora y nunca lo hará, sino Pozzo, hombre de una lírica cruel que aparece con su criado Lucky y asegura ser el propietario del descampado, de los árboles y hasta del atardecer escenificados y que se está poniendo tibio de pollo cuyos huesos les va tirando a los buscadores godotianos antes de macharse por donde ha venido.
El segundo acto resulta, donde va a parar, harto emocionante en comparación con el primero ya que, si bien Godot sigue en paradero desconocido y en no menos desconocido proceso identitario, reaparecen Pozzo y Lucky, que en el interín se han quedado respectiva e inexplicablemente ciego y mudo, total para lo que había que ver y que decir. A pesar de la incomprensión generada por sus textos o tal vez porque al no entenderlos supusieron que eran sublimes, los académicos suecos le endosaron a Beckett el Premio Nobel de Literatura en 1969 mientras el dramaturgo estaba en Túnez y su esposa, consciente del carácter reservado rayando en la misantropía de su marido, exclamaba que aquel galardón había sido una catástrofe para él; comentario que, a la vez que era jocosamente recibido por la intelectualidad mundial, reafirmaba el propio Beckett escondiéndose en un monasterio para eludir multitudes mientras enviaba a su editor a Estocolmo a recoger el premio. God morgon o, dadas las circunstancias, Godot morgon.
Isabel I de Rusia: 29-12-1709---5-1-1762
Ciento noventa años antes del nacimiento parisino de 'Esperando a Godot', moría en San Petersburgo Isabel I, Emperatriz y Autócrata de todas las Rusias que inscribiría su nombre en la historia por la paradoja de que, mientras con una mano abolía la pena de muerte – decisión que le valió el apodo de «la clemente» – , establecía el Senado, fundaba la Universidad de Moscú y reorganizaba el comercio interior, con la otra ampliaba los poderes de la nobleza que su padre Pedro I «el grande» restringió durante su reinado, con el consiguiente resultado de que las condiciones de vida del campesinado volvieron a involucionar de pobres a paupérrimas, es lo que tienen los zares, que si te dan un grano de trigo de más al día siguiente te quitan dos y kalinka maya.
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Le costó lo suyo a Isabel aderezarse con las barmas de oro reservadas a los zares, ya que antes que ella fue entronizado su sobrino Pedro II que se sentó en el sillón zarista cuando tenía doce años y se levantó a los quince por aviruelamiento irreversible, y tras la muerte pedrina le sustituyó la prima de Isabel Anna Ioánnovna. Mientras iban reinando sus parientes, Isabel entretenía el ocio con un sargento del regimiento Semiónovski, quien al ser hecha pública la relación fue literalmente deslenguado antes de ser desterrado, mudo de solemnidad como el Lucky del segundo acto de 'Esperando a Godot' y sin galones que llevarse a la hombrera, hasta la siempre acogedora Siberia.
Asiberiado por tanto el sargento, Isabel se refugió en los brazos de, en este orden, un cochero, un camarero y finalmente un cosaco ucraniano que cantaba en el coro de una iglesia con timbre operístico de bajo y a quien Isabel, una vez azarinada, nombró primero mariscal de campo y seguidamente príncipe, aunque nunca se pudo casar con él por poderosas razones morganáticas y el consorte oficioso tuvo que conformarse con el título de «emperador de la noche» que le adjudicaron los súbditos isabelinos para mosqueo de la emperatriz y regocijo de todos los demás.
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Isabel I de Rusia reinó diecinueve años y finó iniciando el llamado «milagro de la Casa de Brandenburgo», talmente bautizado porque este evento a priori luctuoso cambió el desarrollo de la Guerra de los Siete Años y evitó la destrucción del reino de Prusia, que por lo demás desaparecería formalmente del mapa después de la Segunda Guerra Mundial. Gute Reise.
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