La policía cree que el menor detenido por asesinato se equivocó de objetivo: «No cometáis el mismo error que en España»
Las conversaciones entre los investigados y el perfil del fallecido, un joven holandés de 25 años sin vínculos aparentes con el crimen organizado, apuntan a que no era el verdadero objetivo de la ejecución
El asesinato de un joven holandés el pasado diciembre en Fuengirola, por el que han sido detenidas seis personas, entre ellas un menor de edad, ... aún sigue rodeado de algunas incógnitas. Los policías nacionales que han llevado el caso tienen más certezas sobre la autoría -consiguieron identificar a los sospechosos en apenas cuatro días- que sobre el móvil del crimen, que por ahora se desconoce.
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Los investigadores albergaron desde el principio una duda que con el tiempo y el avance de las pesquisas se ha ido tornando una convicción. Todo apunta a que la víctima, que tenía 25 años, no era el verdadero objetivo de la ejecución, sino otra persona con la que el sicario, en la oscuridad de la noche, se habría confundido, según ha podido saber SUR.
Hay tres indicios que apuntan en esa dirección. El primero es el propio perfil del fallecido. Las fuentes consultadas explicaron que el joven aparentemente no tenía vinculación con el crimen organizado, por lo que no encaja con el modus operandi ni los medios utilizados para asesinarlo, con un encargo supuestamente a cambio de dinero y un fusil de guerra para acribillarlo, asegurándose incluso de rematarlo en el suelo.
El segundo aspecto desconcertante es la propia dinámica del crimen, que ocurrió la noche del 7 de diciembre en un club de cannabis situado en las inmediaciones del paseo marítimo de Fuengirola. El sicario -la policía cree que era el menor detenido- aprovechó la salida de un supuesto cliente para intentar acceder al establecimiento.
Según la reconstrucción policial, la víctima se percató de que iba encapuchado y con un fusil en la mano y se apresuró a cerrar la puerta del local para impedirle entrar. El agresor la emprendió a patadas contra la fachada e incluso realizó algunos disparos, pero no consiguió franquear el acceso al club.
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El joven volvió al interior del establecimiento, donde se vivieron momentos de pánico. Las personas que se encontraban dentro empezaron a gritar y a buscar una salida. Se dirigieron a la parte posterior buscando una escapatoria por la puerta de atrás. Incluso tuvieron que rasgar unos toldos para salir a la calle Asturias.
Lo que no sabían es que el sicario tuvo la misma idea, además de la sangre fría para no huir -pese a los primeros disparos que realizó- y continuar con el plan. Según las fuentes consultadas, rodeó el local buscando a su objetivo. A la vuelta de la esquina abatió a tiros al joven holandés, que únicamente fue el primero que salió a la calle.
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Pero hay un tercer indicio, poderoso, que les lleva a pensar que no era el blanco del ajuste de cuentas. El crimen fue encargado desde Holanda presuntamente por un joven, que tendría el rol de «organizador», a un individuo mayor de edad que habría sido quien habría ayudado al menor en la logística del asesinato de Fuengirola.
Los investigadores interceptaron una conversación entre los dos hombres relacionada con otro encargo, un asesinato cometido semanas después en Amsterdam (Holanda), donde el segundo individuo -el que ayudó al menor- habría actuado como uno de los autores materiales. Al hacerle el encargo, el organizador supuestamente le dijo: «No cometas el mismo error que en España».
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