Antonio Martín: el mejor pescaíto frito de Málaga
Conocido fuera de nuestras fronteras, el restaurante Antonio Martín fue toda una institución en Málaga
Siendo niño recuerdo haber ido en una ocasión a comer con mis padres a Antonio Martín. En un momento de la comida mi padre me ... preguntó si conocía al señor de la mesa de al lado: era el actor Sancho Gracia. Y es que, si alguien quería comer bien en Málaga, qué mejor lugar que Antonio Martín, junto al mar, con esas cristaleras desde las que se divisaba toda la bahía. El sin par Manuel Alcántara dijo de su último propietario, Álvaro Martín, que era el hombre que más había visto el mar de frente.
Los inicios de este afamado restaurante se remontan según algunos a 1886, aunque Francisco Bejarano los retrasa hasta 1900. Originalmente era un chambao o chamizo (la palabra chiringuito llegó a Málaga después y tiene procedencia cubana), con cuatro mesas y sillas de anea. Su dueña era María Coral, así que el establecimiento era conocido como Casa de la Coral. Entonces La Malagueta era un barrio muy humilde, de pescadores y calafates, como lo demuestran las fotos conservadas, con viviendas de autoconstrucción, llamadas popularmente villalatas.
María Coral estaba casada con Antonio Martín Ruiz (1863-1949), natural de Algarrobo. Trabajaba en la fábrica de licores de Bodegas Príes, que estaba enfrente del merendero, en lo que hoy son los bloques de Cantó. Hacia 1902 se levantó en la playa una barraca gracias al carpintero de las bodegas, el maestro Montero. La primitiva estructura, de quita y pon, estaba formada por cajas de madera, palos clavados en la arena y esteras sujetas con cables y cuerdas, que protegían del sol a los clientes. Cuando el mar se embravecía, el agua llegaba hasta el chambao y lo inundaba. Tengamos en cuenta que por aquella época no estaban las escolleras. En la playa solo había jábegas varadas en la orilla, pescadores que sacaban el copo y mujeres tejiendo o remendando las redes.
Tras fallecer María Coral, su viudo se hace cargo del establecimiento, le pone su nombre, Antonio Martín, y lo somete a una importante transformación, pasando de chambao a merendero. Se sustituyeron los cañizos y las maderas por un edificio de obra, del que se podía disfrutar en verano y en invierno, sin necesidad de depender de las incidencias meteorológicas. El restaurante estaba al final de la calle Vélez-Málaga, que se llamaba así porque desde allí salía la Cochinita hacia Vélez, antes de que esta vía adquiriese su trazado actual.
En un anuncio de los años veinte leemos que en Antonio Martín «en el verano al aire libre y en el invierno en la lujosa terraza, puede usted gozar las delicias del mar malacitano, mientras le preparan el celebre arroz a la banda, la renombrada paella a la valenciana, las típicas sopas a la marinera y el clásico espetón (sic) de sardinas recién sacadas del copo, a dos pasos del merendero». Antonio Martín se conocía también como Merendero Número uno, quizá siguiendo una numeración municipal, pues era el primero de todos los que empezaban en la costa oriental. Tenía el número de teléfono 1018.
Según cuentan los que lo conocieron, el Antonio Martín de entonces tenía pintados a los políticos Dato y a Romanones, a tamaño natural, a la izquierda de la puerta de entrada. En estos años previos a la Guerra Civil, se empezaron a celebrar en Antonio Martín banquetes para muchos comensales, que a veces se seguían de la correspondiente juerga, con baile, cante y guitarreo.
Tras la muerte de la Coral, Antonio Martín se casó con María Segura Valderrama, con la que tuvo a su hijo Álvaro Martín, que se hizo cargo del restaurante desde el fallecimiento de su padre en 1949. Álvaro se llamaba así como un homenaje al propietario de las Bodegas Príes, que había sido su padrino. Muchos le recordamos, alto, bien vestido, con su eterno cigarrillo en la boca.
Antonio Martín ya había pasado de merendero a restaurante, con sus mármoles y solerías finas. Sus camareros vestían pantalón negro y chaquetilla blanca, y sus cocineros llevaban un largo gorro blanco inmaculado. Junto a La Alegría era el lugar donde mejor se podían probar los mejores productos de la tierra y del mar: jamón serrano, paella, jureles, espetos, chanquetes, boquerones, etc. Sin lugar a dudas, en Antonio Martín dominaban el difícil arte del pescaíto frito, en su punto, dorado, sin pasarse. Aceite bueno a la temperatura exacta, el pescado bien enharinado y el tiempo justo en el aceite.
En el año 2001 falleció Álvaro Martín. El final de este mítico restaurante todos lo conocemos. Antonio Martín fue santo y seña de Málaga y su fama, internacional.

El detalle: Antonio Martín, merendero real
Por Antonio Martín pasaron toreros, actores, políticos, diplomáticos, adinerados hombres de negocios y hasta reyes. Cuenta Julián Sesmero que, en una visita real a Málaga, a Alfonso XIII le dieron a probar por la calle un manojo de pescaíto frito. Antonio Martín, enterado de la anécdota, envió al Hotel Príncipe de Asturias un cartucho de pescado fresco, recién sacado de la mar, que fue recibido con entusiasmo por las reales personas. En los años veinte del siglo pasado, la reina Victoria Eugenia y los infantes visitaron con cierta frecuencia Málaga y se alojaban en el referido hotel, donde tenían a su disposición una Residencia Real.
En sus primeros tiempos, también eran clientes del afamado merendero los asiduos de los baños de Apolo y de la Estrella, cercanos a Antonio Martín, y muchos malagueños en general, que iban a tomar al restaurante el sol en invierno y el fresco, a la orilla del mar, en verano. Cuando algún extranjero visitaba nuestra ciudad, si quería comer bien, tenía que pasarse por Antonio Martín, donde era cordialmente agasajado.
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