El bosque de La Caleta y la Academia Politécnica de Pablo Salvat
En el jardín de Adolfo Príes, uno de los mejores d ela ciudad, se cultivaban 500 variedades de rosas
víctor heredia
Martes, 18 de agosto 2020, 00:04
Hace una década el historiador malagueño Federico Castellón fue testigo de cómo eran arrojados a un contenedor de escombros miles de negativos y proyectos del ... fotógrafo y diseñador Cristóbal Velasco. Entre los materiales que pudo rescatar consiguió identificar unas imágenes insólitas, las que permitían visualizar la existencia de un enorme espacio forestal en La Caleta, entre el camino de Almería y la playa.
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Se trataba de una vista panorámica de las instalaciones fabriles, almacenes y terrenos de Adolfo Príes, que se extendían desde el Cementerio Inglés hasta casi el Camino Nuevo, por el lado más próximo al mar. En total, algo más de 50.000 metros cuadrados que, al menos en parte, procedían de la liquidación de la Ferrería El Ángel e incluían la inutilizada Batería de San Carlos. La fundición había cesado en su actividad en 1864 y cinco años después sus activos fueron adquiridos por Guillermo Malcolm, quien a su vez vendió en 1873 los terrenos a Adolfo Príes Saniter, cónsul del Imperio Alemán en Málaga.
Príes instaló sus bodegas de vino y almacenes de aceite de oliva en lo que había sido la ferrería, entre las calles Santa Cristina y Gutenberg (donde hoy están los Bloques de Cantó), construyó una hilera de casas dando frente a la avenida que adoptó su apellido y convirtió el resto de los terrenos en una plantación de árboles para su aprovechamiento en un aserradero de madera propio.
En los años siguientes aquellos terrenos se fueron parcelando y en los solares resultantes se hicieron numerosos hotelitos o chalets para las familias de la burguesía malagueña, que buscaba un espacio con calidad residencial y alejado de los barrios obreros. Una guía de 1894 nos describe una Avenida de Príes –que entonces abarcaba parte de lo que ahora es Paseo de Sancha– rodeada de un bosque de eucaliptos. Más adelante, la Avenida de Sancha se hallaba «salpicada a la izquierda y derecha de bellísimos hoteles en los que la arquitectura ha obrado maravillas». En el jardín de Adolfo Príes, uno de los mejores de la ciudad, se cultivaban 500 variedades de rosas.
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La sociedad Sancha y Compañía desarrolló el proyecto urbanizador diseñado por el ingeniero José María de Sancha, que contemplaba la construcción de casas unifamiliares con jardines propios y la creación de una franja ajardinada paralela al mar, donde la arena fue cubierta de tierra vegetal para plantar árboles criados en dos viveros que eran auténticos bosques, según comentaba Augusto Jerez Perchet en 1884.
En una de las primeras casas levantadas en el Paseo de Sancha se instaló en 1888 la Academia Politécnica del catalán Pablo Salvat y Contijoch. Este pedagogo puso en práctica un ambicioso proyecto educativo de inspiración regeneracionista y seguidor de las corrientes más innovadoras de su época. Presentado por su director como «centro de educación moderna», para poder desarrollar un modelo de enseñanza basado en el contacto con la Naturaleza y la autonomía personal contaba con unas magníficas instalaciones distribuidas «en un hermoso parque de 10.000 metros cuadrados contiguo al mar, en el pintoresco camino de la Caleta».
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El edificio principal era un elegante hotel, rodeado de árboles, en el que estaban la residencia del director y de los profesores y el internado, además de la biblioteca, el comedor y un salón de recreos con vistas al mar. En la parcela, entre los eucaliptos, se habían construido varios pabellones aislados para clases, salón de teatro y taller de artes y oficios. Entre su moderno equipamiento escolar destacaba el laboratorio de Química, el gabinete de Ciencias y la clase de dibujo y pintura. También había una sala dedicada a la enseñanza de música con un piano, un gimnasio con clase de esgrima y un picadero para ejercicios de equitación. La importancia de la enseñanza al aire libre quedaba de manifiesto en la glorieta destinada a los párvulos y en la explanada para practicar con bicicletas y patines y hacer otras actividades.
Un folleto editado por la Academia, ilustrado con numerosas fotografías (que pueden consultarse en la web del Archivo de la Universidad de Granada) nos permiten adentrarnos en aquel edén de La Caleta que, a partir del cierre de la Academia en 1901, se siguió parcelando para la construcción de nuevos chalets. Así fue menguando paulatinamente aquel bosque de Príes hasta dejarlo en el confuso recuerdo de unas viejas fotografías.
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Salvat, de pedagogo moderno a formador de policías
Pablo Salvat y Contijoch, natural de Reus, estaba casado con la malagueña Isabel Albert. Con los títulos de perito mercantil y profesor de idiomas (hablaba al menos francés y alemán) abrió la Academia Politécnica en 1888. En este centro ofrecía dos tipos de enseñanza: una con un plan de estudios propio, con el objetivo de formar a jóvenes independientes con una cultura completa y sólida; y otra, paralela a la anterior, acorde con los niveles oficiales de primera enseñanza, Bachillerato, Comercio, facultades de Derecho y Filosofía y Letras, carreras especiales y profesorado de primaria. En palabras de Salvat, «una buena educación ha de atender a las exigencias de la sociedad». Este innovador centro educativo se mantuvo activo hasta principios del siglo XX, cuando los cambios legislativos forzaron el cierre de muchos colegios privados. Unos años después nos volvemos a encontrar a Pablo Salvat como intérprete del Gobierno Civil de Madrid y profesor de idiomas en la Escuela de Policía creada en 1907 para la formación de agentes del Cuerpo de Vigilancia. Falleció en Madrid en 1928.
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