La escritora Carmen Moreno, con su libro. Nora E. Estévez

Carmen Moreno: «El colectivo LGTBI ha mantenido viva la copla»

La escritora acaba de publicar 'La copla queer', donde hace un repaso por este género desde sus inicios hasta la figura de Rocío Jurado

Víctor Rojas

Jueves, 22 de febrero 2024

«Te quiero más que a mis ojos. Te quiero más que a mi 'vía'. Más que al aire que respiro. Y más que a ... la 'mare' mía», cantaba Concha Piquer en 'Y sin embargo te quiero', copla compuesta por Antonio Quintero, Rafael de León y Manuel Quiroga. Una letra que no se refiere a nadie en concreto, que habla de sentimientos humanos. «Pensemos que la copla está muy poco determinada», explica la escritora gaditana Carmen Moreno en esta entrevista con SIX. La autora acaba de publicar 'La copla queer', en el que, entre otras cosas, analiza la unión entre el colectivo LGTBI y este género. Además, va desde los orígenes hasta la supervivencia actual, pasando por los nombres claves y autores referenciales.

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La autora cuenta con una dilatada experiencia en el mundo de la literatura con novelas, ensayos, poesías y antologías, además de premios como el Premio Nacional de Relato Corto Fernando Quiñones con el cuento 'Cástor y Pólux' y la Mojarrita de plata por su trayectoria profesional.

–¿De qué trata este libro?

–Lo que intenta es visibilizar la importancia del movimiento LGTBI dentro de un periodo de la copla. En realidad, dentro de la historia de la copla. El movimiento LGTBI en la copla está desde el principio

–¿Cuándo es el comienzo de la copla?

–El género de la copla es curioso, se encuentra el inicio en la época fenicia. Desde Cádiz salían mujeres que se vendían en el norte de África. Eran mujeres que se instruían especialmente para el cante, el baile… De hecho, hay frisos fenicios donde se ve el movimiento de las bailarinas y se detecta cómo movimientos flamencos. La copla sale de ahí, del canto de esas mujeres que eran vendidas. Algunas conseguían pasar a ser libres y cantaban ese tipo de composiciones que hacían ellas mismas. Ahí ya están los vestigios de la copla y del flamenco.

–¿Qué supone la copla para el colectivo LGTBI?

–La copla no tiene sentido si no es en relación al colectivo LGTBI. El colectivo es el que ha mantenido viva la copla, el que ha hecho de las copleras un mito y el que mayoritariamente ha consumido y defendido la copla. Recordemos que cuando todos los bienpensantes iban diciendo que la copla era una cosa fascista y de Franco, el colectivo siguió con espectáculos de copla. Gracias al colectivo la copla llega a ser lo que es, incluso hoy en día.

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–¿En qué momento se empieza a relacionar la copla y el colectivo LGBTI?

–Desde el principio. Cuando empiezas a tirar de historia, te das cuenta que hay intérpretes de copla, como Miguel de Molina, que es LGTBI. De hecho, él no lo niega y por ello paga un altísimo precio. Desde el principio los compositores de coplas están relacionados con el colectivo. Por ejemplo, Lorca y Rafael de León son homosexuales. La copla permite cantar un sentimiento que se le atribuye más a la mujer que al hombre. Entonces, el colectivo homosexual, sobre todo el masculino, se siente muy cerano a la copla. Es un colectivo marginado, al que no se le permite expresarse… Todo eso hace que esté muy cerca.

–¿Cómo era posible que la copla superara la censura franquista?

–La grandeza de la copla es precisamente que nadie puede explicarse cómo pudo pasar por el filtro de la censura. En el fondo es porque juega mucho con los dobles sentidos. La censura siempre ha sido muy estúpida y ha censurado aquello que ha visto clarísimo, pero los letristas, compositores y cantantes de coplas tenían muy claro que era absolutamente revolucionaria y fuera de los cánones que marcaba el buen sentir.

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–¿Es uno de los motivos por el que la copla ha llegado hasta nuestros días?

–Sin duda. Es cierto que cuando llega la democracia, hay una especie de modernismo castrante que niega todo lo que ha habido antes, todo es franquista. Desde el Real Madrid hasta la copla, todo. Están mucho más cerca de la modernidad inglesa. Y, de repente, todo lo que sonaba a tierra, a España, era absolutamente franquista. Tú escuchabas Suspiros de España y ya eras facha. Olvidamos que en una dictadura, la gente que vive dentro o se acopla o muere. Cuando llegamos a los años 70, la copla entra en una decadencia terrible, que, por suerte, luego es salvada.

–¿Cómo se salva?

–La que sobrevive es Rocío Jurado, es muy lista y se adapta a los tiempos. Tira de Manuel Alejandro, de Juan Pardo y de lo que se llamó copla ligera o canción española. Era una copla readaptada. La copla tuvo una caída en picado desde los años 70 a los 90 y ha habido un redescubrimiento en el siglo XXI, sobre todo en Andalucía se intenta mantener a base de concursos pobres de calidad y de contenido. En ese sentido, la copla ha quedado como algo muy andaluz. En Andalucía sí que gira y en el resto de España hay restos, pero de una forma mucho más calmada.

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–¿El hecho de que después de este bajón de la copla Rocío Jurado y Lola Flores, que pueden ser las que más han llegado a la actualidad, mandaran mensajes a favor del colectivo hizo que volvieran a conectar con el público?

–Claro. La primera que hace una declaración a favor de los gais es Rocío Jurado defendiendo a sus mariquitas, en el mejor sentido de la palabra. Y luego Lola Flores, igual. Sara Montiel también era muy asidua a espectáculos de travestis que la imitaban. Las más imitadas han sido ellas tres. También recordemos que son las que pasan a la historia con mayor puje junto a Concha Piquer. Eran caracteres que rompían moldes. Mujeres que estaban totalmente fuera de su época. Y que supieron reinventarse. Por ese carácter se aferran a la canción y no se sueltan. Lola Flores con su rap de Cómo me las maravillaría yo o el Aquarius cantado por Rocío Jurado o todo lo que hizo Sara Montiel. Son personas que no se ciegan en ser puritanas de la copla, como sí lo fueron Marifé de Triana o muchísimas otras.

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–La copla ha tenido un resurgir en las voces de ellas y con sus canciones, pero no con nuevos artistas y composiciones, ¿por qué?

–Porque no hay compositores. Yo mantengo que la copla muere cuando muere Rocío Jurado. Cuando Manuel Alejandro deja de hacer copla, ya no quedan compositores. Y no quedan compositores porque los nuevos compositores terminan aceptando que todo lo que sea acercarse a la copla termina oliendo a fascismo. Y yo creo que no ha habido ningún cantante con las narices suficientes, ni ningún compositor con las narices suficientes. Ni, a lo mejor, la formación en el sentido de la tierra, esa formación popular, esa formación de hacer cosas en torno a lo que tú has sido a tu tierra. La copla no tiene continuador, no, es que no lo tiene.

–Isabel Pantoja es la última coplera.

–Para mí no. De hecho no sale en el libro. Creo que Isabel Pantoja no ha tenido la continuidad que se le presuponía a una artista que había llegado a su nivel. El personaje se ha comido a la artista. No creo que sea una coplera. Ni buena ni mala, no lo es. Es una señora que en su momento ha cantado copla, pero también lo ha hecho Miguel Poveda y no es coplero. Puede ser flamenco, flamenco pop o lo que tú quieras. Magnífico cantante, pero no es coplero en el sentido de vivir la copla.

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–También es curioso cómo la copla ha pasado de generación en generación a través del boca a boca.

–No la escuchabas en la radio, se la escuchabas a tu madre mientras hacía la faena de la casa. La copla tiene esa cosa popular y lo popular se transmite a través de la oralidad. Yo llegué así a la copla, escuchando a mi madre cantar mientras hacía la cama. Lo que pasa es que cuando tienes curiosidad, vas preguntando. Después de mi madre, creo que la copla no se va a seguir transmitiendo oralmente. Yo le canto a mi hija Rocío Jurado y no lo entiende, ya no entiende la raíz. No entiende esa cosa telúrica. Por eso la gente de, más o menos, mi generación se está volcando en hacer cosas sobre la copla. Va a quedar como objeto de estudio, es una pena.

–¿El espacio que va a quedar es el del estudio y el de travestis que imiten a las copleras?

–Yo creo que sí. O hay una toma de conciencia en el sentido de que haya nuevos compositores… O es muy complicado. Es muy complicado que la copla resurja en el sentido de discografía.... Sobre todo porque hay discografía de copla nueva, pero si te das cuenta siguen cantando lo mismo: A la lima y al limón, Ojos verdes… Es lo que hay. No pueden cantar otra cosa. No hay más. Carlos Cano pudo ser el último que realmente hiciera copla, pero de eso puede hacer 30 años. Es lo mismo que pasó con La Zarzuela, ¿dónde está?

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–¿En la época de mayor auge de la copla llegaba a un público más general o sólo a mujeres y a personas del colectivo?

–Era una canción muy de mujeres. Se escuchaba por la radio y las que estaban en las casas eran las mujeres, no los hombres. Aunque los grandes consumidores del cuplé, que es el predecesor de la copla, eran hombres. Pero la copla terminó siendo una música que cantaban las mujeres y que hacían las mujeres, aunque hubo grandes artistas copleros, como Los Molina. Fue algo brutal. La copla fueron Los Beatles, estuvo en ese nivel. No era algo anecdótico en España. Era un modo de vivir, de sentir. Cantaba todo lo que no podía ser cantado. Era la canción protesta de ese momento.

–En la época actual las más recordadas, como hemos hablado, son Rocío Jurado y Lola Flores, ¿pero quién era la coplera con más proyección en el momento de auge del género?

–Como coplera Concha Piquer. Ha sido la gran artista. Sin duda. Luego, Marifé de Triana tuvo un peso importantísimo, además también fue muy imitada. Como Rocío Jurado y Lola Flores, es muy exagerada. Tiene una forma de cantar que te lleva, que no te deja indiferente. No son cantantes elegantes, son cantantes con fuerza, desgarro y que cuentan las cosas desde la verdad.

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 –El año pasado perdimos a María Jiménez y Carmen Sevilla, ¿supone el fin de una época de España?

–Sin duda. María Jimenez lo tenía todo para ser coplera, a su forma lo fue. Aunque ella hacía otro tipo de música a la vez. Su pérdida fue un mazazo para todo lo que es ese tipo de canción más bestia, más desde las tripas. Es una pérdida terrible para la copla, para el arte y para la música. Además, mujeres muy cercanas a lo LGTBI. Ellas entendían por lo que pasaba la gente LGTBI, eso conmovía. Eso lo dio la copla. Dio un entendimiento del colectivo y de la forma de pensar que es impagable.

–Estas mujeres se hicieron un hueco en un mundo de hombres, ¿ellas, salvando las distancias, podían sentir la represión que sufría el colectivo?

Claro que sí. De hecho, ellos se identificaban por eso mismo: por las historias que contaban. Pensemos que la copla está muy poco determinada, es decir, hay muy pocas veces que se diga él. Hay muy pocas coplas que se identifiquen tanto. La mayor parte de las coplas hablan de un amor imposible. 'Y sin embargo, te quiero', ya sabes que ese amor es imposible. Te lo han venido a decir las vecinas, pero a ti te da igual. Pensemos que dentro de casa nos movíamos las mujeres y los gais, con lo cual es muy fácil pensar y muy fácil intuir que esa copla no es heterosexual.

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