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La crítica ha sido unánime: 'Antidisturbios', de Rodrigo Sorogoyen para Movistar +, es solvente en lo audiovisual. La miniserie relata las desventuras de una Unidad de Intervención Policial (UIP) de la Policía Nacional que se ve envuelta sin saberlo en una trama de corrupción judicial, todo ello mientras Asuntos Internos los investiga por la muerte de un ciudadano senegalés durante una carga en un desahucio.
La ficción dibuja a los agentes como seres imperfectos, lejos de arquetipos: personas que cometen errores, tienen filias, fobias y conductas que, aunque encajan en la idea general de la cinta, no han gustado nada a la opinión pública policial. Diferentes sindicatos y agrupaciones han criticado a través de diferentes canales la imagen que ofrece el título del cuerpo. Tras la polémica suscitada por la serie, SUR ha querido pulsar directamente la opinión de los apelados: los agentes de las UIP.
«Después de ver la serie dos veces, porque con la primera no podía creerme semejante memez, he pensado: '¿Dónde he estado trabajando yo durante 24 años? ¿En qué antidisturbios? ¿De dónde sacan estos personajes?' Cocainómanos, porreros, machistas, violentos, fascistas, bebedores...».
Quien habla es un veterano policía nacional de Málaga que ha cuajado casi toda su vida profesional en la UIP, donde se ha batido el cobre en manifestaciones, revueltas, protestas y operaciones policiales de todo tipo. «No sé quién ha sido el asesor de esta serie, pero jamás se ha puesto unas botas y se ha montado en una furgoneta, más bien se habrá puesto las botas para entrar y salir de un despacho», añade el agente.
El policía se queja de que la serie no recoge que cada año tienen que pasar controles médicos donde les hacen pruebas de todo tipo, incluidas toxicológicas. «No les han explicado [a los guionistas] que para entrar en la UIP has de pasar unos fuertes test psicológicos de personalidad y una entrevista con un especialista para evaluar tu nivel de autocontrol. Tampoco les han contado que todos los años vamos a Linares (Jaén) para entrenar y detectar fallos y conductas no acordes con la legalidad, la congruencia, la oportunidad y, yendo aún mas lejos, la profesionalidad», expresa.
El agente se muestra tremendamente crítico con el contenido de la ficción de Movistar. «Yo he conocido muchísimos 'uiperos', de toda clase y condición, pero jamás gente como muestran en esa serie. No, nunca. Los 'uiperos' son policías muy preparados, son gente que se preocupan en formarse continuamente, tanto en el trabajo (que es obligatorio y dentro del horario laboral) como en sus vidas personales. Estudian, van al gimnasio, llevan una vida sana, están con sus familias... Esta es la realidad de los componentes de la UIP. Policías capaces de soportar horas de lluvia de adoquines en Cataluña, policías que en el 11-M rescatábamos cadáveres mientras llorábamos sin parar, policías que hemos estado en todos los momentos históricos de este país en los últimos 30 años. No, no somos los policías retratados en esa serie, somos profesionales respetuosos con la ley, los reglamentos, las órdenes y sabemos hacer nuestro trabajo».
Más allá de la imagen, el agente cuestiona incluso la credibilidad del guión: «El servicio que origina la serie, el desalojo, es de chiste. Jamás va un solo equipo a ese tipo de servicio. Al ser orden publico, acude como mínimo un subgrupo, eso es de primero de UIP. El asesor de despacho demuestra una vez más su total ignorancia operativa, jamás se pone a gente entre nosotros y un muro sin opción de salida en caso de urgencia. No quiero hablar mas de esta serie, es una estupidez desde el minuto uno».
Las críticas dentro de la unidad, y también dentro del cuerpo, son unánimes. «En 18 años en la UIP no he visto ningún comportamiento así en ninguno de mis compañeros». Este agente se refiere al consumo de cocaína y otras sustancias ilegales que lleva a cabo uno de los personajes (que pasa una mala racha en su vida sentimental). El antidisturbios de la ficción no suele mezclar las drogas con el trabajo, aunque en un episodio tiene que quedarse en el furgón y no ayudar a sus compañeros durante una actuación porque iba pasado de vuelta. «Yo por lo menos no tengo conocimiento de eso [del consumo de drogas dentro del cuerpo]. La verdadera UIP es sacrificio, servicio público, ayuda al ciudadano», remarca el policía, que se revuelve: «En la serie nos tratan como delincuentes prácticamente». Tras matizar que esas conductas están «lejos de la realidad», finaliza: «Sólo te puedo decir que estoy muy orgulloso de pertenecer al Cuerpo Nacional de Policía y en concreto a esta unidad».
La polémica por la serie ha sido tan intensa que la indignación ha alcanzado incluso a miembros de la UIP que no se han sentado aún a echarle un vistazo. Es el caso de uno de los agentes que accede a dar su opinión sobre el fenómeno: «Ni la he visto. Nada más que de escuchar los comentarios de los compañeros, me da vergüenza que se trate de borrachos puteros a la UIP, no sé cómo han permitido eso y no voy a perder mi tiempo».
Uno de los asuntos que aborda Sorogoyen con su propuesta es el uso de la fuerza. La crítica ha definido las escenas de cargas y actuaciones policiales como «violentas» y no «de acción», ya que este último término es elegante, mientras que el planteamiento visual de la cinta va más allá de coreografías y coches saltando por los aires, poniendo el foco más bien el sudor y el miedo.
El director y guionista ha intentado poner al espectador donde nadie quiere estar: frente a la turba, bajo el casco, con el escudo en la mano. Este naturalismo cinematográfico no ha sido acertado a ojos de otro miembro malagueño de la Unidad que ha accedido a dar su opinión: «La UIP no es como se quiere representar en la serie; la fuerza no se ejerce por gusto, solo por imperativo legal». Con respecto al consumo de droga, este agente es tajante: «Nos hacen análisis de sangre y orina cada cierto tiempo, nadie se mete nada; habrá algún descerebrado, pero es difícil con tantos controles».
Otro de los policías que ofrece su opinión a SUR habla más del concepto de las UIP que de la serie, que reconoce no haber visto al completo. «Es necesario tener una visión histórica de lo que es la UIP y de dónde viene. Fueron creadas en el año 89, tras disolver las antiguas compañías de reserva, posiblemente por el vicio que habían adquirido durante años», apunta.
«En aquella época parece que sí que eran habituales borracheras, adicciones al juego… Con la refundación de la unidad se trató de hacer un punto y final, aunque algunas cosas han sido punto y aparte», remarca. No obstante, aunque descarta que los integrantes de las UIP sean «extremos» por sistema, sí reconoce la existencia de «algún espécimen». Pese a todo, este agente considera que no debería existir polémica alguna ya que «es una ficción», al igual que «nadie puso el grito en el cielo por 'Los hombres de Paco'».
Quienes han sido más críticos con la cinta han sido los sindicatos policiales a nivel nacional. Miguel Millán, secretario de Jupol Málaga –formación mayoritaria–, define 'Antidisturbios' como «ficción total». «Nuestra UIP, muy querida por los españoles, no se merece una serie así, no es real. Mis compañeros no son cocainómanos ni puteros. Quizá se inspira en los años 70 y 80, que tal vez sí podía pasar algo así, pero desde el año 1983 hay una formación de dos años, 15 asignaturas, un año de prácticas... tenemos la mejor y más democrática policía de Europa», remarca el agente, que tacha de «vergonzante» que algunos sindicatos hayan participado en la producción.
Millán alude al Sindicato Unificado de Policía (SUP), uno de los tres que aparecen en los agradecimientos y que, tras ver el resultado, ha pedido oficialmente a Movistar + que retire al sindicato de los créditos. Mariló Valencia, secretaria de esta formación en la provincia de Málaga, se suma a la postura de la secretaría general. «'Antidisturbios' da una versión negativa e irreal de la gran profesionalidad de los compañeros que trabajan en la Unidad de Intervención Policial. Son policías nacionales que han tenido que pasar duras pruebas físicas, psicológicas y de conocimiento para poder ocupar dicho puesto de trabajo».
Por último, a nivel nacional, Jupol ha lamentado en un comunicado que «la serie de ficción refleje a una unidad de la Policía Nacional extremadamente violenta y con escasa empatía». La serie utiliza el reclamo de los agentes de antidisturbios «cuando en realidad sus personajes tan solo son una pieza dentro de una trama de corrupción urbanística y política», asegura el sindicato.
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