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Máxima consternación en el barrio de Teatinos, del que era vecina la mujer de 60 años cuyo cadáver fue hallado en avanzado estado de descomposición este martes en el interior de una arqueta. Quienes conocían a Ángela Mérida -así se llamaba la víctima- temían «lo peor» desde que se produjo su desaparición, el pasado 23 de mayo.
Conforme pasaban los días y las semanas, iba cobrando fuerza el presentimiento de que algo grave le tendría que haber ocurrido. «Hace poco lo comentaba con otra amiga, que su cuerpo estaría ya en algún descampado; y así ha sido», señalaba con pesar una vecina en declaraciones a SUR.
Apenas cinco minutos es lo que se tarda en recorrer la distancia que había entre la vivienda de la víctima y la alcantarilla en la que fue localizado su cuerpo sin vida y con signos de violencia. Un hijo adoptivo de la mujer ha sido detenido por la Policía Nacional como presunto autor del crimen.
«Nos extrañaba que no veíamos a Ángela por la zona y que su hijo había metido en su casa a un montón de okupas; a partir de ahí, nos pusimos en lo peor», indicaban a este periódico algunos residentes de la urbanización de la mujer y de otros bloques colindantes.
Según apuntaban, este hijo -de poco más de 20 años según decían- dejó la casa de la mujer hace cosa de un mes, después de que la policía acudiera al domicilio. La familia, según pudo saber SUR, denunció en comisaría que algunos vecinos de la zona lo habían visto sacando los efectos de su madre de la vivienda, lo que les puso en alerta.
«Pensábamos que algo habría podido hacerle porque era un chico conflictivo y con problemas de consumo, pero cómo nos íbamos a imaginar algo así», comentaban consternadas varias de sus vecinas, quienes todavía no dan crédito al triste desenlace de Ángela.
La víctima era muy conocida en Teatinos, donde vivió durante dos décadas en una urbanización de la calle Carril del Capitán. Las personas del entorno sabían que la mujer padecía una enfermedad mental desde hacía años y que, en ocasiones, tuvo que ser internada por este motivo.
«Que hayan hecho eso a una madre, y a una mujer que sufría un problema de ese tipo, es todavía más grave», manifestaban. Según pudo saber este periódico, la comunidad en la que Ángela vivía contaba con cámaras de seguridad que fueron entregadas a la policía hace cuestión de semanas.
Quienes conocían a la víctima del crimen guardan el recuerdo de la mujer en su mejor momento, antes de que apareciera su enfermedad. «Era muy buena persona, un encanto, siempre elegante y educadísima», aseguraban varias vecinas, quienes lamentaban que «no merecía acabar así».
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