
Nacieron como nacen muchos sueños en EE UU, en un garaje. 20 años después, sus productos se agotan en segundos y tienen lista de espera de miles de coleccionistas. Los Funko no son simples productos de merchandising, son un hito de la cultura pop. Pero antes de inundar el mercado con sus diseños actuales, cientos de personas los llevaban en sus coches o tenían en sus despachos sin asociarlos a la marca.
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«Todo comenzó con Austin Powers», explica Mike Becker, fundador de la empresa, en el documental 'Making Fun: The Story of Funko' realizado por Netflix. La compañía debe su nombre al concepto de diversión. Querían algo que incluyera dicha palabra y no se decidían, hasta que dieron con la clave: un juego con los términos «Fun» y «Company» (Compañía de Diversión), que mutó en Funko.
Todo se originó en 1998, cuando tres amigos amantes de lo retro, que se habían conocido años atrás, decidieron en un bar de Everett (Washington) crear su propio negocio. Becker, junto a los artistas Rob Schwartz y Sean Wilkinson dieron rienda suelta a su imaginación y formaron Funko. El concepto inicial era bastante diferente al actual, aunque mantenía una similitud: un personaje cabezón. Computer Bob, un hombre con un ordenador por cabeza, era el primer diseño que creaban. Aunque no tuvo éxito, el germen de la idea ya estaba asentado. Solo había que hacerlo crecer. Y eso hicieron.
En uno de sus viajes a los estudios Universal de Los Ángeles, Mike Becker quedó maravillado por el escaparate de la tienda Sparkys, donde cientos de dispensadores de caramelos Pez lo adornaban. Él quería hacer eso, y lo intentó. «Necesitáis muñecos cabezones», le dijo al dependiente que quedó sorprendido ante la propuesta. Días después, tras cerrar un acuerdo con los responsables de la hamburguesería Bob's Big Boy, Mike Becker y sus dos amigos comenzaron a diseñar un muñeco basado en el icono del restaurante. Funko ya estaba en marcha. Solo quedaba que tuviera éxito. Y lo tuvo.
Becker, con una caja de cabezones con muelle de Big Boy debajo del brazo, volvió a la tienda Sparkys de los estudios Universal. «Te los regalo para que los pongas a la venta. No tienes nada que perder», le dijo de nuevo al dependiente. Al día siguiente, se habían agotado. Y así, comenzó el imparable éxito de Funko.
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Empezaron a conseguir licencias de diferentes marcas comerciales, a las que añadían creaciones suyas. Betty Bob e incluso una mascota propia de estilo retro, Freddy Funko, fueron los primeros. Luego llegó Austin Powers, que gracias al éxito de la película, puso a Funko en el punto de mira internacional. Desde su garaje, con la ayuda de sus padres, Mike empaquetó más de 100.000 cajas. El teléfono no paraba de sonar y como hicieron otros muchos emprendedores similares, Becker al descolgarlo se hacía pasar por un oficinista que pasaba la llamada a otro departamento. Todo por intentar dar una imagen más profesional.
Tres años después, en 2002, Funko proponía su primer evento especial, con 70 personas invitadas a un desayuno donde podían conseguir una edición limitada de una figura. Una idea que, de nuevo, no sabían si funcionaría. Pero lo hizo.
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Los llamados funatic, que es como se conoce a los 'fanáticos' por estas figuras, empezaron a surgir por todo el mundo. Algunos trabajaban como voluntarios ayudando a la empresa, tanto en su logística como en los eventos. Poco a poco, el espíritu de la compañía se fue expandiendo y creando una especie de 'gran familia de amigos'. Algunos recibían regalos exclusivos, otros, disfrutaban de ser parte de este 'sueño de infancia': ver a sus personajes favoritos convertidos en figuras.
Pero el estrés por el ritmo que estaban llevando hizo que Mike Becker decidiera vender la empresa en 2005 a un amigo suyo, Brian Marotti. Este, que sigue como CEO de ella, pasó por una mala racha durante tres años, sin saber muy bien hacia donde encaminarse. Hasta que un día sonó de nuevo el teléfono. Warner Bros. les ofrecía la posibilidad de utilizar su licencia a cambio de que hicieran algo que mantuviera la esencia original, pero a su vez fuera diferente. Y así, nacieron los Funko Pop! actuales en la Comic Con de San Diego de 2010.
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Los primeros personajes fueron Batman, Joker o Linterna Verde entre otros. Y aunque el recibimiento no fue del todo bueno por parte de los coleccionistas clásicos, ya que el formato cambiaba de forma notable, su éxito fue in crescendo. Los Funko Force, que así se llamaban, iban dentro de en un blister de plástico que poco después cambió por las actuales cajas de cartón, más fáciles de apilar para coleccionar.
El público femenino empezó a interesarse por ellos, los fans los compraban para que sus ídolos se los firmaran y los coleccionistas hacían colas por conseguir ediciones especiales. Poco a poco, los Funko Pop! fueron invadiendo las estanterías de todas las tiendas hasta convertirse en icono de la cultura pop a nivel mundial.
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Hay Funko Pop! de cualquier cosa. Desde cantantes hasta personajes de ficción, pasando por adorables personajes de terror. Si existe, puede ser convertido en Funko y su diversidad hace que gente de gustos muy dispares tenga algo afín. Su clave del éxito está en que son relativamente económicos y hay unos 3.000 diferentes en el mercado solo de la línea de Pop! Vinyl. Eso sí, las subastas de algunos, como la versión limitada de Dumbo payaso, pueden llegar a superar los 4.000 eruos.
Ahora, 20 años después de su nacimiento, Mike Becker sigue ayudando a la empresa en su nuevo frente, una línea de ropa. Pese al éxito, según explica en el mencionado documental, no se arrepiente de haberla vendido. Logró hacer realidad su sueño: plasmar el concepto de diversión en un objeto que une a gente de todo el globo.
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Aunque los amantes de Nintendo aún no tienen figuras de Super Mario por ser una de las pocas franquicias que se resiste a Funko, hay miles de variedades de la línea Pop! en el mercado. Algunas son especiales, como las que llevan una pegatina con la palabra Chase, que hace que los fans se vuelvan locos por tenerlas. Ese símbolo indica que la Funko Pop! de su interior se diferencia del resto por tener alguna rareza, como un cambio de diseño o color. Es decir, son una edición limitada que suele ir junto al resto de su línea. El problema es que aunque lleguen a las estanterías, son muchos los «cazadores de Chase» que se dedican a buscarlas para revenderlas a un precio mayor. Un vistazo a eBay revela que la figura de Batgirl con dicha pegatina se está vendiendo por 1.700€, aunque originalmente se podía encontrar por algo menos de 9€.
Las exclusividades siempre tienen premio. Aquellos que se acercan a los principales eventos de cómics en EE UU, como San Diego o Nueva York, pueden hacerse con Funkos en su tienda, tras esperar largas colas y a veces no entrar en el día, que se revenden luego por más de 200 veces su precio. De la Pop! de Freddy Funko edición especial Star Wars, que salió este año en la SDCC, solo había 450 unidades. Aun así, dos meses después, alguien vende una de ellas desde Japón por 2.000€.
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