Lo que esconde un barrio de Málaga: desde restos de una torre vigía hasta lagunas

Entre ellos está lo que hoy se conoce como la Piedra de la Torre, que responde a la base de una atalaya desde la que se divisaba buena parte del Valle del Guadalhorce y el Mediterráneo. Su nombre real es el de la torre del Prado y de ella apenas se conserva la parte más baja sobre una gran roca. Poco más de doscientos metros sobre el nivel del mar son suficientes para tener una panorámica tan amplia como estratégica antaño.

Aunque hay quien apuesta por una mayor antigüedad, lo más probable es que se construyera a final del siglo XIII, en el período nazarí, en el que se hizo fundamental un sistema de torres vigías para la seguridad del antiguo Reino de Granada, amenazado por el avance de las tropas castellanas. Hasta allí se puede llegar por un carril de tierra desde las inmediaciones del cementerio malagueño. Con algo de pendiente, pero con un carril ancho se puede acceder en menos de una hora en un paseo sosegado.

Es todo un símbolo de un barrio que tiene su origen en las fértiles huertas que históricamente ha habido entre el Guadalhorce y el Campanillas, uno de los últimos afluentes que se unen al río más importante de la provincia de Málaga.

De hecho, durante siglos esta zona de la ciudad de Málaga ha sido el lugar donde se han cultivado desde viñas (antes de la plaga de la filoxera) hasta almendros o alcachofas. Hubo incluso una época en la que Campanillas fue un lugar donde se criaban caballos.

De todo ese pasado relacionado con la agricultura y la ganadería hoy quedan algunos testigos en forma de antiguos cortijos o haciendas, que tuvieron su esplendor en el siglo XIX, pero que paulatinamente se fueron perdiendo. Algunos de ellos como el Cortijo Jurado, más conocido hoy por su componente esotérico que por su historia real, es uno de los edificios que se podrá poner en valor en un anunciado proyecto urbanístico. Pero hay más nombres propios de antiguas fincas que tuvieron un papel importante en la historia de la Málaga, como Santa Águeda, Colmenares, Cañadas de Lira, Quintana o Rebanadillas.

Además, Campanillas también tuvo un papel fundamental para algunas industrias que fueron punteras en la provincia. Es el ejemplo de la antigua Azucarera de El Tarajal, hoy más próxima a los polígonos industriales de la zona oeste que del centro del núcleo de Campanillas. Levantada en el primer tercio del pasado siglo fue una de las últimas fábricas construidas para extraer azúcar de la caña. Hoy se conserva buena parte de su estructura, incluida su esbelta chimenea de casi 90 metros de altura. Eso sí, no es un enclave que se puede visitar en la actualidad.

Campanillas también fue importante por la construcción de tejares y la consiguiente extracción de áridos para ello. Tras el abandono de estas industrias han quedado unas curiosas huellas en forma de pequeñas lagunas. En concreto, entre el Parque Cementerio de Málaga y los Asperones 2, aguardan, en terrenos de titularidad privada, hasta tres lagunas con valiosos ecosistemas. Eso sí, la más importante, por su tamaño (unos cuatro mil metros cuadrados), es la más próxima a la carretera A-7076, que une a Teatinos con Campanillas. A pesar de esa proximidad al vial, no sólo es difícilmente visible sino que cuenta con complicados accesos a pie.

Los otros dos humedales, donde en su día también se extrajo arcilla, se encuentran a pocos metros hacia el norte, aunque son de un tamaño muy inferior. Frente a la antes mencionada barriada de Los Asperones 2 se encuentra otra de las lagunas que anteriormente fueron canteras para extraer arcilla en Málaga. También se halla en terrenos privados y no es posible verse desde fuera de ellos.

Para disfrutar de agradables paseos con vistas es muy recomendable hacer el sendero homologado PR-A-330, que une a Puerto de la Torre con Campanillas, con un recorrido sorprendente en cuanto a vistas panorámicas.