¿Por qué los árboles son tan beneficiosos en la ciudad?

Generan sombra y sofocan el calor, propician la biodiversidad, son sumideros de C02 y generan oxígeno

Domingo, 1 de septiembre 2019, 00:41

Hay sólo un espacio en el que los que luchan contra los incendios forestales sufren cuando hay un exceso de árboles. Es la temida zona ... de interfase, que no es otra que en la que conviven las casas en mitad de la zona forestal. Estos espacios son idílicos para vivir porque el paisaje suele ser excepcional y las casas se benefician de una disminución de las temperaturas por el efecto de sombra de los árboles así como por el frescor que generan a su alrededor pero, sin embargo, están expuestas a ser devoradas por un incendio, ya que la vegetación es continua, lo que acaba siendo un problema para los efectivos contraincendios del Infoca, así como municipales y provinciales cuando actúan en estas circunstancias.

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Pero salvando estas distancias, las de las zonas de interfase, donde en realidad sólo deberían estar los árboles y no las casas, lo cierto es que los ejemplares arbóreos mejoran muy mucho su alrededor.

Para empezar, los árboles en las ciudades generan sombra, propician la biodiversidad al ser cobijo de especies, refrescan el ambiente, absorben (cantidades según la especie) el pernicioso gas CO2 de la atmósfera durante la fotosíntesis, de hecho son los principales sumideros naturales del mundo; luchan contra el calentamiento global,generan importantes cantidades de oxígeno, y sofocan las llamadas islas de la calor en las ciudades. Y no menos importante, contribuyen a tener un paisaje único entre las masas de cemento y ladrillo, de tal forma que mejoran la calidad de vida de sus habitantes.

Según los urbanistas y los estudiosos de la vegetación en zonas urbanas, la vegetación reduce el brillo y el reflejo del sol en las ciudades con más horas de insolación como los municipios malagueños, complementan las características arquitectónicas de los grandes paseos como las avenidas o boulevares, y atenúa considerablemente, sobre todo en lo que a paisajismo se refiere, la dureza que muestran las grandes extensiones de edificios. De hecho, la vegetación tiene efectos beneficiosos para la salud. Hay un curioso estudio realizado en 1984 por el investigador Roger Ulrich, quien llegó a la conclusión de que los recién operados en un hospital de Pensilvania, en Estados Unidos, se recuperaban mejor de la intervención quirúrgica y pedían menos analgésicos para calmar el dolor cuando veían desde su habitación árboles, a diferencia de los que sólo tenían una pared. El verde es un indicador de bienestar.

Hay espacios en las ciudades que serían otros de no disponer de una determinada alineación de árboles. Los menos observadores apenas se dan cuenta de cómo mejora el paisaje, pero no es lo mismo andar entre edificios sin árboles en los días aciagos de verano, que hacerlo bajo una masa esponjosa. Piensen por ejemplo en la Alameda de Málaga, con esos ejemplares de ficus microcarpa gigantescos, que crean todo un microclima debajo de ellos. Son capaces de reducir hasta cinco grados la temperatura bajo su sombra. Tengan en cuenta que al lado, el asfalto y otras superficies aumentan considerablemente el calor al reflectarse los rayos del sol en suelos suelos y paredes. En Chicago lo tuvieron claro y empezaron a luchar contra el cambio climático que había aumentado la temperatura dos grados en verano desde 1945 con tejados verdes. El primero fue el del propio ayuntamiento. Ahora cuenta con más de 359 techos verdes, que cubren más de medio millón de metros cuadrados. Que no hay sitio en el suelo, pues en las azoteas.

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