Manuel Javier Peña Echevarría Fernando Torres
Verano 2020: La Granizada

Manuel Javier Peña: «Málaga es la ciudad más amable que me he encontrado, pero también un reto para un policía»

Bajo el uniforme del comisario provincial hay un apasionado de la teología -«soy lo que aquí llamáis 'capillita'»-, el arte y las antigüedades, con dotes de orador

Juan Cano

Málaga

Jueves, 6 de agosto 2020

Duerme mal -reconoce que lo despiertan un poco más desde que está en Málaga- y madruga mucho. Solo así se explica que, además de dirigir ... a los casi 3.000 policías nacionales de la provincia, a Manuel Javier Peña Echevarría (Zamora, 1960) le dé tiempo a leer tres libros a la vez y caminar 13 kilómetros diarios. Porque bajo el uniforme del comisario principal hay un apasionado de la teología -«lo reconozco, soy lo que aquí llamáis 'capillita'»-, el arte y las antigüedades, con dotes de orador, pero que aún no se atrevió a escribir ficción. Es el menor de cinco hermanos, «el remorilla», como dice él, y tiene tres hijas (la pequeña ha seguido sus pasos). Rocío, a la que nombra repetidamente en la entrevista, es su compañera de destino.

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-Vamos con el tópico y así lo despachamos. ¿Por qué policía?

-Me hice policía por algo que sucedió en mi vida. En 1979 le diagnosticaron un cáncer a mi padre. Yo pensaba hacer peritaje agrícola, pero temiendo que hubiera un desenlace infausto... No hay tradición familiar, nunca había escuchado hablar de la policía, solo lo que había visto en la serie 'Starsky y Hutch', pero un amigo me vino con la idea cuando mi padre estaba en la UVI y decidí probar. Tenía 18 años, los chavales reaccionábamos de otra manera; mis hermanos ya estaban trabajando y, con mi padre enfermo, había que quitar un problema de casa. Fue un auténtico descubrimiento. Me gustó muchísimo desde el principio, he disfrutado y disfruto de la policía. A mi padre, que salió de aquello (murió en el 1993) le pareció bien mi decisión. A mi madre no tanto, eran los años del plomo de ETA, aunque yo no estuve destinado en el País Vasco. Pasé esa década en Barcelona.

-¿Qué fue lo primero que pensó cuando le dijeron que iba a ser comisario provincial de Málaga?

-Lo pedí yo. Lo hice porque todos mis destinos habían sido en el norte y quería romper un poco con eso. Vine buscando lo que está tierra tiene: una enorme actividad policial. Aquí sucede de todo y es un reto profesional. Nunca me he arrepentido de la decisión. A la semana y media de estar aquí, definí Málaga como la ciudad más amable que he encontrado por la absoluta afabilidad de la sociedad. Encontrarte tan a gusto en una tierra lejana a la tuya es un lujo.

-Vamos, que no se plantea moverse...

-Me he ido de tantos sitios que nunca me planteo los tiempos. Desde que soy jefe en la policía, hace 20 años, entendí que de todos los sitios te tendrás que ir, como me he ido de otras 10 ciudades antes.

-¿Le dejan dormir, con tanta actividad profesional?

-Yo ya dormía muy mal, pero eso no es culpa de Málaga. Hay que ser realista y sincero, hay bastantes frenos y sólo te despiertan por cosas absolutamente graves. Para el resto, hay una cadena de mando que está actuando. Aunque sí, de los últimos destinos que he tenido, este es, con diferencia, en el que más te despiertan (bromea).

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-¿Qué fue lo último que leyó, aparte de los derechos de algún detenido?

-Acabo de leer un libro de ensayos, 'Sapiens', de Harari. Y ahora estoy leyendo La Frontera, de Don Winslow, y 'La muerte del pequeño Shug'. Suelo leer dos o tres libros a la vez. Tengo que reconocer que ya no leo los derechos a los detenidos ni tomo declaraciones. Solo hago informes, que es la parte aburrida de la profesión. Echo de menos escribir unas buenas diligencias. Lo que más me llenaba era la investigación, Policía Judicial.

-A ese ritmo, ¿cuántos libros ha podido leer?

-No sé, no los he contado... Seguramente más de mil. He leído hasta siete en un mes. Soy disciplinado para leer, puedo hacerlo con la tele puesta. Rocío dice que leo desconcentrado. Cuando quiero tomar notas o algo, leo en el despacho. De joven me hacía hasta fichas de los libros.

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-¿Y nunca le ha dado por escribir?

-Soy incapaz, creo que es dificilísimo. He escrito temarios de investigación, un librito de crimen organizado, pero me veo capaz de escribir novela. Los discursos también los escribo. Y mis compañeros dicen que redactaba buenas diligencias...

-Los que le han escuchado resaltan de usted que es muy buen orador...

-Bueno, hilo dos cosas y tiro para adelante. He dado tres pregones de Semana Santa.

-¿Es 'capillita'?

-Se puede decir que sí. He estado muy vinculado toda mi vida a la Semana Santa de Zamora. En la policía todos mis jefes sabían que, llegada la fecha, yo me iba para allá salvo explosión o catástrofe. Sólo me he quedado dos veces en mi destino en todo este tiempo; la primera fue en 1987 por un secuestro y la segunda, en 2019, para estar en la de Málaga. Las procesiones de aquí son impresionantes, tienen una potencia estética tremenda. Los tronos son majestuosos, incontestables. En Zamora no cabrían. Allí jamás coinciden dos en la calle, no existe esta organización. Tengo que reconocer que aquí vi escenas de fe, en la calle, que no había visto. Eso es lo que uno busca, lo que está detrás. Cuando puedo voy a San Pablo a ver el Cautivo, que también me pellizcó.

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-¿Hace ejercicio, aparte del que va adherido al uniforme?

-Camino 13 kilómetros diarios. Salgo todas las tardes y recorro los que me falten para llegar a esa distancia (respecto a los que lleve acumulados en el día). Recomendación del cardiólogo...

-Para un policía debe de ser duro confinarse...

-Tengo que reconocer que apenas lo estuve, porque continué yendo al despacho con mi horario habitual y solía salir a la calle a ver cómo estaba la ciudad. No podías pasear, es cierto, pero no lo noté excesivamente: caminaba dentro de comisaría.

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-¿Sacó algo positivo de la cuarentena?

-Absolutamente nada.

-¿Se ha desescalado antes la delincuencia que la sociedad en general?

-No, para nada, sigue contenida y en cifras más bajas que antes, aunque no le puedo dar el dato.

-No se diría eso viendo las imágenes de alijos casi diarios en las playas de Málaga...

-Bueno, eso es distinto. Después de tanto tiempo sin actividad, las guarderías (escondites de la droga) estaban vacías...

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