Gibralmora, la sierra que es una lección de historia: Desde la Edad del Bronce hasta el siglo XX
Gibralmora. En estas montañas que cobijan a Pizarra hay yacimientos arqueológicos de gran valor, como los Castillejos de Quintana, o hitos sorprendentes como la El Santo o la Raja Ancha
JAVIER ALMELLONES
Sábado, 21 de diciembre 2024, 01:00
Hay un trepidante camino para recorrerla. Una grieta que se atraviesa por unas escaleras excavadas en la roca, una cavidad que ha servido de refugio ... durante milenios o una imagen religiosa con una curiosa historia. La sierra de Gibralmora, que cobija y protege a Pizarra, es una de las montañas más espectaculares del Valle del Guadalhorce.
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No sólo tiene un sendero circular que la recorre desde el propio pueblo sino que también alberga muchos vestigios del pasado, desde los primeros pobladores hasta prácticamente los últimos años del siglo XX. Una auténtica lección de historia en forma de sierra.
Quienes se adentren en la ruta conocida popularmente conocida como El Santo, hoy homologado como sendero local, pasarán junto a lugares de gran valor arqueológico y que, en algunos casos, están llamados a seguir ofreciendo datos interesantes sobre el pasado.
Por orden cronológico, habría que empezar por el yacimiento del Castillejo de Luna y la Cañada del Sordo, donde se ha encontrado una necrópolis de tumbas en cista. Allí se encontraron en su día muchas piezas interesantes que hoy se pueden ver en el Museo Municipal de Pizarra. Se trata de casi una decena de tumbas de la primera parte del Edad del Bronce, aunque también hay elementos del Calcolítico. Hoy esta necrópolis está declarada como Bien de Interés Cultural (BIC), con la categoría de Zona Arqueológica.
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En el otro extremo de la sierra, aparece otro gran hito del pasado, los Castillejos de Quintana, donde se han encontrado vestigios romanos, pero donde sobre todo destaca el hallazgo de un asentamiento medieval (entre los siglos VI y X). Dada la cercanía con Bobastro, la hipótesis más sólida sobre este enclave es que fuera un poblado mozárabe afín a la revuelta de Omar Ben Hafsun. También se apunta a un posible lugar religioso. Aunque los expoliadores se han llevado un importante legado, allí se conservan tumbas, antiguas viviendas o incluso una cantera.
También en el periodo andalusí, pero en la última etapa, se enmarca otro de los vestigios menos conocidos de esta sierra, la torre de la Cruz, situada junto a un carril de tierra (cerca de unas antenas de telecomunicaciones). Por su ubicación, se considera que fue uno de los hitos de vigilancia del Valle del Guadalhorce. Hay que tener en cuenta que está situado entre fortalezas tan importantes como las de Álora, Cártama y Santi Petri (Almogía). Esto implicaría que fuera también un elemento de comunicación entre estas fortalezas durante el período nazarí.
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Por orden cronológico, desde allí este recorrido histórico por la sierra de Gibralmora debería ir hasta la ermita de Nuestra Señora de la Fuensanta. Esta capilla está situada en la parte baja de la montaña. Fue construida posiblemente en el siglo XVI. Posiblemente se aprovechara la estructura de una antigua iglesia rupestre. De hecho, en su interior hoy se puede ver que está excavada parcialmente en la roca.
Durante siglos ha sido custodiada por ermitaños. Los últimos estuvieron hasta hace apenas unos años, aunque la intención de la Hermandad de Nuestra Señora de la Fuensanta es que vuelva a ser cuidada y vigilada por voluntarios que vivan allí.
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El siguiente gran hito de esta lección práctica de historia en territorio pizarreño es seguramente el más conocido. Se trata de la imagen conocida popularmente como El Santo, que corresponde realmente con una imagen del Sagrado Corazón de Jesús.
Más allá de la religiosidad de esta escultura, hay una curiosa historia, que tiene su origen en el Padre Arnáiz. Este jesuita, que fue beatificado en Málaga en 2018, fue uno de los dos personajes fundamentales para que en la cumbre de la sierra de Gibralmora se instalara esa imagen, que se inauguró y se bendijo hace ahora prácticamente un siglo, el 12 de enero de 1921.
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Eso sí, aquella imagen apenas duró quince años, ya que fue destruida en febrero de 1936 tras la victoria del Frente Popular durante la Segunda República. En su lugar se colocó cuatro años después una cruz de madera. Finalmente, en 1995 se instaló la actual escultura con una altura de 3,5 metros, que se ha convertido en un gran símbolo no sólo para el pueblo sino también para toda la comarca.
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