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La Virgen de la Trinidad refuerza su posición como alma de todo un barrio durante su salida gloriosa
La Madre del Cautivo, que en octubre cumplirá 25 años de su coronación, recorre en procesión las calles trinitarias en una tarde y noche de emociones desbordadas
Se pueden decir muchas cosas de la Virgen de la Trinidad. Para la mayoría, y con orgullo, es la Madre de Jesús Cautivo, casi nada. ... Eso de entrada. Para los más duchos en cuestiones de Arte, se trata de una importante obra salida de uno de los obradores más destacados y demandados del siglo XX, el de Francisco Buiza, que vino a sustituir en 1968 al icono origen de la hermandad. Por tanto, al valor de la talla, la segunda de Buiza que entró en Málaga, se le une el hecho de que es heredera directa del germen de la gran devoción de la ciudad, ya que sin ella –la primitiva efigie fue la primera advocada 'de la Trinidad' en el mundo–, hoy posiblemente no existiría el Señor de Málaga o simplemente sería todo distinto. Y podían decirse muchas cosas más sobre esta imagen, pero, quizá, la frase que mejor la define es que pasa por ser el alma eterna de todo un barrio, el de la Trinidad, que un buen día, hace casi un siglo, le prestó su nombre para siempre.
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Hija del Padre, madre del Hijo y esposa del Espíritu Santo, la Dolorosa sigue los pasos de Jesús Cautivo cada Lunes Santo. Sin ir más lejos, este sábado, 14 de junio, se cumplían dos meses exactos de la última vez que marcharon juntos. El calendario de 2025 lo ha querido así. Sin embargo, cada año cobra absoluto protagonismo la segunda semana de Pentecostés, con motivo de los cultos en su honor, por la solemnidad de la Santísima Trinidad, que se vienen desarrollando desde el miércoles y que culminarán este domingo con la función principal, a las 12 horas, y el devoto besamanos, que prolongará desde las 9 a 21 horas.
No cabe duda de que la salida procesional de alabanza de la titular mariana del Cautivo, que se viene realizando desde 1939, constituye el culto, en este caso, externo, más seguido y de mayor duración de la semana de la Trinidad, y prácticamente, lo único que queda de aquellas fiestas populares que celebraban con tanto predicamento en el barrio en torno al Corpus Chiquito desde finales de la centuria decimonónica hasta la década de los 70 del siglo pasado, y que, hoy día, los vecinos pretenden recuperar, canalizado a través de la Asociación de Vecinos Trinidad-Centro y la comisión probarrio de la Trinidad. Pero mientras esto ocurre, ahí está la Virgen de la Trinidad para llevar al barrio, al otro lado del río Guadalmedina, ese espíritu festivo que consigue transmitir en su salida procesional gloriosa y que este sábado ha alcanzado cotas extraordinarias, con los vecinos de siempre, los que quedan, totalmente entregados, y con los que no son de aquí, pero habitan allí, maravillados de lo que estaban viendo y por el colorido de sus calles, entre macetas, banderolas, mantones de manila y hasta estructuras ornamentales, efímeras, en forma de arco.
Eran las 17.30 horas, con suma puntualidad, cuando el cortejo se ponía en marcha desde la parroquia de San Pablo, que presentaba este año, precisamente, un arco coronado por una recreación de la presea de coronación y la paloma del espíritu santo. Pese al calor, que todavía invitaba a estar disfrutando de la playa, la plaza del templo se encontraba muy concurrida de público, sobre todo, en las zonas de sombra. La comitiva, que anunciaba la banda de cornetas y tambores Jesús Cautivo con la célebre marcha 'Cristo del Amor', de Alberto Escámez, la encabezaba la cruz guía, escoltada por dos faroles, y, a continuación, se situaban niños y niñas vestidos con trajes de Primera Comunión, algunos con abanico en mano para sofocar el calor, hermanos con largos cirios blancos, el 'Sine Labe Concepta', escoltado por dos hachetas, un miembro de la hermandad portando el evangelio, el guion, la presidencia y el cuerpo de acólitos, formado por algo más de una veintena de monaguillos, la cruz alzada y seis acólitos ceroferarios que anunciaban la llegada del trono de la Virgen, que ha exhibido un exorno floral en tonos rosa y lila, entre rosas, orquídeas, liliums y delfinium, para las esquinas y las anforitas e iba iluminado por cuatro arbotantes que, en realidad, desmerecían del conjunto.
Como de costumbre –bendita costumbre–, la marcha 'Alma de la Trinidad', de Eloy García, interpretada por la banda sinfónica de la cofradía, abría el corazón de los trinitarios. La Virgen había sorteado la puerta de San Pablo a las 17.45 horas sin los hombres de trono de los varales exteriores, por la dificultad que entraña salir de dentro, y se disponía a buscar a cada vecino que le rezaba y le gritaba «guapa», que fueron muchos. Y es que Javi Nieto, el vestidor de la imagen, la había arreglado con un gusto exquisito, no en vano, no se trataba de una salida cualquiera, sino que, aunque es una procesión de estatutos, estaba enmarcada en el 25.º aniversario de la coronación canónica de la Dolorosa, efeméride que la llevará de nuevo a las calles de Málaga el próximo 25 de octubre en una salida extraordinaria. La talla de Buiza, alzada sobre su peana de orfebrería, vestía un rostrillo elaborado con un encaje duquesa, su saya asimétrica bordada en tisú de plata, la toca de sobremanto de malla bordada en oro, ambas piezas de Joaquín Salcedo, su antiguo manto bordado, tocada con su corona de coronación de los Hermanos Delgado y con la medialuna a sus pies, como la mujer del Apocalipsis.
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Cascada de emociones
El público agradecía cada movimiento del trono, cada marcha, con aplausos o con el grito glorioso e inherente a esta escultura: «Trinidad, a tus pies». En una cascada de emociones, se sucedía momentos especiales, el primero de ellos, a las 18.20 horas, ante la Peña Recreativa Trinitaria, que lucía un gran plóter con su rostro en la fachada que decía 'Mesa de la Trinidad' y donde hubo una gran petalada, estallaron cohetes, hubo repique de campanillas y se sucedieron los vivas a la Virgen de la Trinidad. La talla mariana entraba en este rincón trinitario, pegadito al Guadalmedina, con 'Coronación de la Macarena' y, a continuación, la banda enlazaba la composición de Pedro Braña con 'Reina de la Trinidad', de Pablo Ojeda, para salir con 'La Asunción de Cantillana', de nuevo, de Pedro Braña, no sin antes detenerse para ver cómo sus vecinas más castizas bailaban unas Malagueñas, enlatadas, eso sí, como tributo a la Virgen. «¡Qué se le dice a la Trini!», aclamaba un devoto con familiaridad, frase que inspira conexión y que no todos los iconos devocionales son capaces de conseguir.
Luego, la Dolorosa buscaba la vía principal del barrio, donde aguardaban los hermanos de la Salud ante la puerta de su casa hermandad, con su todavía hermano mayor, Miguel Ángel Vargas, al frente –la hermandad celebrará elecciones el próximo 5 de julio sin que Vargas opte a un segundo mandato–, y caminaba con 'María Santísima del Amparo', de José Antonio Molero. Seguidamente, el trono giraba hacia la calle Malasaña y se adentraba en San Quintín. En este punto, los vecinos la recibieron en la misma esquina con los brazos abiertos, entre una lluvia de pétalos y a los sones de 'Trinitas', de Adolfo Gálvez. La percepción térmica, con tantas emociones, era mayor que la temperatura que marcaba el termómetro en ese momento, 27 grados y con una humedad del 66 por ciento, que bien la estaban sufriendo los hermanos y hombres de trono, vestidos con traje y corbata.
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El hermano mayor de la cofradía, Mario Ortega, que no optará a su reelección en el próximo cabildo de elecciones, iba orgulloso, primero, como mayordomo de trono, y después, en la presidencia, sin poder retirar su mirada a los ojos de la Virgen. Y desprendía felicidad, porque la cofradía ha conseguido que esta procesión gloriosa no pase de puntillas, sino que sea el final deseado de un curso cofrade que agota sus días entre comicios.
Tras las emociones vividas en San Quintín, el cortejo callejeaba por Don Juan de Austria, Trinidad, donde, a las 19.35 horas, se detenía ante la casa hermandad del Santo Traslado, cofradía igualmente en proceso electoral, y donde se sumaba el hermano mayor de esta corporación, la más antigua de San Pablo, Jesús Díaz. La comitiva proseguía su curso por la plaza Montes y por la angosta calle Churruca, alcanzada poco antes de las 20 horas, todavía con la luz vespertina, para, camino arriba, mostrar su hermosura en la plaza de Bailén, a las 20.10 horas, instante en el que sonaba la marcha 'Rezo a tus pies', de José Antonio Molero, auténtico himno para la hermandad que el público, hermanos y hombres de trono cantaron mientras el trono andaba a pasito corto, con elegancia: «Rezo a tus pies, porque es como yo sé rezar,/rezo a tus pies, reina el barrio la Trinidad,/rezo a tus pies, porque así me enseñaste a rezar/mientras yo abajo esté, nunca sola andarás», oraban los devotos en voz alta con entonación. Porque, como decía San Agustín, «quien canta, reza dos veces» y, en este caso, de esta manera lo quisieron hacer.
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La subida al norte del barrio, además, propiciaría otros momentos que la cofradía y muchos malagueños esperan cada año, como el encuentro de la Virgen con los hermanos de la Real Hermandad de Nuestra Señora del Rocío, filial de Almonte, la entrada a la iglesia de la Santísima Trinidad, sede de esta corporación rociera y de los grupos parroquiales de Llaga y Buena Fe, y Dulce Resignación, y la visita a las monjas clarisas del propio monasterio de Nuestra Señora de la Paz y Santísima Trinidad. Eso sí, antes de que ocurriera todo esto, la banda de cornetas y tambores Jesús Cautivo, que abría el cortejo, recibía a la Dolorosa en la Calzada de la Trinidad para tocarle el delicioso 'Ave María', del ruso Vladimir Fiódorovich con adaptación de Rafael Vázquez que popularizó la mítica banda sevillana de Las Cigarreras, y minutos más tarde, 'Mater Dei', de José Javier Anaya, cuando la efigie se disponía a pasar por el arco, en este caso, perenne, de piedra, que da acceso a la placeta, adornada, por cierto, con flores de papel blancos.
El reloj marcaba las 20.47 horas cuando el trono accedía al templo. «Sin mecer, vamos al frente», pedían los capataces. En su interior, la Dolorosa se había dirigido al altar mayor entre rezos, de forma solemne, para, seguidamente, girar hacia la ventana enrejada del convento, donde se encontraban, al otro lado, las monjitas de clausura, que dedicaron un cántico a la Virgen, 'María es esa mujer', y varios vivas, ante la atenta mirada de solo unos pocos privilegiados que pudieron entrar en la iglesia. Este acto íntimo se había prolongado por espacio de 25 minutos.
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Gran parte del recorrido se había consumido, como la cera de los hermanos y la tarde, que había llegado a su ocaso, pero aún quedarían más emociones por descubrir, como el paso de la imagen por el arco con luz instalado ante la casa hermandad, donde se prevé una gran petalada, fuegos artificiales y piropos a la Madre del Cautivo, y la vuelta por la plaza de Montes y las calles Empedrada y Jara hasta la plaza de San Pablo, donde se encerrará con 'Rezo a tus pies', para que todo el mundo vuelva a poner en práctica la recomendación de San Agustín, y por supuesto, con 'Alma de la Trinidad', porque no hay mejor título para una marcha dedicada a la Madre del Cautivo, que este sábado ha reforzado su posición como alma de todo un barrio durante su salida gloriosa, carácter fundador de la hermandad.
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