El asesinato del apoderado de los Larios
El 18 de marzo de 1905, víspera de San José, sobre las ocho de la tarde, cuando Antonio Jiménez Astorga volvía a su casa, al ... pasar por la calle Larios, esquina a la de Martínez, fue atacado por Salvador Martín Criado, apodado Bizco el pucherero, quien le asestó doce puñaladas con un cuchillo de grandes dimensiones. El sereno y un guardia municipal detuvieron al agresor en el momento en el que intentaba huir por la calle Alarcón Luján. Inmediatamente el herido fue conducido a su domicilio, en el número seis de la calle Larios, donde fue atendido por el médico Sebastián Pérez Souvirón. Las heridas eran tan graves que, según algunos testigos, por el borde de una de ellas asomaban los intestinos.
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Enseguida la casa se llenó de curiosos, entre ellos el alcalde, el gobernador civil y el presidente de la Diputación. ¿Pero quién era Antonio Jiménez Astorga? Ni más ni menos que el apoderado de los Larios, la persona que había representado a la Gran Casa (como eran conocidos los Larios entre los malagueños) en la inauguración de la calle que lleva su nombre en 1891, pues la familia Larios estaba ausente de Málaga. Antonio Jiménez Astorga se había encargado de comprar o de conseguir las ciento siete parcelas sobre las que se edificó la calle Larios.
Ya le llamó la atención a Rubén Darío, que pasó el invierno de 1903 en Málaga, que toda la ciudad fuera de los Larios. Se calcula que de las siete mil casas que había entonces en nuestra ciudad, unas mil eran de los todopoderosos Larios. (Hoy, muchas casas del centro siguen siendo de su propiedad. Lo hemos podido comprobar días atrás con la aparición de los restos del torreón de Atarazanas, bajo un edificio que es de los Larios. Y el de al lado, también).
Volvamos a Antonio Jiménez Astorga, hermano del tatarabuelo de quien esto escribe. Los Jiménez Astorga eran, además, propietarios de las bodegas Jiménez y Lamothe, que vendieron a los Larios en 1916. Los detalles del asesinato del apoderado de los Larios los ha contado Salvador Valverde en su segunda entrega de Málaga negra. Según la versión del asesino, Salvador Martín Criado, este estaba sin trabajo y sus hijos llevaban varios días sin comer. Cuando se acercó a pedirle trabajo al señor Astorga, este le respondió desabridamente que «si no tiene para comer, robe usted», a lo que aquel le asestó dos puñaladas. Aunque según algunos testigos, el acusado atacó a su víctima sin mediar palabras entre ellos. En un principio, la policía pensó que podría tratarse de un atentado anarquista, pero en el registro de la casa del presunto asesino no se encontró documentación ni prueba alguna que avalase esta hipótesis. Este tenía treinta y ocho años, era jornalero en paro y vivía con su mujer e hijos en la calle Churruca, en el barrio de la Trinidad.
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Antonio Jiménez Astorga fue intervenido de urgencia en el Hospital Civil. Los médicos no pudieron hacer nada para salvar su vida y falleció a los cuatro días del atentado, el 22 de marzo de 1905. Tenía sesenta y ocho años. Su entierro fue oficiado por el señor obispo en el panteón de los Larios del cementerio de San Miguel. Al paso de la comitiva, los comercios cerraron sus puertas y escaparates en señal de duelo. Salvador Martín, Bizco el pucherero, fue condenado al año siguiente a pena de muerte. Pero la historia no acaba aquí.
El 27 de septiembre de 1906 se escapó de la cárcel de Málaga junto a otros cinco presos, descolgándose una noche lluviosa con unas cuerdas desde la azotea de la prisión. Inmediatamente, Emilio Jiménez Astorga ofreció una recompensa de diez mil pesetas a quien detuviese al culpable del asesino de su hermano. Pero Salvador Martín Criado no pudo ir muy lejos. Lo encontró un inspector de policía, Victor García, junto a otros agentes, el 30 de septiembre. Se había refugiado en la casa de su madrastra, en el Ejido. Unos días más tarde cobró las diez mil pesetas, una fortuna para la época.
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A Salvador lo raparon y lo sujetaron con una cadena a su celda, no fuese a intentar escaparse de nuevo. El tiro parecía haberle salido por la culata, porque su huida podría perjudicar el recurso interpuesto ante el Tribunal Supremo para que se le rebajase la condena a cadena perpetua. Sin embargo, el rey Alfonso XIII, para celebrar su veintidós cumpleaños, le conmutó la pena por cadena perpetua.
El asesinato de Jiménez Astorga, en plena calle Larios, fue uno de los crímenes más sonados en la Málaga de nuestros bisabuelos, junto a otros dos: el de Manuel Loring Heredia y el de Miguel Sánchez-Pastor.
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Otros dos crímenes que conmocionarion Málaga
Manuel Loring Heredia era hijo de Jorge Loring y Amalia Heredia. Se decía que podía ser el próximo alcalde de Málaga. La noche del 7 de junio de 1891, cuando cenaba con unos amigos en el Café Inglés, entró en el establecimiento el periodista Francisco García Pélaez, quien había sacado a la luz un supuesto desfalco que afectaba directa o indirectamente al nieto de Heredia. Ambos salieron a discutir a un callejón de la plaza del Carbón donde, según el periodista, Manuel Loring le intentó agredir con una llave inglesa, a lo que este disparó, matando a su oponente. Ya lo contamos en otro episodio de A la sombra de la Historia. Por otro lado, Miguel Sánchez-Pastor León, concejal del Ayuntamiento e hijo de Miguel Sánchez-Pastor Drago, alcalde de Málaga, fue herido de muerte en una trifulca que tuvo lugar en el Círculo Mercantil el 5 de agosto de 1905, apenas cinco meses después del asesinato de Jiménez Astorga y también en la calle Larios. Los detalles los explicó Ana Pérez-Bryan. El motivo del altercado se debió a unas supuestas palabras ofensivas que se habían publicado contra el tío de uno de los implicados en el trágico suceso.
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