Así se hizo el Cristo de la Humildad y Paciencia
La obra del malagueño Ruiz Montes pasa por ser una de las mejores imágenes que se han realizado a lo largo del presente siglo
Hoy es Domingo de Ramos. Hoy es el gran día para los hermanos de la Hermandad de Humildad y Paciencia, porque su nuevo titular cristífero, ... sobresaliente obra del escultor malagueño José María Ruiz Montes, se estrena en la jornada que abre la Semana Santa.
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Esta portentosa imagen, bendecida el sábado 15 de octubre del pasado año en la parroquia de San Vicente de Paúl por el obispo de la diócesis, Jesús Catalá, y protagonista del vía crucis cuaresmal de la Agrupación de Cofradías, ha venido a reemplazar a una anterior efigie de Manuel Ramos Corona, puesta al culto hace 16 años.
Según ha expresado el propio artífice de la talla, la ejecución de esta escultura procesional ha supuesto un gran reto «porque es el primer titular que hago para la Semana Santa de Málaga. Tengo otras obras para Málaga, pero es la primera imagen titular de una cofradía agrupada. Para mí es muy importante. He hecho también trabajos para tronos, como el del Cristo de la Redención o para la Hermandad del Monte Calvario, pero un titular no tiene comparativa», ha comentado. «Es una imagen que ha tenido mucha complejidad a la hora de realizarla. El Señor se muestra ausente, con gesto de humildad, agotado, pero al mismo tiempo sostenido por la Divina Providencia, por Dios Padre, y expresar todo esto en una imagen es difícil. A este Cristo hay que buscarlo. Te tienes que poner frente al Señor y buscarle la mirada para poder conversar con él», ha indicado Ruiz Montes, quien describe al Cristo de la Humildad y Paciencia de la siguiente manera: «Aunque expresa dulzura, su rostro es varonil. Es un hombre. Tiene un concepto general de volúmenes amplios, en su anatomía, en su rostro, en los módulos del cabello, de la corona, pero, a la vez, muy detallado. Llega a un punto en que se resuelve con detalle el acabado de la madera, pero también trasciende al estuco. Se ha sacado partido a la hora de trazar los cabellos, que lo que hace es crear textura. Se distinguen, por ejemplo, la zona de la piel, en la que hay una crispación, que es lo que hace que parezca la blandura de la piel, y luego están los cabellos, hechos con texturas de hilo fino, pero sin llegar al hiperrealismo, ni mucho menos. Luego, el paño de pureza tiene fases amplias en la composición de los rompimientos de la tela, quiebros fuertes y oquedades muy profundas. El paño va descansando sobre la roca. Se va rompiendo. Es una talla contundente, pero, a la vez, tiene un trabajo minucioso. Hasta la piedra tiene su complejidad, que será como un puzle que se una al resto del grupo escultórico proyectado. De forma idealizada, el Señor está sentado sobre el Gólgota malagueño. Aunque, en realidad, en el Gólgota había una piedra caliza, quizá blanca-dorada, lo he querido hacer de forma castiza, malagueña, haciendo las formas de lascas de piedra de pizarra. Como detalle, sobre la piedra está la calavera, en referencia al nombre del monte, y el Señor, con su pierna derecha, pisa la calavera. Simboliza su vencimiento posterior sobre la muerte, como el nuevo Adán, el nuevo hombre. Sobre una de las oquedades de la calavera sale una salamandra. La cofradía me pidió, por favor, que el Señor estuviese sentando y que llevara la salamandra, que también la lleva el antiguo Cristo y ha quedado como un símbolo de la hermandad. Me dijeron que la pusiera donde quisiera. Decidí colocarla saliendo del ojo derecho de la calavera. Surge y se gira, en forma de escorzo, hacia el Señor, reconociéndose a sí mismo, porque la salamandra 'es el Señor', permítase el paralelismo, saliendo de la cueva del sepulcro en su resurrección. La presencia de la salamandra es un símbolo de resistencia a la muerte y de resurrección. El Cristo pisa la calavera y hay una gota de sangre en la parte occipital de la propia calavera, simbolizando el derramamiento de sangre por el sacrificio del Señor, y del ojo derecho sale la salamandra, como elemento premonitorio de la resurrección. Este es el lenguaje que conlleva estos tres elementos: Señor, calavera y salamandra. El Cristo tiene las sogas de las manos desatadas, aunque sí la conserva en el cuello, en su pecho, y en su mano izquierda sostiene de forma sutil uno de los cabos de la cuerda. El Señor está encogido, tembloroso, abatido por el cansancio».
Fuentes
En cuanto a las fuentes utilizadas para su ejecución, Ruiz Montes reconoce que ha bebido «de mucha iconografía del Varón de Dolores en distintas épocas», en pintura y en escultura, que se enlaza con la representación de Cristo coronado de espinas y Cristo de Humildad y Paciencia. «Hay un trio iconográfico que, incluso, se mezclan. Para la postura he tenido como referencias obras que, incluso, no son religiosas, como 'El pensador', de Rodin. Me encanta esa pieza, que se avanza hacia fuera y hace una curva acentuada de la espalda y, a su vez, en toda la composición del cuerpo. También hay otras esculturas que han supuesto mucho en la Historia del Arte, como Hércules, Hermes... el Torso de Belvedere del Museo Vaticano, en los volúmenes, en la atomía. Esta última obra ha estado muy presente. Además, una imagen que me vino a la cabeza en cuanto me hicieron el encargo fue el famoso grabado del Varón de Dolores de Alberto Durero. Es una iconografía del Señor que tiene ya los estigmas en los pies y en las manos. Hay mucha iconografía, el Lagar Místico es otro ejemplo», ha afirmado el escultor malagueño
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