La malagueña María Rosa de Gálvez, amante de Godoy
Al ser sobrina de un ministro de Carlos III, José de Gálvez, y prima del virrey del Perú, Bernardo de Gálvez, se la educó con esmero
No conservamos ningún retrato de esta mujer malagueña adelantada a su tiempo. Su corta vida fue novelesca y accidentada. Para Enrique del Pino, está llena ... de episodios rayanos en lo escandaloso. «Su vida fue bastante azarosa y libertina», afirmó Narciso Díaz de Escovar. En España es bastante desconocida, mientras que en el extranjero le dedican tesis doctorales. La Universidad de Leipzig la incluyó entre las diez mujeres más importantes de la literatura española, junto a Teresa de Jesús o Rosalía de Castro.
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María Antonia Rosalía de Gálvez y Ramírez de Velasco nació seguramente en Málaga un 14 de agosto de 1768, hace este verano 253 años. Era hija de padres desconocidos. Pasó sus primeros años en la casa de expósitos de Ronda hasta que fue adoptada por Antonio de Gálvez quien, al parecer, era su padre biológico. Casado con María Ana Ramírez de Velasco, no había tenido hijos en su matrimonio, así que decidiría recoger a esa niña fruto de una relación extramatrimonial. A María Rosa de Gálvez siempre le influyó en su vida el ser hija adoptiva.
Al ser sobrina de un ministro de Carlos III, José de Gálvez, y prima del virrey del Perú, Bernardo de Gálvez, se la educó con esmero, aun siendo mujer. Como explica José Luis Cabrera, pasó su niñez y juventud en una de las casas que su familia tenía en la plaza de la Merced, dotada de una importante biblioteca. Su infancia estuvo rodeada de lujo, con criados vestidos de librea y carruajes.
A los diecinueve años tuvo una hija natural con un oficial de la marina, según reconocería en su testamento. Se casó en Málaga dos años más tarde, en 1789, por amor, con su primo segundo José de Cabrera y Ramírez, boda que seguramente sus padres permitirían por su nacimiento ilegítimo. José de Cabrera era un joven apuesto, teniente de infantería, que acabó abandonando su carrera militar para vivir de la fortuna de su mujer. En pocos años sus suegros murieron y este llevó una vida de juego, lujo y derroche. Aquí empezaron los problemas económicos de María Rosa, que llegaría a las manos con su marido. A él le dedicó su comedia 'El egoísta'. Sus primeros años de matrimonio fueron de peleas y reconciliaciones. Nació una hija a la que llamaron Mariana, que falleció pronto. Para escapar de las deudas marcharon a Puerto Real, donde tenían propiedades, y más tarde a Madrid, huyendo de una epidemia.
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En la Corte María Rosa de Gálvez vivía, ya separada del crápula de su marido, en una casa de la calle Francos, hoy Cervantes, calle en la que también habían tenido sus casas Cervantes y Lope de Vega. Corría el año 1800 y nuestra protagonista inició su carrera literaria, quizá acuciada por su situación económica. Logró la protección de Godoy, al igual que otros ilustrados. Pero en los mentideros de la Corte se dispararon los rumores sobre los supuestos amoríos entre el privado y la malagueña. Según algunos, esta relación fue la que provocó su divorcio. El caso es que Godoy prestó muchos favores a María Rosa: costeó la publicación de los tres volúmenes de sus obras completas en la Imprenta Real y le consiguió un destino a su marido en los recién nacidos Estados Unidos. Guillén Robles solo le dedica seis líneas a nuestra malagueña, en nota, abajo, con letra pequeñita, para decirnos que vivía a expensas de Godoy y que «tenía por costumbre presentarle un soneto liviano a la hora de tomar el chocolate». Según afirma el eximio historiador, este chisme se lo contó su amigo José Carvajal y Hué, por lo que podría formar parte de una tradición oral. Su biógrafo José Luis Cabrera, piensa que «pudiera existir un fondo de verdad en toda esta historia». Hubiera o no relación amorosa entre ellos, los dos mejores estudiosos de Godoy, Emilio La Parra y Enrique Rúspoli, ni siquiera citan a la Gálvez en sus documentadas biografías.
Al final a José de Cabrera le devolvieron deportado de América por estafa y por falsificar la firma del embajador para cobrar unos cheques bancarios. No sabemos qué fue de su vida. María Rosa de Gálvez murió en 1806, a los treinta y ocho años de edad. Como cuenta Aurora Luque, fue enterrada en secreto por la noche, no fuera a aparecer su marido y montase un escándalo. Sus restos descansan en la iglesia de San Sebastián, la más literaria de las iglesias españolas porque allí se bautizó Moratín, se casaron Larra y Bécquer y fueron enterrados Lope y Espronceda. Dejó en su testamento una renta vitalicia para dos criadas suyas. Hoy llevan en Málaga el nombre de María Rosa de Gálvez una calle, un colegio y un aulario de nuestra universidad.
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Primera dramaturga española
«No se negarán a conceder protección a una mujer, la primera entre las españolas que se ha dedicado a este ramo de la literatura». Así escribía la propia María Rosa de Gálvez, consciente de ser la primera escritora teatral española. Fue muy amiga de Manuel José Quintana y de otros ilustrados, en cuyos círculos se movió. Escribió dieciséis composiciones poéticas (doce odas, una silva, una elegía, un romance heroico y una octava real), algunas de gran belleza; cinco comedias originales y otras cuatro traducidas del francés, además de varios dramas y tragedias.
Para nuestra autora, amistad, belleza y arte son la triada que sanaba sus desventuras. Sus tragedias y dramas se caracterizan por la exaltación del yo, la evasión a lugares fantásticos y lejanos y la utilización de temas bíblicos y de la Antigüedad. Escritora original, adelantada a su tiempo, volcaba sus inquietudes y sufrimientos en sus atrevidas creaciones, como en su comedia 'La familia a la moda', que se consideró «inmoral y escuela de la corrupción y el libertinaje».
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