Entrevista
José Manuel Ramírez: «Cada 12 minutos muere una persona en la lista de espera de la dependencia en España»Presidente del Observatorio Estatal de la Dependencia ·
La organización que preside acaba de publicar su informe anual. Aunque constata mejoras, aún sigue habiendo asignaturas pendientes: «En España tardamos 344 días de media en responder a una solicitud de esta prestación»Se autodefine como «mañagueño», un maño de aquí. No en vano, es devoto del Chiquito, la Esperanza «y de la Virgen del Pilar». Afincado «por ... amor» en Málaga desde hace más de treinta años, José Manuel Ramírez Navarro (Villanueva de Huerva, Zaragoza, 1962) es doctor en Ciencias Sociales y Jurídicas por la Universidad de Málaga (UMA), donde imparte clases en la Facultad de Estudios Sociales y del Trabajo. Trabajador Social desde hace 40 años y autor de más de 60 libros, este funcionario de la Junta de Andalucía preside además la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales y el Observatorio Estatal de la Dependencia, que acaba de publicar su informe anual con la radiografía de esta prestación. Fue uno de los asesores del Gobierno de Felipe González en el primer plan que dejó atrás aquel concepto de «beneficencia» y reguló la asistencia social en España, bajo la batuta de Patrocinio de las Heras.
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Es una de las voces de referencia en la acción social, la «mosca cojonera» de presidentes, ministros y consejeros. «La conciencia, en algunos gobernantes, es un bien escaso», sentencia. Por eso siempre es clarificador sentarse a charlar con él y, sobre todo, escucharlo.
-¿Cuál sería la fotografía actual de la dependencia en España?
-Después de 16 años desde que se aprobó la Ley de la Dependencia, a día de hoy tenemos constatado que el 3% de la población española necesita apoyos para realizar las actividades básicas de la vida diaria. Esto significa que un millón y medio de personas están en situación de dependencia y que todos, a lo largo de nuestra vida, vamos a tener una situación así o vamos a convivir con una persona con esa necesidad. Por eso es muy importante entender que debe ser un sistema público de protección social.
-16 años de Ley de la Dependencia. ¿Se ha avanzado?
-A ver. Es verdad que el informe de este año del Observatorio Estatal de la Dependencia, elaborado a partir de los datos oficiales del Ministerio, registra 91.295 nuevos beneficiarios. Es decir, son personas que tuvieron una prestación o servicio 'ex novo' a lo largo de 2022. Pero bien es verdad que a fecha de hoy, desgraciadamente hay 362.062 personas que están en las listas de espera.
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-No es para estar muy satisfechos, la verdad.
-La espera de la dependencia en España está a día de hoy en una media de 344 días. Eso significa que al ritmo que se plantean los nuevos beneficiarios, si nadie más entrara al sistema se tardaría cuatro años en llegar la plena atención.
-Y los que se quedan en el camino...
-Es lo más dramático, la cifra de 45.360 personas que fallecieron en el año 2022 en las listas de espera de la dependencia. Es decir, cada 12 minutos muere en España una persona esperando.
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-¿Se quedan sin tiempo?
-¡Claro! Piense usted que el 54% de esas 362.000 personas tiene más de 80 años y tres de cada cuatro más de 65. No les queda tiempo. Y además hablamos de población muy vulnerable.
-¿Cómo puede estar sucediendo tanto tiempo después?
-En gran medida por la desigualdad territorial. Hay 11 comunidades autónomas con el limbo de la dependencia por debajo del 10%. En contraposición, tiene usted casos como el de Cataluña, que representa casi un tercio de la lista de espera de toda España. En Castilla y León, por ejemplo, como contrapunto, hay plena atención.
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-¿Qué habría que hacer para desatascar esta maraña administrativa?
-Por un lado, la clave está en descentralizar el sistema de atención de dependencia en las corporaciones, a través de los servicios sociales locales, es decir ayuntamientos y diputaciones. Y por otra parte, simplificar los procedimientos administrativos. A día de hoy, en el sistema de atención a la dependencia, la burocracia está contra las personas.
-Eso es evidente. 344 días en personas vulnerables que pueden tener 80 años no es un plazo de espera razonable.
-...Es más grave (interrumpe). Porque no son personas de 80 años que van en bici, sino enfermos.
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-Peor me lo pone. Entonces, ¿qué o quién está fallando?
-Fundamentalmente falla, por una parte, la desidia e impericia de los gobernantes que no simplifican los procedimientos y hacen más ágiles y flexibles las prestaciones y servicios de la Ley de Dependencia. Por otra parte, que hay gobernantes sin alma, es decir, gobernantes que son insumisos.
Gobiernos insumisos
-¿Contra la propia Ley de Dependencia?
-Claro, podríamos decir que la Generalitat catalana, que el año pasado abandonó a 100.000 personas en las listas de espera de la dependencia, es un gobierno insumiso que no cumple la ley. Y la ley es de obligado cumplimiento. Y por otra parte está que no hemos sido capaces de simplificar los procedimientos. Es una telaraña burocrática con unos tiempos de espera insoportables que generan mucho sufrimiento a la gente que está esperando.
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-A todo eso hay que añadir los sucesivos tijeretazos al sistema, empezando por Rajoy en 2012.
-Los recortes que hizo Rajoy en el año 2012 supusieron un quebranto para el sistema de atención a la dependencia de 6.300 millones de euros menos que se dejaron de invertir en el sistema. En estos últimos tres años, el Gobierno de España ha inyectado 600 millones de euros más cada año, es decir, 1.800 millones de euros. Pero esto no es sólo una cuestión de dinero.
- ¿Cómo?
-Pues mire, esa inyección ha tenido un doble efecto perverso. De un lado, en diez comunidades autónomas (Aragón, Canarias, Castilla y León, Castilla La Mancha, Extremadura, Galicia, Murcia, Navarra, País Vasco y La Rioja), lo que han hecho con ese dinero, en vez de atender a los dependientes, ha sido hacer caja. Y por otra parte, también el procedimiento ha sido tan complejo que esta inyección económica no ha servido para conseguir el objetivo que planteaba el plan de choque. Es decir, el sistema de dependencia no sólo es una cuestión de dinero. También en esto, como en todo, obras son amores y no buenas razones.
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-¿Y cómo podría desatascarse?
-Con la prescripción social facultativa de los trabajadores sociales.
-Ahora mismo no le sigo.
-Imagínese que usted va al médico y le dice «quiero tal pastilla que me tienen que hacer una colonoscopia». Con un papelito que te firma la médico te arregla la vida. Imagínese, por contra, que ese papel tuviera que pasar por un procedimiento administrativo con resolución del Delegado Provincial de Salud, que a su vez requeriría de otra resolución administrativa de fiscalización previa del interventor de la Comunidad de la Delegación Territorial. Cuando llegara a sus manos, usted estaría muerto. Pues eso es lo que ocurre en los servicios sociales, que el procedimiento administrativo impera en el sistema porque no hemos sido capaces de generar leyes que a los trabajadores sociales nos confieran la prescripción social facultativa.
-¿Me está diciendo que es la propia ley la que les bloquea?
-Sí, la ley es puro procedimiento administrativo, impone un sistema muy procedimental.
-Bueno, y con un poquito de voluntad política para cumplir una ley que prescribe un derecho, no una 'paguita', ¿no?
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-Exacto, la dependencia no es una ayuda o una subvención, es un derecho igual que el paro, la salud o la educación.
-¿En España hemos pasado en los últimos años de la caridad al derecho?
-La caridad es otra cosa. Hemos pasado de la beneficencia al derecho. De hecho, el lado positivo de todo esto es que, por primera vez este año, se va a alcanzar en el sistema de atención a la Dependencia una inversión de más de 10.000 millones de euros, que dan servicio por derecho a más de 1.300.000 personas. Y esto genera más de 300.000 empleos directos. Piense que por un millón de euros que se invierte en el sistema se generan 40 puestos de trabajo estables, directos y no deslocalizados.
-Eso me parece importante, porque tengo la sensación de que a veces se asocia la protección social a gasto y no a inversión, con efectos directos e indirectos como este del empleo.
-Sin duda. Mire, somos un país envejecido y los empleos que genera este sector no se pueden deslocalizar. Esto no es una fábrica que puedo instalar a 500 kilómetros de aquí. A los mayores de aquí los tengo que atender aquí y con personal de aquí
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-¿Se abre entonces toda una vía de formación laboral y profesional para nuevas generaciones?
-Absolutamente. Actualmente ya tenemos un grave problema para poder atender a las personas en situación de dependencia en determinadas profesiones.
-¿En qué perfiles, por ejemplo?
-Pues mire, no hay auxiliares de clínica, enfermeros ni médicos. Las profesiones sanitarias, fundamentalmente. Hay cálculos, que no son de la Asociación de Gerentes, que dicen que en los próximos diez años necesitaremos más de dos millones de personas (que probablemente sean inmigrantes que vengan a España) para cuidarnos a las personas vulnerables que necesitaremos esas atenciones para realizar las actividades básicas de la vida diaria.
«Vamos a dejar de infantilizar a los mayores. Hay que respetarles y escuchar de dónde vienen»
-Aprovecho para cambiar el tercio: ¿Nos han cambiado los retos con este envejecimiento acelerado de la población?
-Absolutamente. Tenemos que entender que el concepto de envejecimiento ha cambiado. Hace 20 años, alguien de 65 años era una persona mayor, envejecida, que necesitaba de cuidados para poder ser atendido. Hoy en día, una persona de 65 años puede estar montando en bicicleta e incluso haciendo una maratón. Lo que tenemos que cambiar es nuestra cultura para alargar el proyecto vital de la gente y no buscar aparcaderos para personas mayores.
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-Aparcaderos, es duro escucharlo.
-Pero es que es así. Vamos a dejar de infantilizar a los mayores. Hay que respetarles, escuchar de dónde vienen.
- Estamos apartando al mayor de nuestro modelo social?
-Sin duda, hay un edadismo, estamos en un modelo en el que el viejo no vale. El problema es que dentro de unos años, el viejo va a ser la mayoría.
-Pero no se lo ponemos fácil. Pienso en los bancos con la digitalización o en las empresas con el despido del talento senior, por ejemplo.
-Cierto, es verdad que una persona envejecida, con los valores de nuestra sociedad, no compadece. Compadece la persona que es guapa, que es joven.
Cuidados en casa
-Respetar el proyecto vital. Creo que eso tiene que ver con ese 'palabro' que últimamente se emplea tanto para referirse al modelo de cuidado en los próximos años: desinstitucionalización. ¿Podría explicármelo?
-Pues ese es un 'palabro' heredado de las políticas que vienen de fuera de España, de la Unión Europea. Es una estrategia que tiene que favorecer la transformación del modelo de cuidados y apoyos en España, promoviendo la vida independiente y la atención centrada en la persona, en el entorno comunitario. Dicho así, nadie puede no estar de acuerdo. Todo el mundo coincide en que la mejor forma de atender a una persona es en su propia casa.
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-¿Pero eso cómo se consigue?
-Eso se consigue con inversión. Por una parte, respetando el proyecto vital de la gente y para eso uno de los componentes del Plan de Recuperación y Transformación y Resiliencia, el 22, es un compromiso adquirido hacer más inversión y que la gente pueda vivir en sus casas.
-No me genera ningún tipo de duda de que esa es la mejor respuesta, pero ¿no hay en cierta medida una renuncia de la intervención pública de la administración?
-Bueno, yo creo que la administración tarde o temprano va a entender que vivimos en una sociedad envejecida y además cambiante. Antes eran las mujeres las que atendían los problemas que había en las familias y eran unas auténticas cadenas de solidaridad. Ahora hemos ganado el espacio de libertad, pero tenemos que plantear una alternativa a esas cadenas de solidaridad antiguas. Por eso yo siempre digo que las políticas sociales no son políticas de igualdad, pero las mejores políticas de igualdad son las políticas sociales. Cuando avanzamos en políticas sociales generamos espacios de libertad a las mujeres. Que si alguien, alguna mujer, algún hombre, decide cuidar de una persona vulnerable en su entorno familiar sea por decisión propia y en libertad, no obligado por unas circunstancias que abandona el Estado del Bienestar.
-Que no sea porque le toca a la hermana solterona del pueblo, para entendernos.
-Efectivamente. Por eso tenemos que plantear que va a haber trayectos vitales que se van a desplegar en un contexto de estructuras sociales históricas cambiantes.
-Entiendo, entonces, que lo que se busca es que una persona dependiente no deje de tener su autonomía.
-Exacto. Que una persona sea dependiente para determinadas actividades básicas de la vida diaria no significa que pierda su autonomía para decidir.
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-¿Cómo se debería llevar a cabo?
-Tiene que ser de dos formas. La primera tiene que ser progresiva. Y lo segundo: si tenemos que hacer una desinstitucionalización, hay que entender que para la atención a domicilio no es idónea la respuesta que damos desde los recursos públicos para satisfacer las necesidades de las personas que viven en sus casas.
-¿En qué sentido?
-Tenemos que mejorar la intensidad media de la atención a domicilio por dependiente en España, que es de 36 horas al mes. Es decir, con una hora al día no puedes atender a una persona en su casa. Entonces, tiene que mejorar la intensidad, tiene que haber una teleasistencia avanzada que genere seguridad y seguimiento, tenemos que mejorar los servicios de carácter ambulatorio domiciliario desde las residencias o desde los centros de día, que esto es una cosa que va a cambiar radicalmente. Es decir, los centros de día y las residencias no pueden ser coto cerrado de las personas que sean atendidas en ese sitio sino que puedan prestar servicios puntuales como comidas o una terapia determinada, por ejemplo.
-Y así liberamos infraestructuras y costes.
-Sí, pero sobre todo, lo que estamos haciendo es manteniendo los proyectos vitales de las personas en sus casas y en su entorno. Es decir, lo que estamos haciendo es que la gente sea más feliz.
-¿La tecnología será la gran aliada?
-En efecto, porque el objetivo que pretendemos es llevar los robots sociales a las viviendas. Vamos a trabajar con robots asistenciales, andadores y bastones inteligentes y, en fin, todo un catálogo de tecnología al servicio de la persona dependiente que está en su casa.
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«Con las residencias hemos pasado de los asilos a edificios fríos, luego 'hotelitos con encanto' y últimamente a la sanitarización»
-Al hilo de esto. Usted está también en los grupos de trabajo que alumbran el nuevo modelo de residencias en España. ¿Podría adelantarnos algo?
-Mire, nosotros venimos de la época de los antiguos asilos. De ahí pasamos a unos edificios del tardofranquismo, grandes y fríos. Luego en la década de los noventa pasamos a lo que yo llamo 'hotelitos con encanto'. Y luego llegamos a la sanitarización de las residencias. Y no se han dado cuenta de que las residencias no son centros sanitarios, ni siquiera sociosanitarios. Son centros de servicios sociales. Las residencias no dan atención sanitaria, dan atención y procuran una convivencia en positivo. Según el protocolo del Acuerdo sobre Criterios comunes de acreditación y calidad de los centros y servicios del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia (SAAD), publicado ya en el BOE, el mejor modelo de residencias es el que empieza en casa. Es decir, tiene que estar cerca, tiene que tener un servicio de proximidad.
-Pues es difícil encontrar reserva de suelo para residencias en los planes urbanísticos.
-Sí, y eso es un error, porque tú quieres estar en tu zona, que estén en el entorno.
-O sea, ¿El objetivo es que igual que se reserva suelo para VPO, se reserve para residencias?
-La idea es que se reserven donde se necesiten.
-¿Y el ambiente en las residencias, se va a regular?
-Es el segundo gran cambio. Todas las residencias van a funcionar con unidades de convivencia en la que compartes proyectos vitales.
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«En España el ascensor social ha gripado; cuando alguien cae en la exclusión social es muy difícil recuperarlo»
-Entiendo. Nuevo cambio de tercio. Usted preside la Asociación de Directores y Gerentes de Servicios Sociales. ¿Cuál es la protección social real de la que disponemos en la actualidad ante los más vulnerables?
-Recuerdo que cuando trabajaba como asistente social en los años 80 era más fácil hacer que la gente que caía al precipicio de la crisis volviera. Pero es verdad que con el actual modelo de sociedad, el ascensor social ha gripado y cuando una persona cae en la exclusión social, es tremendamente complejo reinsertarlo. En este momento, según el INE, hay nueve millones de personas que viven en el precipicio de la exclusión social. Cuatro millones de personas viven en lo que se llama pobreza severa de vulnerabilidad severa, es decir, no tienen posibilidad de comer cada dos días carne, pescado o pollo; no tienen posibilidades de mantener la casa con una temperatura adecuada; no pueden comprarse un vestido nuevo cuando está estropeado; no pueden tener dos pares de zapatos en buenas condiciones, no pueden improvisar un gasto extraordinario, no pueden ir de vacaciones al menos una vez al año, una semana. Para eso tenemos un sistema de servicios sociales que está infradotado económicamente y también de personal con procedimientos tremendamente complejos.
- ¿Y cómo salen los que caen?
-Es muy difícil. La exclusión social es un proceso que te lleva a un desarraigo, a una desvinculación, una ruptura con las relaciones sociales, con las normas, a la desmotivación y a la soledad. Y en ese proceso, salir supone una cantidad ingente de recursos humanos, técnicos y de gestión. Por eso nuestros gobernantes no entienden que las colas del hambre son el ejemplo claro de la línea que separa la pobreza de la exclusión social. Si nosotros entendemos que el ingreso mínimo vital y la renta mínima de inserción deben ser las mejores vacunas contra la pobreza, evitaremos que esas personas a las que se les 'vacuna' acaben en el precipicio de la exclusión social.
-Volvemos a la burocracia contra las personas otra vez...
-Exacto. Ese es el grave problema que tenemos: que los servicios sociales para eso tenemos procedimientos inmisericordes, una falta de recursos técnicos y económicos terribles. Nosotros deberíamos dedicar más del 2% del PIB al sistema de cuidados y sólo se destina el 0,7%.
Demencias y alzhéimer
-Mayores, dependencia, envejecimiento. Esto me lleva a preguntarle por las demencias en general, y el alzhéimer en particular, que crece de forma exponencial en España ¿Cómo valora la respuesta da la administración?
-A todas luces es insuficiente. Es un grupo de síntomas que afectan a la memoria, el pensamiento, a las habilidades sociales, lo suficientemente grave para que interfiera en la vida diaria. ¿Qué es lo que que no hacen las entidades, las administraciones públicas desde los sistemas de protección y que debería interpelarnos? Primero hay que prestar atención integrada, que significa no crear un tercer sistema sociosanitario, sino que Salud se encargue de la atención sanitaria y Servicios sociales de las atenciones de convivencia y de integración.
-¿Pero no se 'hablan' los dos sistemas?
-Para nada. Esa sería la segunda estrategia, tener información compartida entre sistemas. Es decir, tenemos que tener una segmentación para que la historia clínica y la social comparezcan. Luego hay que hacer atenciones conjuntas en procesos personalizables.
-Un plan andaluz, un plan nacional. No tengo muy claro cómo está el asunto en el resto de comunidades. ¿Volvemos a estar otra vez en la burocratización y la dispersión administrativa ante una enfermedad de gran magnitud?
-Bueno, más que eso hay que ver si todos esos planes tienen memoria presupuestaria. Si no, son cantos de sirena. Lo que he visto hasta ahora en los planes integrales es que hay muchos avances en los discursos, pero pocos en lo tangible de acciones concretas. Es decir, tiene que haber una inversión tecnológica y organizativa.
-Otro asunto que requeriría un pacto de Estado. Otro más…
-Claro, mientras no haya una visión de alcance con un pacto social sobre este tema y haya un marco de derechos garantizados desde la salud y desde los servicios sociales y una responsabilidad pública con participación privada, no habrá solución.
-¿Usted no abomina de la participación privada?
-Para nada. No soy un 'ayatolá' de lo público. Sí creo que tiene que haber un impulso de derecho subjetivo, de ciudadanía y eso lo tiene que hacer lo público. Pero no digo, como decía Pablo Iglesias, que todas las residencias tienen que ser públicas.
-El otro me decía un familiar de alzhéimer que lo peor no es la desmemoria sino el deterioro físico, funcional y cognitivo, y se lamentaba de que no se conozca bien la enfermedad. ¿Hace falta más divulgación?
-Así es, y creo que han hecho un gran favor desde Ronald Reagan hasta Suárez, que han propiciado que las demencias ya no estén tan estigmatizadas. Eso hace que la gente lo vea con naturalidad. Es más, las personas empiezan a prevenirse con actividades de envejecimiento activo.
-Para terminar. Me va a permitir que se lo diga, es usted lo que se llama una 'mosca cojonera' para ministros y consejeros.
-Mire, yo creo que es necesario. La conciencia en algunos gobernantes es un bien escaso. También le digo que a mí no me gusta. Hay gente que piensa que yo disfruto con esa crítica o esa polémica. Primero, nuestras críticas siempre son constructivas, siempre damos alternativas. No es una crítica destructiva y nunca planteamos una desacreditación de la persona, sino de los argumentos que de la acción. Éticamente, como profesional del trabajo social, yo no puedo ir en contra de una persona, sino en contra de lo que hace o del planteamiento de lo que defiende.
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