Salvador González: «El que resuelve problemas y ayuda a avanzar, ese es el decano que quiero ser»
Tras arrasar en las últimas elecciones del Colegio de Abogados, el recién elegido como nuevo representante de los letrados, Salvador González Martín, se muestra como un mediador para impulsar al colectivo
Malagueño, se crió correteando por las calles de la prolongación de la Alameda y del Paseo de Sancha. A Salvador González le atrajo siempre la ... abogacía, se convirtió en letrado y, desde los primeros años de su larga trayectoria, ha estado muy vinculado al Colegio de Abogados de Málaga. En su recorrido por la institución, reconoce haber aprendido mucho de los decanos Nielson Sánchez Stewart y Manuel Camas, un paso por el colegio sin el que no se reconocería en el profesional que es hoy en día. Aprendió en las charlas, en los debates de las comisiones y de la experiencia de compañeros. «El colegio –afirma– siempre te devuelve más de lo que le das». Ahora es su turno. Salvador González ha sido elegido nuevo decano de los abogados malagueños, quienes le han dado un gran respaldo, con un resultado histórico, en el que prácticamente ha doblado en votos a las otras candidaturas.
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–¿Cuándo se despertó en usted el interés por la abogacía?
–Desde pequeño he visto lo que es un despacho profesional, ya que mi padre se dedicaba al asesoramiento fiscal. Después, la abogacía comenzó a interesarme a través del cine y la literatura. Existe tradición familiar, con mi bisabuelo que fue decano en Jaén, pero es más lejana en el tiempo.
–¿Dónde estudió y cómo acabó decantándose por la especialización en Mercantil?
–He estudiado en Málaga. Es una especialización que viene de mi experiencia personal. Mi padre, por la asesoría, tenía mucho trato con empresas. Ahí me di cuenta de que las empresas cada vez tenían un papel más preponderante en la sociedad. Me gustaba, tuve algún asunto al principio y me picó el gusanillo. Es cierto que he tocado otras ramas, como el derecho Laboral, pero ésta es la que me ha gustado siempre más y en la que me desarrollo más intensamente hoy.
–¿Recuerda su primer caso?
–Sí. De hecho, esgrimí en él la cláusula rebus sic stantibus, que no estaba en boga en esos tiempos y que hoy en día, con la pandemia y la última jurisprudencia del Supremo, está de actualidad. Perdí el caso y el cliente no pudo actualizar una renta. Pero ya entonces utilizaba herramientas distintas y no las habituales del derecho. Lo defendí ante una persona a la que considero un maestro de muchos de los abogados de hoy que es Luis Miguel Llamas. Recuerdo otro caso que me marcó muchísimo. En el turno de oficio, llevé la defensa de una niña huérfana. Sus padres habían tenido problemas con la droga y la delincuencia y, al fallecer ambos, les faltaban unos meses de cotización para que la pequeña pudiera optar a una pensión de orfandad. Con mucho trabajo, conseguimos que se la dieran. La cara de satisfacción de los abuelos cuando vinieron a recoger la sentencia es la mayor recompensa que he tenido en mi vida profesional.
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–Sigue en el turno de oficio...
–Creo firmemente en él. Pero se retribuye de forma indecente, la cuantía es escasísima. Es una labor que requiere tecnología, formación, instalaciones... y no se puede retribuir en los términos actuales. Se paga lo mismo que la Junta de Andalucía pagaba hace diez años y esto no parece homologable en ningún país europeo, ni en ninguna profesión. La retribución es miserable.
–¿Cómo surge la idea de presentarse a decano?
–Lo que hizo que este proyecto sea una realidad fueron las elecciones de 2016. Entonces los abogados malagueños no votamos, ya que no hubo ningún proyecto alternativo al decano de entonces. Nos pareció triste a un grupo de compañeros que, entre más de 6.000 abogados, no surgiera una candidatura que lanzar a la abogacía malagueña para ilusionarla y tener posibilidad de elegir. Entonces, nos preguntamos: '¿Si no lo hacemos nosotros que conocemos el colegio, que sabemos como funcionan unas elecciones, que tenemos una trayectoria dilatada y que estamos en una situación estable, quién lo va a hacer?' Nos miramos y al final me tocó a mi. Tengo una situación buena en lo profesional, en lo personal, en la salud y di el paso. Y lo hice con Flor Carrasco, que podría haber sido la decana, pero muchas veces diversas circunstancias familiares o de salud determinan que sea una persona u otra. Pero era todo un grupo de abogados y un sentir de que había que preparar una propuesta seria e ilusionante para la abogacía, que diera un cambio a lo que teníamos en los últimos años.
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–¿Cómo eligió a su equipo?
–Si he tenido un acierto en mi vida ha sido rodearme de buena gente y profesionales, mis éxitos han sido los de los equipos con los que he participado. Convencido de eso, dediqué mucho tiempo a buscar a los mejores profesionales, que representaran a toda la abogacía. Ese gran equipo es la clave del resultado de estas elecciones. El equipo toca todas las ramas del derecho y lo hace con honestidad, sus integrantes son reconocidos como grandes profesionales.
–¿Qué supone para usted convertirse en decano?
–Es un orgullo y también una responsabilidad muy grande. Más de 1.500 abogados han confiado en nosotros y eso te embarga de responsabilidad.
–¿Cómo va a ser este decano?
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–Una persona que ayuda a que el colectivo avance. Los verdaderos protagonistas son los abogados que trabajan en cada una de las ramas del derecho, en las comisiones, en las distintas sedes... Tenemos verdaderos líderes y hay que darlos a conocer. El decano solo tiene que estar detrás para, cuando hay algo que se enquista, que surja su figura y ayudar a mediar, a desatascar... Ese es el decano que quiero ser, el que resuelve problemas y busca una solución que no se había pensado antes. Quiero destacar la ilusión de la candidatura y de este decano por hacer cosas para cambiar la situación de la abogacía y mejorar.
–¿Cómo va a ser la relación con jueces y fiscales?
–De colaboración. Somos tan necesarios los unos como los otros. Tecnológicamente, hay un atraso secular que lleva a un servicio de Administración de Justicia muy deficiente, con mucho retraso, lo que paraliza la actividad económica, no ayuda al tejido productivo ni al empresariado y es muy negativo. Por ello, tenemos que unirnos y reivindicar que de una vez por todas se apueste y se invierta en la justicia.
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–¿Qué es lo primero que va a hacer cuando tome posesión?
–Adelantar el pago del turno de oficio. Además, voy a volcar todas las propuestas de nuestro proyecto en una hoja de Excel y haré un seguimiento pormenorizado del cumplimiento del programa, que se basa en la defensa de la abogacía, del turno de oficio y de la formación. Vamos a reestructurar la organización del colegio y crear una oficina de apoyo al desarrollo profesional de los abogados. Esta oficina va a acompañar a los letrados desde el inicio de su carrera hasta el final, orientándoles y asesorándoles. Es algo que nunca se había hecho hasta ahora.
–Llega en un momento complicado a nivel mundial, con una pandemia...
–Ahora hay que ayudar a que los abogados sean capaces de sacar adelante su despacho. Somos conscientes de que una economía en contracción genera un mercado más difícil en el que ofrecer servicios profesionales, por eso debemos ayudarles y asesorarles.
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