Mena proyecta la realización de un retablo para la capilla de sus titulares
El proyecto, que se realizará en madera dorado con piezas cinceladas en orfebrería, se acometerá por espacio de tres años si cuenta con el visto bueno de los congregantes y del Obispado
RAFAEL RODRÍGUEZ
Málaga
Jueves, 21 de octubre 2021, 22:05
La junta de gobierno de la Congregación de Mena ha aprobado en la noche de este jueves el proyecto de ejecución de un retablo para ... la capilla de sus imágenes veneradas, el Cristo de la Buena Muerte, la Magdalena y la Virgen de la Soledad Coronada, en la parroquia de Santo Domingo. Así lo ha comunicado la propia corporación, cuya realización, prevista por espacio de tres años, tendrá que ser ratificada en el próximo capítulo de hermanos y por la Comisión de Arte del Obispado.
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La obra parte «de una antigua idea en el seno de la congregación de recuperar el altar que se perdió en los sucesos del 11 y 12 de mayo de 1931 con la quema de la iglesia perchelera», ha indicado la corporación del Jueves Santo, y en ella participarán varios artistas. Así, si el proyecto cuenta finalmente con el respaldo de los cofrades y de la diócesis, la ejecución del conjunto lignario lo acometerá el tallista sevillano Daniel Ibáñez Lirio, artífice del diseño que, a su vez, está basado en un bosquejo del orfebre y joyero cordobés Manuel Valera, autor del halo de coronación de la Dolorosa, quien, además, se hará cargo de las peanas de camarín de los titulares y de la embocadura de este espacio, cinceladas, ambas, en orfebrería, mientras que el dorado de la talla será aplicado por el malagueño Alberto Berdugo.
Por su parte, Encarnación Hurtado y Álvaro Abrines llevarán a cabo la imaginería, basándose en un discurso iconográfico desarrollado por el historiador Alberto Palomo.
Observando el diseño que maneja la congregación, la obra seguirá los parámetros del arte neobarroco, cuya traza y algunos de sus elementos incluidos recuerdan al primitivo retablo de la Virgen de la Soledad.
Según se explica en la memoria de la obra, firmada por Alberto Palomo, el proyecto pretende ser «una gran máquina en madera tallada y dorada en su totalidad, que ocupe todo el testero frontal de la capilla, cuya parte superior, de medio punto, quedará centralizada por un rompimiento de gloria, simbolizado en un nimbo circular de nubes y rayos que, de forma abstracta, alude a la divinidad eterna e inaccesible, aquí en claro paralelismo con el Cristo de la Buena Muerte entronizado en el camarín, y que es la manifestación de Dios humanado, o sea, hecho carne, lo que equivale a la conjugación simbólica de la doble esencia divina. La susodicha gloria, Sol o 'transparente' podría confeccionarse en su parte interna, la que sirve de base, con un material translúcido que permitiera el paso de la luz, de modo parecido a como se observa en la capilla catedralicia de la Encarnación, lo que resultaría simbólicamente muy efectista. En todo caso, el interior del rompimiento contendría el triángulo que, en la tradición cristiana se emplea para explicar de modo plástico el misterio de la Trinidad, ya que tal figura geométrica plasma sobre la superficie el simbolismo del número tres. Dentro cabría la posibilidad de grabar los caracteres sagrados para designar a Dios, según el abecedario hebreo, el conocido como 'tetragrámaton', o sea, 'palabra de cuatro letras', las que componen el nombre divino, documentadas al menos desde el siglo VII antes de Cristo. Sin abandonar el ático aparecen, al igual que en el retablo anterior, las figuras de dos ángeles y dos pequeños querubes. En los de la nueva versión, los primeros, en apariencia de mancebos vestidos con ropajes estofados, portarán respectivamente: el situado a la izquierda la caña con la esponja y el de la derecha la lanza de Longinos. Para subrayar esta simbología de 'las armas Christi', los dos angelitos desnudos con apariencia infantil que se alzarán en los extremos del coronamiento sostendrán dos cartelas o escudos con simbología relacionada con los titulares de la Congregación. Uno con la corona de espinas, tan personal en Mena, y el otro una flor de lis, en clara alusión a la Virgen de la Soledad, ya que este emblema es una constante en todo su ajuar personal».
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Tres calles
El resto del retablo, dividido, asimismo, en tres calles, contará con una calle central más ancha que la de los laterales, adaptada a la embocadura del camarín, que permanecerá inalterable en su estética.
Por otro lado, la cornisa que separa el ático del resto del cuerpo del conjunto, aparece adelantada sobre los soportes y sutilmente elevada en su parte centralizada. «Toda la decoración persigue buscar el mayor de los efectos, pero calibrados de tal forma que, de ninguna manera, produzca sensación de agobio, lo que se logrará con una estudiada proporción entre todos los elementos», indica Palomo.
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Al igual que en el antiguo retablo, los estípites compartimentarán, en vez de dos, cuatro tantas hornacinas capaces para acoger la imaginería secundaria. En este sentido, para las hornacinas superiores, además de la gloria y los ángeles ya referidos, el retablo de la Congregación de Mena contará con las alegorías de la Vieja y Nueva Alianza, mientras que para las hornacinas inferiores se ha propuesto una imaginería dominica, con la inclusión de las figuras de San Telmo y San Vicente Ferrer.
Por último, el retablo contará, como novedad, con toda la embocadura exterior del espacio del camarín labrada en orfebrería, a modo de «arco triunfal».
Peana
Las tres imágenes que venera la congregación se alzarán sobre unas peanas de orfebrería de líneas rectilíneas, si bien en su parte central experimentará un realce que coincidirá justamente con el basamento ideado para sostener la cruz del Cristo de la Buena Muerte. «Dos ángeles lo estarán señalando para que sea advertido por las almas del Purgatorio, repartidas por toda la extensión de la peana y representadas de medio cuerpo según su iconografía habitual. La inclusión de éstas, con gestos suplicantes en sus rostros y manos extendidas en solicitud de socorro, quedará justificada por la advocación complementaria del Crucificado titular de la congregación, que es la de Ánimas», especifica Alberto Palomo en la memoria del proyecto.
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Asimismo, esta pieza contará con una cartela central «que desarrollaría la alegoría de la Buena Muerte, cuya referencia principal es la que experimentó el mismo Jesús en el Calvario. En este relieve se verá a un hombre viejo que vive sus últimos momentos, yaciendo en su lecho, con la mirada perdida hacia lo alto y sus manos cruzadas en actitud de plegaria. A su lado, confortándolo se encontrará, personificadas en figuras femeninas, la Fe y la Oración. La primera de ellas dirigirá su atención al moribundo mientras le señalará el Cielo donde en un rompimiento de nubes aparecerá Cristo sentado sobre el arco iris, símbolo de la concordia entre Dios y los hombres. La Fe también sustentará un cáliz, como recordatorio de la gracia y la ayuda que prestan los sacramentos en la hora postrera del hombre. La Oración, por su parte, aparecerá arrodillada junto al camastro con las manos entrelazadas, mientras sobre su cabeza sobrevuela un corazón alado que expresa como las plegarias se elevan para llegar al Cielo. En un segundo plano de la escena, más desdibujadas, se podrá contemplar las también figuras alegóricas de la Esperanza y la Caridad, ocupadas en acoger a un grupo de niños que las rodean, como representación del prójimo más débil a quien estamos obligados a socorrer. Ambas matronas quedarán identificadas con sus respectivos atributos, que son el ancla y un corazón envuelto en llamas. Estas virtudes, expresadas en cuerpos femeninos, recordarán en este relieve cincelado que las buenas obras son esenciales para la salvación de los hombres y que, junto a la Fe y la Oración, facilitan la gracia de una Buena Muerte», indica le memoria del que será el nuevo retablo de la Congregación de Mena si obtiene luz verde de sus hermanos y del Obispado.
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