Kurt Cobain, bajo el agua, en una foto que remite a la portada del ‘Nevermind’ de Nirvana.

Cara a cara con Kurt Cobain

Un documental reconstruye la figura del músico a partir de manuscritos, vídeos caseros y cintas de audio. «Son las dos horas con mi padre que nunca tuve», dice la hija

carlos benito

Sábado, 14 de marzo 2015, 17:44

Los mitos son fáciles de retratar. A Kurt Cobain, por ejemplo, se le resume en un párrafo: el líder de Nirvana era un joven atormentado, ... inadaptado, insatisfecho, que se refugió de sus fantasmas en las drogas y la música. Como si el destino hubiese querido hacerle una jugarreta, sus canciones crudas e intensas se convirtieron en uno de los mayores éxitos comerciales de los años 90, a un nivel que nadie en sus cabales se habría atrevido a pronosticar, y la popularidad masiva se sumó a los problemas con los que tenía que lidiar. Su pareja, Courtney Love, tampoco era precisamente un ejemplo de equilibrio y templanza. El desenlace, ese abrupto punto final que certificó y selló el mito, llegó en abril de 1994, cuando Kurt se mató de un tiro en la cabeza. Tenía 27 años y una hija, Frances Bean, que todavía no había cumplido los 2.

Publicidad

Pero el mito es solo un esquema, cuatro trazos a los que les falta carne por todas partes. En Montage Of Heck, un documental que llegará el mes que viene a algunas pantallas europeas y que la cadena HBO emitirá en mayo, el director cinematográfico Brett Morgen se ha propuesto reconstruir al ser humano Cobain: «El hombre es mucho más adorable que el mito, y creo que, cuando el público vea esta película, se va a enamorar de él», ha declarado a The Guardian. Su confianza puede sonar a hueca palabrería de autopromoción, pero lo cierto es que Montage Of Heck, en el que ha invertido ocho años, no es un documental al uso sobre una estrella muerta. Fue la propia Courtney quien localizó a Brett Morgen y le propuso hacer algo acerca de Kurt, ya que le había encantado su trabajo sobre el productor cinematográfico Robert Evans. Y a continuación, en un acto de espíritu punk que espantaría a cualquier ejecutivo de multinacional, le entregó las llaves del lugar donde tenía almacenadas las cosas de su esposo y le concedió libertad absoluta, sin saber siquiera lo que había allí dentro. «La veré cuando esté acabada», se despidió.

Y lo que había allí dentro era el paraíso de un autor de documentales, algo así como una Disneylandia para biógrafos: un montón de vídeos domésticos, que empezaban con los Super-8 de la primera infancia y reflejaban la vida entera del músico; cuatro mil páginas manuscritas, en las que se mezclaban anotaciones de diario, dibujos y esas listas un poco caóticas a las que era tan aficionado Kurt; y la inesperada joya de la corona, de cuya existencia nadie tenía la más remota idea: 108 cintas de audio en las que el propio Cobain había ido grabando una suerte de autobiografía. Esta abundancia de material ha hecho posible prescindir de la habitual sobrecarga de bustos parlantes salen los padres del músico, su hermana, su viuda, su hija, su primera novia y uno de sus compañeros de grupo, el bajista Krist Novoselic y dejar que los espectadores vean y oigan directamente al Kurt desconocido.

"Bajé a las vías del tren"

Ahí está el pequeño rubiales, apagando las velas de su primer cumpleaños, o disfrazado de Batman, o aporreando un piano de juguete. Ahí están sus dibujos, incluidos los que revelan una temprana inclinación por lo mórbido, como ese que muestra un ataque de Pedro Picapiedra al pobre Dino. Ahí está su voz, narrando episodios cruciales de su vida, como la sensación de aislamiento que le abrumó en su adolescencia, el consuelo que encontró en el punk y en la marihuana o aquella vez que circularon por la escuela los rumores sobre su primera relación sexual: «No podía soportar el ridículo, así que bajé a las vías del tren con la intención de matarme», confiesa. Ahí están los vídeos de su vida en pareja: Kurt bañando a Frances Bean y diciendo «ahora mismo me siento feliz», Kurt cantando el And I Love Her de los Beatles encima de la cama, Kurt y Courtney haciendo el tonto como un logrado dúo cómico... Y, en fin, ahí están también los malos momentos, como el primer corte de pelo de la niña, una estampa en la que desentona un padre penoso, derrotado por la heroína.

Frances Bean, que hoy tiene 22 años, figura como productora de la película y se encargó personalmente de convencer a algunos parientes para que colaborasen. El director ha desvelado dos diálogos reveladores que mantuvo con ella. Cuando se entrevistaron por primera vez, la joven le dijo: «Te conozco más que a mi padre, y eso que te conozco desde hace dos minutos». Y, después de ver la cinta terminada, le dio las gracias así: «Me has regalado las dos horas con mi padre que nunca tuve». Ni la viuda ni la hija reclamaron un solo cambio en el montaje que había hecho el director. Y, de hecho, el documental ha tenido un primer efecto benéfico: entre Courtney y Frances ha habido mil conflictos, hasta el punto de que la joven llegó a solicitar una orden de alejamiento para librarse de su madre, siempre tan desquiciada y tan desquiciante. Pero, durante la presentación en el Festival de Sundance, el pasado enero, se dejaron ver juntas e incluso se abrazaron de manera más o menos afectuosa.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad