Viernes Santo: El epílogo soñado

El Viernes Santo ha vuelto a recuperar su esencia. Solemnidad absoluta. La bandera de la plaza de la Constitución lucía a media asta. Luto por la muerte del protagonista de la Semana Santa, Jesucristo, pero también por las víctimas de la Covid-19 y de la guerra en Ucrania, como se ha podido comprobar, incluso, en las jornadas anteriores.

El epílogo de los días santos se ha vivido con normalidad, sin los sobresaltos del Martes y Miércoles Santo por la lluvia, y con una temperatura agradable que ha animado al público a echarse a la calle, sobre todo, en horario vespertino, para arropar a las cofradías del Monte Calvario, Descendimiento, Dolores de San Juan, Amor, Santo Traslado, Piedad, Sepulcro y a la Orden Tercera de Siervos de María (Servitas), que, como es costumbre, ha puesto el cierre a una noche melancólica por el adiós de la Semana Santa del reencuentro, la de 2022, aunque todavía queda un último suspiro procesional, este Domingo de Resurrección, por la mañana, con el Cristo Resucitado y la Virgen Reina de los Cielos.

De todas las hermandades que han protagonizado el Viernes Santo, las tres primeras que entraron en el recorrido oficial (Monte Calvario, Descendimiento y Dolores de San Juan) han realizado estación de penitencia en la Catedral.

La Hermandad del Monte Calvario, fiel a su estilo, ha dado una auténtica lección catequética durante su procesión y en su estación de penitencia en la Catedral. La corporación, que durante la cuaresma hizo un llamamiento para captar portadores y nazarenos, ha podido salir a la calle con los varales llenos y con un número de hermanos con velas que no difería de otros cortejos que han procesionado esta Semana Santa.

Aunque la partida de la cofradía, desde el santuario de la Victoria, se produjo a las cuatro de la tarde, lo cierto es que esta hermandad se puso en marcha bien temprano, a las 15.00 horas, con el traslado del Yacente de la Paz y la Unidad desde la ermita hasta el templo victoriano.

Entronizada la imagen cristífera en la basílica y organizada la comitiva en el interior de la iglesia, se han abierto las puertas de la Victoria para la salida procesional. El muñidor, acólitos turiferarios y la cruz guía, flanqueada por dos faroles, encabezaban el séquito. El hábito nazareno, con el emblema 'Charitas' bordado en el pecho, estrenado antes de la pandemia bajo el diseño de Curro Claros, recrea el de la Orden de Frailes Mínimos de San Francisco de Paula, que difundió, a través de sus conventos, el culto a la Virgen de la Victoria, representación mariana vinculada a la toma de Málaga por los Reyes Católicos. Nazarenos negros, con cirios color tiniebla, antecedían al grupo escultórico, que hizo su aparición diez minutos después de la apertura de las puertas. En ese momento, la banda de música Nuestra Señora de la Soledad, de la Congregación de Mena, ha interpretado la marcha 'Benigne Fac, Domine', adaptación del siempre recordado Manuel Gámez, del 'Miserere' de Eduardo Ocón. La ausencia del Padre Gámez, alma máter de esta hermandad, fallecido en octubre de 2019, fue especialmente sentida por los hermanos del Monte Calvario. De hecho, un crespón negro ha lucido en su honor en la primera barra de palio de la derecha.

Y es que esta cofradía nunca defrauda. No deja nada a la improvisación y siempre muestra novedades en su puesta en escena, como los nimbos que han estrenado las figuras secundarias del grupo escultórico del Yacente de la Paz y la Unidad, o las potencias de plata de ley sobredorada exhibidas por Cristo de Antonio Eslava y Juan Manuel Miñarro por primera vez en la procesión del Viernes Santo, ofrecidas a la imagen con motivo de su cincuentenario.

También la Virgen del Monte Calvario lució un nuevo tocado, siempre exquisita.

Con 'Vigía de nuestra fe' ha salido la Dolorosa en su sacra conversación con San Juan Evangelista.

Más tarde, frente a la parroquia de San Lázaro, se ha podido escuchar la marcha 'A la Virgen del Monte Calvario', de Julián González Planes, que se estrenaba en la calle.

La cofradía victoriana ha sido la primera corporación que ha entrado en la Catedral para hacer estación de penitencia.

La Hermandad del Descendimiento ha querido este año permanecer unos minutos más en su barrio, La Malagueta, antes de emprender su marcha hasta el Centro. Por eso, el cortejo ha rodeado la plaza de toros en lugar de ir directamente hacia la avenida de Cervantes por la plaza del General Torrijos, donde pide la venía a la corporación municipal.

Además de esta novedad, también ha habido otros cambios del recorrido con respecto a 2019. Y es que la corporación de la capilla del Hospital Noble, tanto a la ida como a la vuelta, ha caminado por Francisco Bejarano Robles, con los jardines de Puerta Oscura de telón de fondo.

Por otro lado, los estrenos patrimoniales se han centrado este año en el trono de la Virgen de las Angustias, que ha mostrado un nuevo moldurón, del taller de Trillo y Lamas, el sobretecho de palio con el escudo corporativo y cuatro arbotantes que pertenecieron a la Archicofradía del Carmen de El Perchel. Asimismo, ha sido novedad la presencia de la banda de música Maestro Infantes, de Los Barrios (Cádiz), detrás de la Dolorosa, mientras que la banda de música Cruz de Humilladero ha celebrado 20 años acompañando al grupo escultórico del Descendimiento.

Esta cofradía ha hecho estación de penitencia en la Catedral a las 21.35 horas, un lugar donde el grupo escultórico del Descendimiento, con el magnífico Crucificado de Luis Ortega Bru, y la Virgen de las Angustias brillan con luz propia.

Al igual que el Monte Calvario, del barrio de la Victoria también han partido el Cristo del Amor y la Virgen de la Caridad, aunque, en este caso, los tronos han salido desde la casa hermandad de la calle Fernando el Católico, mientras que el cortejo lo ha hecho desde el santuario de la Patrona, pero, en esta ocasión, los integrantes se han dirigido hasta el salón de tronos por Conde de Tendilla, María y Ladrón de Guevara, un itinerario novedoso que ha facilitado que todo el séquito pueda contemplar las imágenes antes de salir.

Con la Marcha Real y 'Cristo del Amor', de Alberto Escámez, interpretado por la banda de cornetas y tambores de la Esperanza, garantía de éxito, ha salido el Crucificado y la Dolorosa de Ortiz, representando el 'Stabat Mater'. El trono, que, próximamente, será reemplazado por uno nuevo que tallará Manuel Toledano siguiendo el diseño de Fernando Prini, ha mostrado un monte de corcho, que contenía distintos elementos pasionistas y una calavera, símbolo barroco de la muerte. Asimismo, se han dispuesto flores variadas, entre las que destacaban iris, eringium, fresia o clematis. Y al pie del madero, una azucena entre cardos.

El autor del cartel de la cofradía, Fernando Vaquero, ha dado los primeros toques de campana del trono.

Minutos más tarde de la salida del Cristo del Amor lo ha hecho la Virgen de la Caridad, con la marcha que lleva su nombre y compusiera Francisco Martínez Santiago, una gran marcha procesional que ha formado parte de una cruceta musical compuesta por piezas célebres de ayer y hoy, como 'Amarguras', 'La Madrugá', 'Aquella Virgen' o 'Consummatum Est'.

El trono de la Dolorosa ha lucido un exorno floral a base de rosas blancas.

La comitiva ha bajado la calle Victoria, y ante el colegio de los Hermanos Maristas, con el busto de su fundador, San Marcelino Champagnat, en el portal principal del centro, se han dedicado unas oraciones a ambas imágenes, no en vano, la vinculación entre las dos instituciones, educativa y cofrade, viene de tiempo.

Otro momento de especial interés ha sido cuando las imágenes han discurrido por la plaza del Obispo, con la fachada principal de la Catedral como marco incomparable. En este punto, se ha celebrado, como acto central, la profesión de fe.

Para el encierro, la cofradía había previsto que la banda de música Maestro Eloy García, de la Archicofradía de la Expiración, que ha marchado tras la Virgen de la Caridad durante todo el recorrido, se sumara al acompañamiento del Cristo del Amor en la última maniobra de entrada a la casa hermandad. Tras el encierro, se procederá a la lectura del pasaje bíblico de Corintos 13, y se cantará el 'Ubi Caritas'.

La Archicofradía de los Dolores ha sido la tercera corporación en acceder al recorrido oficial. Su salida, desde el interior de la parroquia de San Juan, es una gozada para los sentidos. El escenario, el silencio, roto únicamente por las capillas musicales que intervienen en el séquito, el incienso que perfuma el entorno, las imágenes, con el sobresaliente Crucificado de Juan Manuel Miñarro y la siempre equitativa Virgen de los Dolores, los dos tronos, el hábito de los nazarenos… En definitiva, una conjunción perfecta y una puesta en escena que invita a meditar.

Tras la salida, la archicofradía se ha dirigido, como de costumbre y tal y como contemplan sus reglas, al convento de las Hermanas de la Cruz, donde las monjitas le han cantado a la Virgen de los Dolores.

Luego, el cortejo ha buscado el recorrido oficial y, seguramente, se ha dirigido a la Catedral para hacer estación de penitencia adorando la Santa Cruz. Para ello, el séquito ha profesionado por el trascoro, recorriendo las naves laterales, como era habitual en esta corporación hasta 2019.

El itinerario que ha seguido la archicofradía tras salir de la Catedral se ha realizado por Duque de la Victoria, plaza del Siglo, plaza del Carbón y Granada, una vez que la Cofradía del Amor ha tomado la calle Císter para dirigirse a su barrio, siguiendo Alcazabilla. En consecuencia, los Dolores de San Juan no ha discurrido, en esta ocasión, por Echegaray, plaza Uncibay y Calderería, como lo hacía con anterioridad a la pandemia.

Entre las novedades mostradas en la calle han destacado los faldones definitivos del trono de la Virgen, con sus broches, bordados en oro fino sobre tejido burdeos, realizados por el bordador Antonio Moreno Serrano.

También han salido por primera vez en la procesión del Viernes Santo los bastones que flanquean el banderín de la agregación a la Sacramental de la Minerva de Roma, ejecutados por Orfebrería Triana, según un diseño de Alberto Rosaleny Soria, y nuevo castillete y monte para el trono del Cristo de la

Redención, al objeto de otorgarle a la talla mayor altura sobre las andas.

Por otro lado, se han estrenado este Viernes Santo dos piezas de capilla musicales:

'El cristal del camarín', de Francisco J. Flores Matute, inspirada en un poema homónimo del archicofrade Salvador Marín Hueso,

'La Virgen de los Dolores', compuesta y ofrecida por el músico malagueño y director de banda de música Julián González Planes.

El cortejo de la Hermandad de la Soledad de San Pablo ha salido desde su parroquia en dirección a la casa hermandad de calle Trinidad recorriendo algunas calles del barrio. En torno a las ocho de la tarde se han abierto las puertas de la sede, cuando la banda de cornetas y tambores del Real Cuerpo de Bomberos de Málaga, que ha encabezado la procesión, ha interpretado una marcha antes de iniciar el recorrido procesional.

El Cristo del Santo Traslado, que ha procesionado tras la restauración realizada por Francisco Naranjo y con una reestructuración del grupo escultórico, ha salido a los sones del himno nacional interpretado por la banda de cornetas y tambores del Cautivo, y posteriormente le han cantado una saeta a pocos metros de la casa hermandad. Asimismo, la Virgen ha comenzado su salida mientras sonaba 'Soledad de San Pablo' a cargo de la banda sinfónica de la Trinidad.

La restauración y dorado de la cruz guía a cargo de Alberto Berdugo, así como los equipos de pertigueros y el paño de pureza del Cristo, realizado y donado por una hermana, han sido las otras novedades.

El silencio se ha apoderado de calle Alcazabilla con la salida de la cofradía oficial de la ciudad. El himno nacional y la marcha fúnebre de Chopin, interpretados por la banda municipal de Málaga, con la salida del Señor en el imponente catafalco han puesto el prólogo al cortejo en el que ha vuelto a participar después de varios años sin hacerlo una pequeña representación del Tercio Sur de la Armada, de San Fernando, con los cetmes a la funerala, así como las autoridades civiles, militares y religiosas.

La nueva marcha 'Soledad', de Manuel Marvizón, se ha estrenado en calle Alcazabilla tras la salida y en la doble curva de Duque de la Victoria, San Agustín y Cister, así como en la tribuna oficial.

Miguel Astorga y Luis Santiago a la guitarra le han cantado una poesía al Cristo en el itinerario, la misma que hace muchos años hacía el desaparecido cantaor Carlos Alba, y se llevado a cabo una petalada en calle Cister a la Virgen.

Veinte hachetas para la sección de Nuestra Señora de la Soledad, realizadas por Orfebrería Emilio Méndez; la cruz de la Orden del Santo Sepulcro, traída de Jerusalén, que ha lucido en el pecho la Virgen, son los estrenos de la hermandad en la jornada.

Desde calle Alderete la Hermandad de la Piedad ha salido de su sede en el barrio del Molinillo y se ha dirigido al recorrido oficial por Ollerías y Carretería en un ambiente discreto con la salida del Señor que reposa sobre el regazo de su madre sobre un monte de lirios morados y rosas rojas, en una procesión sin incidencias y en la que se han vivido momentos de especial interés.

Los estrenos han sido seis ciriales, la cruz parroquial y el remate de la cruz del guión, diez bastones largos y siete bastones cortos, realizados en los talleres Angulo (Lucena); cuatro escapularios y cuatro albas para turiferarios; y la marcha 'En los brazos de una madre', de Adolfo Gálvez.

La Virgen de Servitas ha salido a la hora prevista entre el bullicio y el silencio que se ha adueñado de todos los rincones de los aledaños de la parroquia de San Felipe Neri.

Los tambores roncos de la banda del Real Cuerpo de Bomberos de Málaga y la voz de los hermanos recitando 'Los siete dolores de María' y el 'Ave María' se mezclaban creando un ambiente de luto con todas las luces apagadas a su paso, solo roto por la voz de la soprano Arantxa Velasco que le ha cantado en la salida una pieza en italiano.

Mucho público ha seguido el cortejo a lo largo del recorrido que ha puesto el epílogo a un Viernes Santo completo de procesiones.