
José Jiménez Guerrero. Doctor en Historia
Málaga
Jueves, 17 de abril 2025, 00:15
Hasta época reciente, determinadas imágenes procesionales eran atribuidas, en numerosos casos y sin rigor académico, a artistas relevantes. Era práctica común que ante la ausencia de datos que corroboraran la autoría de una efigie, se afirmase que pertenecían, preferentemente, a las gubias de Pedro de Mena o a las de Fernando Ortiz. Se aspiraba a dotar a la talla de una relevancia no solo desde el punto de vista devocional sino también artístico. Estudios posteriores, en la mayoría de los casos, lo han desmentido.
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Sin embargo, en algunas ocasiones estas adjudicaciones estaban avaladas por personas que poseían un cierto prestigio en el ámbito intelectual malacitano.
Corría el año 1876 cuando entre diversos periódicos de Córdoba y de Málaga se suscitó una intensa polémica acerca de la localidad de nacimiento del insigne escultor Pedro de Mena, sobre su verdadero nombre y sobre dónde falleció. En Córdoba, algunos sectores lo confundían con el poeta español Juan de Mena, perteneciente a la escuela alegórico-dantesca del prerrenacimiento castellano. Había nacido en Córdoba en 1411 y murió en Torrelaguna en 1456. Su obra más conocida es El laberinto de la fortuna.
La Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, queriendo precisar los datos reseñados, encargó al numerario Manuel Rubio Velázquez (académico desde el 24 de febrero de1876) que dilucidase esta cuestión y elaborase un informe. Sin embargo, una enfermedad le impidió cumplir el compromiso.
El encargo pasó a Manuel de Torres y Acevedo, quien finalmente redactó un memorándum en el que, además de aportar datos sobre la cuestión requerida, detallaba una relación de las obras realizadas por el escultor y de aquellas que se le atribuían.
Finalmente, fue publicado en la Revista de Andalucía de 25 de marzo de 1877 (año 4, tomo 7, pp. 259-263).
Sin embargo, pasados unos años, reelaboró y amplió este artículo incorporando algún dato relevante. Fue en septiembre de 1892. Seis años más tarde, y bajo el título de 'Apuntes histórico-artísticos del famoso escultor D. Pedro de Mena Medrano', lo publicó entre las páginas 604 a 608 del n.º 8 de la Revista de la Asociación Artístico-Arqueológica Barcelonesa. Se trataba de una publicación editada en la capital catalana e impresa en el Establecimiento Tipográfico de Vives y Susany.
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Manuel de Torres fue autor, entre otras obras, de la Guía descriptiva histórico-artística de la Santa iglesia Catedral de esta ciudad, publicada por la Tipográfica de Poch y Creixel en Málaga en 1889.Fue impresa en sus talleres, que estaban ubicados en la malagueña calle Marqués, y dedicada a la Real Sociedad Económica de Amigos del País con motivo de su primer centenario.
A pesar de que en la actualidad se concreta que Pedro de Mena nació en Granada en el año 1628, el autor del informe aseveró que el escultor había nacido en Adra. No obstante, señaló que no había sido posible documentarlo por haber sido quemado el archivo parroquial. Asimismo, especificó que esta misma afirmación la había efectuado el historiador Pedraza en su Historia General de Granada, parte 1.ª, página 43, quien reseñó que era hijo del escultor Alonso Mena que, en aquel tiempo, residía en la localidad abderitana. La misma versión, concretó, la reseñaban Acisclo Antonio Palomino y Velasco en su Historia de los pintores y escultores españoles, página 658; Francisco de Paula de Cea Bermúdez y Buzo, en su Diccionario histórico de los más ilustres profesores de las Bellas Artes de España, tomo 3.º, página 108; y Pascual Madoz e Ibáñez en su célebre Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar.
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Asimismo, elaboró una reseña biográfica y señaló que el precitado imaginero falleció «de calenturas y de edad avanzada» en octubre de 1688, según constaba en el libro 1.º de defunciones de ricos, de la parroquia del Sagrario de Málaga, en cuyo folio 46 se afirmaba: «En 14 de octubre de 1688 se enterró en el convento del Orden del Císter el cuerpo de Pedro de Mena Medrano, familiar del Santo Oficio, marido de doña Catalina de Victoria y Urquijo, dio poder para testar ante Pedro de Estudillo E[scribano] público, a dicha su mujer».
Como es conocido, el motivo por el que sus restos fueron inhumados en ese cenobio se relaciona con el hecho de que en él profesaban sus dos hijas, Andrea (sor Andrea María de la Encarnación) y Claudia (sor Claudia Juana de la Asunción).
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En 1877, gracias a la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, y especialmente ala intervención del precitado académico Manuel Rubio Velázquez, los restos del insigne escultor fueron trasladados a la capilla de San Telmo (la del Santo Cristo de la Salud) y fueron colocados en una fosa con una lápida en la que se había labrado la siguiente inscripción: «D.O.M. Por acuerdo de la Academia de Bellas Artes y a sus expensas, han sido trasladados provisionalmente a esta capilla de San Telmo los restos del eminente artista don Pedro de Mena y Medrano. Falleció en 14 de octubre de 1688. R.I.P.A. Dichos restos se hallan frente al altar mayor a dos metros de esta lápida». No obstante, en numerosas reseñas biográficas se señala el día 13 de octubre como la fecha del óbito.
En 1996, sus restos volvieron a la iglesia del convento de Santa Ana del Císter.
Tal vez, lo más interesante del informe elaborado por Manuel de Torres y Acevedo sea la relación que efectuó de las obras que el escultor realizó a lo largo de su vida, reseñadas según la localidad y el lugar en el que se encontraban.
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Con respecto a las de Málaga, el autor detalló las que Pedro de Mena labró para la catedral (resaltando las del coro, que, afirmaba, fueron talladas «en granadillo y cedro de su propio color») y concretó la existencia de piezas de su autoría en diversos templos de la ciudad.
Algunas de las obras reseñadas como originales de Pedro de Mena, con posterioridad se han documentado o atribuido a otros escultores.
En concreto señaló la existencia, en diferentes espacios sacros de Málaga, de las siguientes obras:
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«En la Parroquial de la Merced un Jesús amarrado a la columna. En la capilla de San Telmo una Dolorosa, nombrada de la Esclavitud y varios Santos de la Compañía de Jesús. En el convento de monjas del Císter, un Ecce-homo y una Dolorosa en urnas, y en la portada de la iglesia, un grupo en barro, representando a la Virgen y Santa Ana. En los Mártires una Dolorosa de vestir. En la parroquial de Santa Cruz y San Felipe, una magnífica estatua de San José con el Niño Jesús en sus brazos, y la Dolorosa nombrada de los Servitas. En la capilla del Hospital Provincial se venera una admirable escultura de tamaño natural, representando a San Juan de Dios, la que según tradición ejecutó con el mayor esmero, por promesa que hizo al Santo, estando enfermo. En el primer patio o cuadro del cementerio de San Miguel sobre una columna de jaspe, se encuentra una primorosa escultura en mármol de Italia, que representa a la Purísima Concepción. En la parroquial de Santiago, dos santos en busto, de la Compañía de Jesús, en la capilla de Nuestra Señora del Pilar. En la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria, colocada en una urna a los pies de Jesús Crucificado, se admira una Virgen de los Dolores, en busto, uno de los mejores trabajos de Mena. Por último, la Academia Provincial de Bellas Artes conserva una estatua del tamaño como de un metro, representando a San Francisco de Asís, que es una joya del arte, la que creemos ser de Mena, por más que digan ser obra de Fernando Ortiz».
Asimismo, el citado autor concreta que «en la portada de la iglesia de la Encarnación, existía un magnífico alto relieve representando dicho Misterio, hecho en mármol de Italia, el que desapareció al ser demolida la expresada iglesia. Hay muchas esculturas que se las atribuyen, pero creemos que son trabajos de sus aventajados discípulos Miguel de Zayas y don Jerónimo Gómez, los que procuraron imitar las obras de su maestro. Entre ellas se encuentra en la citada iglesia de Santo Domingo, la efigie de Santa María Magdalena, de tamaño natural, la que, en efecto, es un modelo de mujer hermosa, la que, ni por su robustez y colorido, se le puede atribuir á Mena, porque dicha Santa, después de seguir a Jesús, muerto Este, y penitente ella, mal podía estar en el estado que apareció; lo que al talento artístico de Mena no se podía escapar».
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Sin embargo, además de lo reseñado, Torres de Acevedo señaló una de las atribuciones más relevantes, por desconocida, al afirmar que en la capilla del Cristo de Zamarrilla existía una Dolorosa de su autoría.
Este dato lo aporta en la página 608 del artículo, ya referenciado, que firmó en 1892 y publicó en la Revista de la Asociación Artístico-Arqueológica Barcelonesa. En el primero de los artículos, que firmó en 1877 no hizo alusión a este dato.
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No tengo noticias de que hasta el momento presente se haya dado a conocerla posible existencia de una obra del insigne escultor en la popular ermita dieciochesca. No obstante, a ello hice referencia en un artículo publicado 2022 (JIMÉNEZ GUERRERO, J., 'Aniversario de un cambio de advocación y de la primera salida procesional. De 'Dolores' a 'Amargura', pero siempre 'Zamarrilla', La Saeta de Otoño, n.º 75, Agrupación de Cofradías, Málaga, 2022, pp. 98-102).
Y ante ello se abren algunas posibilidades para confirmar o desmentir este aserto.
¿Se trataba de una más de las adjudicaciones a la talla de la Virgen existente en la antigua capilla de la calle de los Mármoles, realizadas sin un soporte documental que las avalasen?
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Conocemos que, desde 1792, en este espacio sacro se daba culto a la imagen de una Dolorosa 'de las de vestir' que, según algunas informaciones, procedía del convento o iglesia de la Trinidad. Las características iconográficas de esta escultura, de la que se poseen varias fotografías, nunca han sido relacionadas por los expertos en Historia del Arte con la producción de Pedro de Mena.
Esta imagen se había reseñado tradicionalmente como obra de un autor anónimo malagueño del siglo XVIII. Sin embargo, recientemente, Flores Matute la atribuyó ala producción del escultor Mateo Gutiérrez Muñiz (FLORES MATUTE, F. J., 'Los escultores malagueños Mateo Gutiérrez Muñiz y Diego Gutiérrez Toro. Nuevos datos y atribuciones', Ucoarte. Revista de Teoría e Historia del Arte, 10, Córdoba, 2021, pp. 155-176).
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Se trata de la efigie con la que se fundó en 1792 la Congregación del Santo Rosario de Nuestra Señora de los Dolores y en 1921 la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores de Zamarrilla. En 1922 se le cambió su advocación: 'Dolores', por 'Amargura'. Como es sabido, la imagen fue destruida en los sucesos ocurridos en la ermita el 12 de mayo de 1931.
Sin embargo, la aparición de una plancha de cobre labrada por Torres en 1761 abre una nueva posibilidad. Con ella se imprimían láminas de indulgencias. Al pie (actualizado a la ortografía actual) se lee: «El Santísimo Cristo de Zamarrilla que se venera en la ciudad de Málaga. El Ilustrísimo Señor Don José Franquis Laso de Castilla, obispo de esta dicha ciudad, concede 40 días de indulgencia a las personas que rezaren 3 credos ante esta santísima imagen. Se hizo esta lámina a devoción del Hermano Mayor Don Juan Silvestre Guedes, Año de 1761».
Como es sabido, el Crucificado fue tallado por Lorenzo Marceli en 1757. Este escultor, ermitaño de la Orden de San Pablo, profesó, con el nombre de Lorenzo de San Francisco, en 1750. Murió el 9 de marzo de 1778 y sus restos fueron enterrados en la capilla de Santa Justa y Rufina de la iglesia de los Santos Mártires Ciriaco y Paula.
Y, tal vez, lo más interesante en relación con el tema que nos ocupa es que al pie de la representación iconográfica que en la lámina de indulgencia se realiza del Crucificado, se plasma el busto de una Dolorosa. No obstante, no se aprecian sus características, por lo que resulta imposible poder adjudicarlo a la producción de ningún escultor.
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Las preguntas que me hago, aun sin tener respuesta, son:
¿Es a este icono, del que no poseemos más datos y cuya posible existencia desconocemos, al que se refiere Torres y Acevedo como obra de Pedro de Mena?
¿Existió en la ermita de Zamarrilla otra imagen de una Dolorosa, esta sí obra de Pedro de Mena?
Asimismo, se puede establecer otra hipótesis. Un dato que en su día di a conocer desveló que, según documentación custodiada en el Archivo Díaz de Escovar, de la Fundación Unicaja, en el año 1837 (cuando la ermita era catalogada como 'ayuda de parroquia' de la de San Pablo) la capilla recibió varias imágenes procedentes del convento de los Ángeles, una vez que este se reconvirtió en lazareto.
Esta noticia adquiere cierta relevancia, ya que pudo darse el caso de que, entre las efigies que llegasen a la ermita, se hallase alguna obra de Pedro de Mena y que a ella se refiriese el citado Manuel de Torres y Acevedo.
Soy consciente de que todo lo reseñado son hipótesis. Sin embargo, considero que el conocimiento de la posibilidad que se reseña en este artículo abre una nueva vía de investigación.
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