El Cristo se trasladó en 1895 a la iglesia de San Juan Bautista, donde recibe culto en la actualidad.

El Santísimo Cristo de Ánimas de Ciegos

Nuevas aportaciones acerca de una de las primeras cofradías establecidas en San Luis ‘El Real’

andrés camino

Lunes, 16 de febrero 2015, 01:01

En la Semana Santa de nuestra ciudad las Reales Cofradías Fusionadas de la parroquia de San Juan ocupan un lugar preferente por derecho propio y cuentan con particularidades muy notables. Una de éstas fue la unión en 1891 de la Archicofradía de la Santa Vera Cruz, la Cofradía del Santísimo Cristo de Ánimas de Ciegos y la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de Azotes y Columna en una sola corporación para poder subsistir en un escenario procesionista especialmente complicado y dificultoso de la Málaga finisecular. Este primer proceso dio paso a un segundo, en 1913, adhiriéndose la Hermandad del Santísimo Cristo de la Exaltación que atravesaba unas circunstancias difíciles. Este experimento protoagrupacionista, pionero sin duda alguna, debió ser tenido en cuenta, a la vista del buen resultado, en la constitución de la Agrupación de Cofradías en 1921. En esta mini-agrupación también se da otra singularidad: la de la antigüedad. En esta formación nazarena se respira una profunda tradición secular, casi paralela a la conquista de la ciudad por los Reyes Católicos. Una de esas instituciones, la actual Mayordomía de Ánimas de Ciegos, es, junto a la Vera Cruz, la que cuenta con un pasado más lejano y remoto, fijándose su origen en el siglo XVI.

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La fecha fundacional se desconoce a falta de que aparezca el ansiado documento que desvele todos los pormenores constituyentes (día, lugar de reunión, asistentes, motivos, etc.). Con respecto al lugar de establecimiento, fue en una ermita edificada en los alrededores del convento de los religiosos Mínimos (de San Francisco de Paula), según indicaciones del agustino Andrés Llordén Simón y el periodista y abogado Sebastián Souvirón Utrera en la Historia documental de las cofradías y hermandades de pasión de la ciudad de Málaga.

Estos mismos estudiosos informaban en la referida obra, de obligada consulta para cualquier investigación cofrade, que el documento más antiguo hallado de la Cofradía de Ánimas de Ciegos era de 1573. Trataba de una manda testamentaria de un sujeto llamado Juan Jiménez, inscrito en la nómina de hermanos, quien había otorgado ante el escribano Antonio de Vilches su deseo de ser sepultado en la «Capilla de las Ánimas del Purgatorio, que es en el Monastario de S. Francisco».

Con esta noticia se trasluce que la Cofradía de Ánimas de Ciegos sería una de las primeras entidades en establecerse en el convento franciscano de San Luis El Real. Su radicación en este enclave fue incluso anterior al de la Archicofradía de la Santa Vera Cruz, trasladada a él en 1584 procedente del hospital de Santa Ana, erigido en unos terrenos que hoy día ocupan varios edificios de la plaza de la Merced y calle Victoria.

Influencia

No existen dudas para creer que una de las denominaciones de la cofradía, la de las Animas del Purgatorio, debió pesar mucho en la mentalidad religiosa del hombre del barroco, quien buscaba afanosamente la salvación de su alma. Así se explica la generosidad de cofrades y fieles que dejaron en sus testamentos la donación de alguna propiedad o censo a la Hermandad de los Siegos, a cambio de ser enterrados en la bóveda de su capilla del convento franciscano y a que se oficiasen un número determinado de misas rezadas.

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El asociacionismo en este tipo de corporaciones aumentó de manera considerable en el llamado Siglo de las Luces. Quizás impulsado por las concesiones de los Sumos Pontífices, como las del Papa Pío VI, quien otorgó a las hermandades de Ánimas privilegios perpetuos de sus altares para que se aplicasen los sufragios por los fieles difuntos, como el documentado de la parroquia del Sagrario. En el interior del templo se puede observar todavía una lápida con la inscripción: ALTAR DE ANIMAS/ DE PRIVILEGIO PERPETUO/ por Bula de N. S. P. Pio Papa VI/ en Roma á 27 de Marzo de/ 1777.

Este hecho refuerza la teoría de que la Cofradía de Ánimas de Ciegos fuese receptora, a causa de la piedad popular, de casas, terrenos y censos gravados a su favor, ofrendados por fieles y devotos. En la monografía antes mencionada de Llordén y Souvirón hay un buen muestreo de mandas testamentarias en las que se aprecia diversas donaciones a esta hermandad radicante en el convento de San Luis El Real.

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Catastro

El hallazgo de una valiosa información en el catastro del marqués de la Ensenada supone un acercamiento a la Hermandad de Ánimas de Ciegos en el último tercio del siglo XVIII, un periodo poco estudiado de su particular historia. El citado catastro, elaborado entre 1749 y 1752 por orden del rey Fernando VI, tenía la intención de unificar los impuestos que entonces se pagaban.

En este censo queda patente la notoriedad de las hermandades de Ánimas de Málaga, reuniendo entre ellas un importante número de posesiones. Por lo que respecta a «La Hermandad de Animas que nombran de los Ciegos, cita en el comvto de señor San Francisco de Asis», hay que iniciar enunciando las casas que tenía en propiedad. Una, en calle Carretería, con dos cuartos altos, dos bajos de cocina, un portal y un patio, teniendo diez varas de frente y once de fondo. Por el arrendamiento se recibía anualmente la cantidad de 396 reales de vellón. Y otra, en la calle Parras, con dos cuartos altos, un bajo, cocina, portal y corral, con unas medidas de seis varas de frente y cuarenta de fondo. El alquiler ascendía a 200 reales al año. Sobre esta casa recaía un censo a favor del síndico del convento de San Francisco, siendo sus réditos 9 reales y 8 maravedís.

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En cuanto a tierras se contaba con una pieza de secano en el llamado Arroyo del Pescador, distante media legua de la ciudad. Asimismo, se disponía de una pieza de secano «ynutil por naturaleza», en el mismo partido.

Pero lo que más destacaba en el catastro eran los veintinueve censos a favor de la hermandad: de viñas (en la Peña del Gallo, los Verdiales, Chapera la Baja y Cela), casas (en las calles del Convento Viejo de San Bernardo, Calzada de la Trinidad, Alta, Agustín Parejo, Ollería, Cruz Verde, plazuela de Montaño, Capuchinos, Molinillo del Aceite, Viento, plazuela de Malaver, frente a la Puerta de la Señora Santa Ana, Santísima Trinidad, Parras, Calleja del Duende, Capuchinos e Imagen), haciendas y cortijos (en Churriana).

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Al capítulo de ingresos, le seguía uno de cargas y gastos. Los hermanos de Ánimas de Ciegos debían pagar anualmente por la fiesta de la Purificación de Nuestra Señora 307 reales de vellón, por el día de Todos los Santos 365 reales, por el cumplimiento de varias memorias al convento de San Luis 636 reales, por veinticuatro misas rezadas 248 reales y, finalmente, por seis arrobas de aceite que se usaba en las luces que iluminaban la capilla 111 reales.

Ingresos

Casi a finales de la centuria hubo de procederse, por parte de los Jueces de la Santa Cruzada, a la confección de un listado de conventos, hospitales, cofradías y hermandades, ermitas y santuarios, etc., con objeto de la averiguaión de las rentas eclesiásticas que habían tenido en el período 1790-1794. Lógicamente, la Cofradía de las Ánimas de San Francisco se hallaba en la relación de las radicadas en el convento de San Luis El Real, junto a las de Vera Cruz, Rico, Pobre, Humildad, Concepción, Esclavitud Dolorosa y Columna. La del Huerto, sin embargo, no se encontraba entre ellas, por lo que cabe deducir que no estuviese activa en esos momentos.

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Así, el 15 de marzo de 1795, se notificaba en el domicilio de Luis de Gálvez Cañete, hermano mayor de la «Herm.d de las Benditas Animas cita en el combento de S.n Fran.co de Asis de esta Ciudad», la obligación que tenía de declarar los ingresos obtenidos en el periodo mencionado. Once días después, el 26, el hermano mayor comparecía ante el juez de la Comisión, haciendo «una señal de cruz a su cargo» y admitía que: «en obedecimiento del Edicto publicado hacia presentación del libro de Cuentas de la referida hermandad que esta a su cargo ()». Gálvez Cañete destacaba que, en el tiempo de cinco años, «() han producido limosnas con baja de Zensos obras y otros presisos a la cantidad de veinte y seis mil trescientos quarenta y dos rr[eale].s y treinta y dos m[a]r[avedi]s correspondiente a su quarta parte sus mil seiscientos diez rreales y veinte y sinco m[a]r[avedi]s ()». En cuanto a las rentas de posesiones y censos el importe ascendía a: «() veinte y quatro mil dies y nueve rreales y dies m[a]r[avedi]s y su quarta parte aciende a seis mil quatro rr[eales] y veinte y dos m[a]r[avedi]s ()».

Tras facilitar tales ingresos apostillaba que la hermandad a la que representaba no tenía: «() mas entrada de m[a]r[avedi]s que los que quedan d[ic]has todo lo que es la verdad a cargo del juramento». Por último, firmaba la declaración «() con d[ic]ho comicionado y que es de edad ochenta años».

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La recaudación del resto de cofradías y hermandades establecidas en el convento era: Vera Cruz, 19.147 reales por limosnas y 2.313 reales por réditos de censos; Rico, 17.446 reales y 15 maravedís por limosnas; Pobre, no se especifica, aunque por las fuentes consultadas la situación no debía ser muy boyante; Humildad, 2.766 reales y 22 maravedís por limosnas; Concepción, 10.301 reales y 15 maravedís por limosnas; Esclavitud Dolorosa, 2.000 reales por limosnas; y Columna, 12.557 reales y 32 maravedís por limosnas. Estas cifras denotan claramente que la Hermandad de Ánimas de Ciegos era la más poderosa a nivel económico y, posiblemente, también en el aspecto devocional, de cuantas estaban bajo el amparo de los religiosos de la Orden de San Francisco.

Hallazgos

Nuevos descubrimientos documentales, en el Archivo Histórico Provincial de Málaga, permiten conocer que los primeros treinta y seis años del Ochocientos, concretamente en 1830, 1831 y 1836, la hermandad reclamó una herencia y la redención y reconocimiento de un par de censos. En el primer caso, se facultaba al hermano mayor Salvador Godoy, al fiscal Basilio Béjar y a los cofrades Francisco Casielles y Francisco Bueno para que el dinero que recibiesen y cobrasen lo empleasen en la compra de fincas. En el segundo, se reclamaba un censo de cincuenta ducados impuestos en 1640 sobre una viña en el Partido de Chapera, propiedad ya relacionada en el Catastro de 1752. Y en el tercero y último, se defendía el derecho de otro censo de una viña, con casa y lagar, en el Partido de los Zalinidones y barranco de la Caldera, que le correspondía desde 1783.

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La Cofradía de Ánimas de Ciegos permaneció en el convento franciscano hasta la desamortización de Mendizábal, siendo trasladada en 1837 la imagen del Crucificado, obra labrada por Pedro de Zayas en 1649, al panteón que ésta había construido en el cementerio de San Miguel. A partir de este traslado, se pierde el rastro de toda actividad y, en una fecha que no puede concretarse, pasó a recibir culto en la iglesia de la Concepción, de la calle Nueva, enclave en el que, en 1891, se produjera la primera de las fusiones como ha quedado expresado al principio de estas líneas.

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