¿Quién fabrica el condón más fino del mundo?

A los publicistas les gusta utilizar los superlativos. Pero su uso puede derivar fácilmente en publicidad engañosa. Y eso es algo que disgusta sobremanera tanto a los consumidores como a las empresas de la competencia. Más aún si se trata de algún asunto relevante. ¿Y qué puede haber más trascendental que el grosor de un preservativo? Es la pregunta que se debieron de hacer el pasado mes de abril los directivos de la empresa china Daming United Rubber Products, que decidieron llevar a juicio a su competidora japonesa Okamoto por promocionar sus condones afirmando que son los más finos del mundo.

Y cierto es que lo fueron. Pero sólo hasta diciembre de 2013, momento en el que el Libro Guinness de los Récords rectificó y otorgó el honor a Daming, a la que el tribunal de la provincia sureña de Guangdong dio ayer la razón en este extraño litigio. Eso sí, los usuarios tendrán difícil notar la diferencia: 0,036 milímetros de grosor frente a los 0,038 milímetros de la marca japonesa. Quizá por eso, la multa impuesta es simbólica: un yuan, 14 céntimos de euro. No obstante, Okamoto no podrá continuar vendiendo sus preservativos como los más finos del mundo.

Aunque el asunto suene a broma, lo cierto es que China se está tomando muy en serio la conducta del sector publicitario. De hecho, el pasado 1 de septiembre modificó la ley que lo regula que data de 1995 e introdujo algunas condiciones curiosas. Por ejemplo, las celebridades que venden su imagen al producto que más les pague tienen que haberlo probado antes, y en según qué casos incluso podrían ser encausadas si se descubre que existe falsedad manifiesta en las características reflejadas en los anuncios. Así, lógicamente ahora se cuidan mucho de informarse sobre el producto junto al que sonríen.

Donde no está teniendo tanto éxito China es en la regulación de la publicidad que hace ostentación de un modo de vida capitalista. De hecho, en pocos países la población recibe un bombardeo mayor. Los anuncios se cuelan en pantallas ubicadas en los asientos de los taxis o en el interior de los ascensores, y empapelan por completo la ciudad. Y siempre son productos de lujo los que más visibilidad logran: urbanizaciones con ostentosos nombres europeos, bolsos para los que es necesario hipotecarse y automóviles que le darían envidia al mismísimo James Bond. Sin duda, en este escenario, los preservativos de Daming apenas llaman la atención.

«Ahora que ya sabemos cuáles son los condones más finos, no estaría de más que se enseñase a los jóvenes a utilizarlos», ironizaba ayer un internauta en Weibo, el Twitter chino, en relación a la falta de educación sexual en el país más poblado del mundo. No en vano, aunque los métodos contraceptivos son casi una obligación por la política de natalidad, el sexo sigue siendo tabú en las aulas. Es una de esas contradicciones de un país que vive obsesionado con los récords.