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John Lennon, con su mujer, Yoko Ono.
Albas y ocasos

De la reina abdicada al músico asesinado: Cristina de Suecia y John Lennon

Tal día como hoy nacía Cristina de Suecia, que recibió el trono a los seis años y abdicó de él a los , y moría el ex-escarabajo acribillado a balazos

maría teresa lezcano

Domingo, 8 de diciembre 2019, 00:17

Tal día como hoy nacía Cristina de Suecia, que recibió el trono a los seis años y abdicó de él a los , y moría el ... ex-escarabajo John Lennon, acribillado a balazos por un fan pasado de rosca maníaca y de lecturas de 'El guardián entre el centeno'.

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Cristina de Suecia 8-12-1626---19-4-1689

Estocolmo, ocho de diciembre de 1626. Nace, para disgusto de sus reales padres Gustavo II Adolfo y María Leonor de Brandenburgo que languidecían por un heredero varón, Cristina de Suecia, quien con ocasión de su sexto cumpleaños recibió, habida cuenta que el rey había sido escabechinado en la llamada Guerra de los Treinta Años, un reino del que sería coronada soberana una vez alcanzada la mayoría de edad.

Tan interesada en la vida cultural sueca que caía frecuentemente en el mecenazgo, enfermedad de la que sus consejeros pretendían curarla con periódicas inoculaciones bélicas, Cristina invitó a su corte a notables intelectuales europeos entre los que se encontraba el filósofo francés René Descartes, con quien la reina discurseaba del Método que daba gusto hasta que el cartesiano René, tras aventurar tiritando «pienso, luego existo», se le murió de frío, no eufemísticamente sino de genuina neumonía avivada por las gelideces escandinavas.

Al tiempo que iba patrocinando las artes hasta ser rebautizada como Minerva del Norte, Cristina iba rechazando pretendientes sistemáticamente y con los motivos más originales, y los consejeros que si el estado necesita un heredero, y la reina que no me caso, y los consejeros que si este aspirante es el adecuado, y la reina que no me caso y no me caso. Y cuando ya no encontró excusas para justificar su soltería, envió Cristina el reino a tomar por saco rúnico y abdicó en su primo Carlos X Gustavo, que ni en sus mejores sueños había olido la corona y se apresuró en desposarse para oficializar a un bastardo hasta ese momento ninguneado y que se convirtió en heredero de facto, mientras Cristina, ajena a los rumores que al repentino catolicismo de la exreina añadían que ésta había pasado demasiado tiempo en la intimidad con su prima Ebba y con las primas de su prima, se marchó a Roma a recibir confirmación y comunión papal en la Basílica de San Pedro.

Ya católica de fe y romana de adopción, Cristina fundó en la Ciudad Eterna la Academia Real y varios teatros, y patrocinó el trabajo de artistas como Bernini, regresando a su Suecia natal sólo en dos ocasiones y ambas con sus conciudadanos suecos haciéndose los ídem porque nunca le perdonaron a la soberana fugada que antepusiera su libertad a su real destino. Tampoco fue perdonada por el fantasma neumoniado de Descartes, que de vez en cuando se sigue apareciendo entre los muros del palacio holmiense para ultratumbar cartesianamente: «los pensamientos de los hombres se congelan aquí en invierno, igual que el agua». Au revoir.

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John Lennon 9-10-1940---8-12-1980

Trescientos cincuenta y cuatro años después del nacimiento holmiense de Cristina de Suecia moría en Nueva York John Winston Ono Lennon, cuya anteposición del apellido de su mujer Yoko Ono al suyo no conjuró el acribillamiento balístico del que fue objeto por parte de un fan pasado de rosca maníaca y de lecturas de 'El guardián entre el centeno'.

Regresaba el ya ex-escarabajo a su domicilio en el manhattaniano edifico Dakota en el que once años atrás rodó Polanski su «Semilla del Diablo» cuando Mark David Chapman, que unas horas antes había visto autografiado el álbum Double Fantasy por la mano de Lennon, le disparó al firmador cinco balas de punta hueca que, escupidas desde su revólver Special de Charter Arms, se llevaron por delante el pulmón izquierdo y la arteria aorta del compositor de Imagine. Ya había imaginado Chapman con anterioridad al autógrafo acabar con la vida de Lennon, evidencia que confirmaría más allá de toda duda razonable que el musiquicidio no fue una consecuencia de que a Chapman no le gustara la grafología de Lennon sino de una obsesión que culminó antes de sacar de su bolsillo un ejemplar de la obra cumbre de Salinger y ponerse a leer hasta que llegó la policía, a cuyos agentes confesó: «Estoy seguro de que la mayor parte de mí es Holden Caufield, el personaje principal del libro 'El resto de mí debe ser el diablo'«. Endiablado o no, Chapman sigue en la actualidad encarcelado en el Attica Correctional Facility, que de fácil tiene poco ya que se trata de una prisión de máxima seguridad de la que en diez ocasiones ha intentado el famoso reo salir con sendas peticiones de libertad condicional que otras tantas veces han sido obstinadamente recusadas con la invitación implícita de irse con la música petitoria a otra parte, es decir a su celda neoyorquina a seguir leyendo 'El guardián entre el centeno'.

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En cuanto a Lennon, tras su cremación en el Ferncliff Cemetery, continúa siendo homenajeado y monumentado en calidad de mártir de la musicalidad y, Grammy póstumo va, estatua habanera viene, jardín conmemorativo centralparkiano entretiene y memorial frente a Islandia sostiene, sigue más vivo que su viuda moradora de las paredes renacentistas de su apartamento del Dakota. Como no podía ser de otro modo, a Lennon le quisieron enchufar también el consabido cráter lunar aunque en ese momento descubrieron un asteroide que pasaba por el sistema solar y lo lennonizaron nominativamente, que donde se ponga un buen asteroide que se quiten todos los cráteres lunares. Strawberry fields for ever.

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