«Mi hijo no me escucha»: así reacciona el cerebro de los adolescentes al oír a sus madres
Investigadores de la Universidad de Stanford realizan un experimento con niños y niñas de entre siete y 16 años y demuestran que no todos responden igual a la voz de sus progenitoras
Para muchos padres, la peor etapa en la crianza de sus hijos es la adolescencia. No solo porque se vuelven más impulsivos, irascibles e inaccesibles, ... sino porque simplemente parece que no les escuchan. «Es como hablar con una pared», es una de las frases más repetidas. Una investigación llevada a cabo por un equipo del Stanford School of Medicine, y publicada por el 'Journal of Neuroscience', ha dado con la causa de este supuesto desinterés.
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Para tranquilidad de los padres, «cuando los adolescentes parecen rebelarse al no escuchar a sus padres es porque están programados para prestar más atención a las voces fuera de su hogar», apunta uno de los autores del estudio Vinod Menon, para quien esta actitud «tiene sus raíces en cambios neurológicos» y forma parte del proceso adaptativo que prepara a los adolescentes para su independencia.
La investigación se basó en el uso de imágenes cerebrales funcionales del procesamiento de la voz humana en niños y adolescentes. Para ello, se contó con una muestra de 46 niños y niñas de entre siete y 16 años que estaban a punto de someterse a distintas pruebas médicas. Los investigadores utilizaron esta situación para comprobar cómo reaccionaba la parte de sus cerebros que controla los sistemas de recompensa y valoración social al escuchar las voces de sus madres frente a las voces de mujeres desconocidas.
Según concluye el estudio, cuando los niños más pequeños escuchan la voz de su madre, las regiones de procesamiento de recompensas muestran una mayor actividad en comparación a cuando escuchan voces desconocidas y no familiares. Sin embargo, los adolescentes, a partir de los 13 años, muestran el efecto contrario, con una mayor actividad para la voz no familiar en comparación con la voz de la madre.
Para los investigadores, este hallazgo viene a demostrar «un cambio de orientación social de los adolescentes hacia compañeros sociales no familiares y proporcionan una plantilla para comprender el desarrollo neurológico en poblaciones clínicas con dificultades sociales y de comunicación».
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Evidencia, al mismo tiempo, que mientras «el mundo social de los niños pequeños gira principalmente en torno a los padres y cuidadores, quienes desempeñan un papel clave en la orientación del desarrollo social y cognitivo de los niños», como exponen los integrantes de la investigación, en la adolescencia se produce un cambio hacia objetivos sociales más allá de la familia; una circunstancia que, por otra parte, forma parte del proceso adaptativo que prepara a los adolescentes para su independencia.
En este sentido, Vinod Menon apunta a que lo que han descubierto es una herramienta que ayuda a los adolescentes a relacionarse con el mundo y a ser socialmente hábiles fuera del seno familiar.
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